El galáctico Zamora y sus dos homenajes en los dos Chamartín

El portero, que defendió a Espanyol y Real Madrid, también al Barcelona, y que entrenó al Atlético, recibió dos homenajes: en el Viejo y en el Nuevo Chamartín. El Divino sólo supo hacer historia

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Una foto histórica: la última parada de Ricardo Zamora, a Escolá
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Hoy visita el Santiago Bernabéu uno de los equipos históricos de la Liga Española, tan solo ha faltado a cuatro ediciones desde su fundación, y de los que mas alegría deja en Chamartín. Hasta 65 victorias blancas, de ellas más de veinte por 4 o mas goles, por 14 empates y 4 victorias visitantes. Hablamos del Real Club Deportivo Espanyol. La relación entre ambos equipos generalmente ha sido muy cordial y prueba de ello ha sido el trasvase de distintos jugadores entre uno y otro equipo: Marañón, De Felipe, Roberto Martinez, Verdugo, Casilla, Marcet o el propio Di Stéfano, quien también vistió la blanquiazul tras salir del Real Madrid. En estas líneas queremos recordar la figura de uno de estos futbolistas y la importancia que tuvo para el RCD Español (por aquel entonces con eñe), el Real Madrid, la selección Española y el fútbol en general. Hablamos de Ricardo Zamora.

Ricardo Zamora, leyenda del fútbol mundial

Con una carrera de mas veinte años como portero, otros tantos como entrenador, unos años finales como empleado en el RCD Español o incluso en su etapa de periodista, Zamora vivió toda su vida dedicado al fútbol. El catalán, considerado uno de los mejores jugadores de las décadas de los 20 y 30 del siglo pasado, obtuvo los sobrenombres de ‘El Divino’ o ‘El Mito’, lo que denota la idea del personaje en cuestión. Llevó una vida singular. Un comienzo con apenas 16 años en el Español, con un debut ante el Madrid FC, un abandono prematuro del fútbol por los estudios, una vuelta al FC Barcelona durante tres años, entre los cuales fue uno de los jugadores que participaron en el primer partido de la Selección Española con aquella histórica plata de Amberes y jugando de manera consecutiva los 26 primeros partidos de la selección nacional, un retorno al Español durante 8 años para fichar por una cantidad astronómica para la época por un Real Madrid que quería ser grande y con el cual aguantó hasta la Guerra Civil. Años en los cuales obtuvo dos Copas y dos Ligas con el conjunto blanco, mas una participación en el Mundial en Italia donde le catalogaron como el mejor portero del Mundo, y una contienda bélica donde estuvo preso y exiliado. Y aunque la fama le salvó, la noticia de su presunta muerte conmocionó al país. Premiado por la República y por el General Franco en la posguerra, hizo carrera de entrenador y llevó a dos Campeonatos ligueros al Atlético-Aviación, ademas de entrenar al Celta, Málaga, al Español y a la secciones Española y Venezolana.

Así, bosquejada en un simple párrafo, la historia de Zamora queda apasionante. Y aunque seguramente en el futuro volvamos a ella para ver pasajes de su vida, hoy nos queremos centrar en recordar dos partidos homenaje que se le tributaron en los dos estadios de Chamartín: el antiguo y el actual.

Ficha de Ricardo Zamora para la temporada 34-35

Nos situamos en Diciembre de 1934. Zamora encara su quinta y penúltima temporada en el Real Madrid. Su fichaje había causado sensación, en parte por la dimensión de la persona y en parte por el desembolso récord que paga el Madrid para la época. Su presidente por aquel entonces, Luis Usera, decide apostar fuerte y trae a Zamora como reclamo para el aficionado y en búsqueda de mejores taquillas para el club. Tras la famosa final de Copa disputada bajo el agua en Valencia entre el Español y el Madrid, con victoria perica, en la cena de confraternización entre los dos equipos se sientan juntos a dialogar Usera y su homologo españolista, Genaro de la Riva. El madridista justifica la victoria españolista en un solo motivo: la presencia de Zamora. El españolista reconoce el gran partido del portero y el madridista se pregunta en voz alta que pasaría si Zamora jugara con los blancos. De la Riva responde que eso es imposible «¿Por que?», pregunta Usera. Zamora no tiene precio, es la respuesta. La conversación continua in crescendo hasta que Usera pregunta sin tapujos que cuál seria el precio de Zamora, a lo que De la Riva responde con una cifra desorbitada. Usera no parece que se sorprenda mucho y tan solo dice lo que estudiaría.

El resto de la historia es conocida: el Real Madrid pago 150.000 pesetas de la época (900 euros) rompiendo el mercado y Zamora fue blanco. Pese a que se rompió la clavícula en el segundo partido que jugó y tuvo que pasar alejado de los terrenos de juego tres meses, su fichaje fue un éxito. En la segunda temporada, con el añadido de Ciriaco, Quincoces y Olivares, el Madrid consiguió su primer titulo de Liga finalizando invicto y siendo el conjunto menos goleado. Se repetiría el titulo de Liga en 1933 y en 1934 se lograría en Montjuic un titulo de Copa que se resistía desde 1917.

