Doce. Como las uvas de la suerte, los Apóstoles, una Docena de huevos. Lo que ustedes prefieran. El Real Madrid, el único equipo del mundo capaz de escribir la historia porque es la misma historia, conquistó la Duodécima cuando hace solo cuatro años el mundo se reía de él por llevar doce años buscando la Décima. Ante la Juventus, un rival formidable que puso en muy serios apuros a los madridistas en el primer tiempo pero que no pudo maniatar al vendabal del Rey de Europa en la segunda parte. 1-4, doce Copas de Europa. Se dice pronto, se tarda muchísimo tiempo en llegar. Y el primero que lo ha hecho ha sido, quién si no, el Real Madrid.
El partido fue muy complicado, mucho más de lo que dice el marcador. En el primer tiempo, la Juventus percutió al revés de lo que se esperaba: con Mandzukic sacando de quicio a Carvajal, que cayó en la trampa física. Isco y Marcelo, desconectados en ataque al estar más pendientes de Alves que del juego ofensivo, dejaron al equipo huérfano de profundidad. Y la Juve se impuso en todas las parcelas del juego, pese a que se comió un buen gol de Cristiano, el que cada vez que hay una cámara de televisión cerca te mete tres goles para dejar más claro que el Balón de Oro es cosa suya y nada más. El propio croata, con un extraordinario gol de chilena, hizo las tablas y la sensación era que la Juve tuvo siempre el partido donde quiso.
Hasta que empezó el segundo tiempo, claro. Porque Isco y Marcelo dijeron que el partido era para el Madrid y la Juve saltó por los aires. Kroos se marcó un segundo tiempo sideral dirigiendo el cotarro, pero lo del malagueño y el brasuca fue estratosférico, de otra galaxia, de la galaxia a la que pertenece el Real Madrid. Casemiro, Cristiano y Asensio clavaron la tapa del ataúd de la Juve y se dedicaron a seguir rellenando páginas de la historia del fútbol. El papá de la historia sumó Doce. Y un doblete. Camino de Cibeles va…