La contracrónica: Vuelve el ‘yoyadijismo’

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Mayoral celebra el primer gol del Real Madrid en Anoeta
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Hoy es uno de esos días en los que muchos van a vanagloriarse. Toca eso de «¡Yo ya dije!» aunque sea mentira, pero es lo que toca. El fútbol es así. El Madrid es así. 364 días al año enterrando a jugadores, pero es justo ese día que falta -el 365- el que muchos emplean para hacer gala del ‘yoyadijismo’. Todo es acostumbrarse, ¡oye!, que si somos del Madrid también es por lo divertido que resulta tanto el equipo como su afición.

El ‘yoyadije’ destacado del partido de hoy frente a la Real Sociedad ha sido, evidentemente, Borja Mayoral. Quizás muchos hoy descubran cuál es su apellido y cómo se escribe. Más que nada porque por las redes se le ha puesto el apodo de «Matorral». Ni le han visto jugar ni han decidido esperarse a hacerlo. ¿Lo primero? ¡Juzgar! Y luego ya si eso, rectifico. O ni eso, directamente dosis de ‘yoyadijismo’, que seguro que nadie me ve y así quedo requetebién.

Antes de comenzar la temporada lo encerramos en el cajón de jugadores que nos nos interesan para nada. Y hablo en primera persona porque, pese a no emplearme con la misma voluntad feroz de muchos, en determinados momentos yo tampoco creía en él. Una vez encerrado, nos jactábamos de ello diciendo con ese tono prepotente… «¿Pero cómo va a jugar ese tal ‘Borjita’ en el Real Madrid?». Hoy, tras su grandísima actuación, intentamos acercarnos a ese cajón y abrirlo sin hacer mucho ruido, ¡no vaya a ser que nos vean!

Sin embargo, ¡a lo que voy!, no todos vamos a ser discretos a la hora de reconocer y valorar a un jugador por el que antes no dábamos ni un duro. Muchos, la gran mayoría, mirará para otro lado y ni se acordará que hace un par de días estaba acusando a Zidane de sufrir el síndrome de Diógenes al haber regalado al «desperdicio» de Mayoral un puesto en la plantilla.

Sea como sea, con mayor o menor disimulo, hoy solo podemos y debemos ensalzar la figura del parleño. Ha marcado el primero y ha provocado el segundo, así que media victoria es suya. Y no lo ha hecho en un patio de colegio, sino en Anoeta. Estáis a tiempo (o estamos) de salir por patas -como Bale en el tercer gol- antes de volver a recaer en el ‘yoyadijismo’ de turno. Es peligroso. Muy peligroso. Pero también divertido, claro.

 

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Mientras intentas descubrir algo más sobre mí en estas líneas yo me ando paseando por algún lugar de Barcelona con el escudo del Real Madrid en el pecho. Desconozco si soy un valiente o un imbécil, pero me excita. Son tantos los que me miran mal como los que empatizan conmigo. Así que si algún día desaparezco que sepáis que o me han matado a palos o a besos. Y si eso ocurre… ¡Que nos quiten lo escrito y leído por aquí! Eso sí, ¿hablaréis bien de mí, no? ¡Más os vale!