La contracrónica: Una canción que no debe acabar jamás

El Real Madrid y su afición se divierten, un día más, al son que marca un nuevo título: la Supercopa de España

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El Real Madrid, a día de hoy, es una canción que no debería acabar jamás. Con un estribillo eterno muy pegadizo, que engancha, que atrapa. Los ves jugar y te apetece cantar, te sale solo. Y sino, que se lo digan a la afición que ha abarrotado en pleno mes de agosto un Santiago Bernabéu que hoy se ha vestido de Chirigota de Cádiz y ha divertido tanto o más que los jugadores. Recados a Piqué por su famoso «Se queda» y vitoreos irónicos a Neymar. Al final este equipo hace, precisamente, eso: divertir.

Toda buena canción suele empezar con un solo magistral. Marco Asensio, quién mejor que él. El Freddie Mercury de Chamartín. No necesita ni un maldito acorde para entonar. Falsete de principio a fin. Pocos, muy pocos, son capaces de llegar a tocar tantas notas musicales a la vez. Él lo hace y ni pestañea, ni se inmuta. Domina todos los registros. Le sobra talento y a nosotros nos faltan aplausos, entre otras cosas, porque se nos caen ya. Se marchó ovacionado de un estadio que, de haber podido, se lo hubiera comido a besos.

El Real Madrid nos está malacostumbrando y mucho. Cada partido que juega presenta una nueva «Canción del Verano». De esas que te obligan a mover las caderas, de esas que te motivan hasta para bailar con una suegra o un cuñado. Así que… ¡Don’t stop the music! Sin la música, la vida sería un error. Sin el Madrid, el fútbol sería un error.

 

 

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Mientras intentas descubrir algo más sobre mí en estas líneas yo me ando paseando por algún lugar de Barcelona con el escudo del Real Madrid en el pecho. Desconozco si soy un valiente o un imbécil, pero me excita. Son tantos los que me miran mal como los que empatizan conmigo. Así que si algún día desaparezco que sepáis que o me han matado a palos o a besos. Y si eso ocurre… ¡Que nos quiten lo escrito y leído por aquí! Eso sí, ¿hablaréis bien de mí, no? ¡Más os vale!