Antes del verano España viaja a Italia para disputar la Se gundaedición del Mundial de fútbol. En cuartos de final toca enfrentarse a los anfitriones quienes, presionados por Mussolini, usaron todo tipo de artimañas para intentar lograr la victoria. El partido, con prórroga incluida, fue tan bronco y duro que España no pudo presentar a siete jugadores, incluido un Zamora con fisura en las costillas, para el encuentro de desempate. En éste, pese a todo, España planto cara y de no ser por la parcial actuación arbitral hubiera ganado, pero estaba claro que Mussolini no quería desaprovechar el evento para dar mayor realce a sus ideas propagandísticas de la Gran Italia.

Zamora, segundo por la derecha, en el homenaje de 1934

Aunque ya se venían dando vueltas a la idea de un homenaje a Zamora, fue a raíz de lo sucedido en Italia cuando en el otoño de 1934 se aceleran los preparativos y se decide celebrar el partido el 20 de diciembre, en el antiguo estadio de Chamartin. El partido lo jugara la selección española, la cual asistiría con todos los jugadores desplazados a Italia, ya que además de a Zamora se quería aprovechar para rendir homenaje por parte del Gobierno y condecorarles por el papel desarrollado en el país transalpino. El rival elegido seria la selección de Hungría, aunque este partido no tuvo carácter de encuentro internacional y por tanto no aparece en los registros históricos de los jugados por la Selección. No era la representación oficial de Hungría ni tampoco se jugó con las normas habituales de estos partidos por aquel entonces: árbitro neutral, prohibición de sustituciones, etcétera.

Niceto Alcalá-Zamora prende la medalla conmemorativa a Ricardo Zamora

A las 14:45, bajo el arbitraje de Pedro Escartín y con la presencia en el palco del presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, los 20 seleccionados que acudieron a Italia saltaron al césped para obtener la ovación de un publico que asistió en gran cantidad. Antes de empezar, todos los jugadores rodearon el circulo central para ovacionar al meta español. Amadeo García de Salazar, seleccionador nacional, dispuso de inicio sobre el césped de Chamartín a Zamora, Zabalo, Quincoces, Cilaurren, Muguerza, Marculeta, Lafuente, Iraragorri, Langara, Luis Regueiro y Gorostiza. Sin llegar al cuarto de hora, en un caída fortuita, Iraragorri se rompe el radio y es sustituido por Lecue. El partido en si no tiene mucha historia y España golea 6-1 a Hungria, con sendos tripletes del madridista Luis Regueiro y del ovetense Lángara. Los húngaros no dieron mala imagen y los dirigentes madridistas se fijaron en dos de ellos, Alberty y Kellemen, que acabaron fichando por el club blanco. En el descanso del partido, el presidente de la República bajó al césped para entregar a todos los jugadores españoles las insignias de la Orden de la República, al igual que unas medallas de oro que habían sido regaladas por suscripción popular a iniciativa del diario ‘La Voz’, por la imagen dada en el Mundial de Italia.

Una foto histórica: la última parada de Ricardo Zamora, a Escolá

El Madrid, sin el título de «Real» por la República, pugnó esa nueva temporada por la Liga, pero un Betis soberbio no se apeó del liderato desde la tercera jornada y acabó llevándose el triunfo por tan solo un punto de diferencia con los madridistas. En Copa, se cayó en la primera ronda con el Sevilla, perdiendo 1-0 en el viejo Nervión y empatando 0-0 en Chamartín. En la ultima temporada antes de la Guerra Civil, Zamora comparte portería con el húngaro Alberty, aunque en Copa será donde una parada suya pasará a la historia como la última, en la cual al detener el disparo envenenado de Escolá, le dará el titulo de Campeón de Copa al Real Madrid.

Tras el paréntesis fratricida de tres años, Zamora cambia la portería por el banquillo y comienza una larga carrera por distintos equipos que abandonará a comienzos de los años 60 para integrase en la estructura del RCD Español. Sin embargo, su figura sigue presente y prueba de ello es el segundo homenaje, que se le tributará en septiembre de 1967.

Cartel anunciador del segundo homenaje a Ricardo Zamora

La idea de un nuevo homenaje surgió en el seno de la Federación Catalana, a instancias del presidente, por aquel entonces Pablo Porta, quien vio que el gran portero seguía estando muy presente entre los aficionados. Porta le transmitió la idea a la Federación Española y José Luis Costa recogió el guante y propuso celebrar un homenaje nacional al guardameta. Para ello se decidió aprovechar la concentración de la selección española que iba a tener lugar en Madrid, en septiembre, antes de viajar a Checoslovaquia para jugar el partido de clasificación para la Euro-68.

Desde el primer momento se quiso dar una gran realce al evento y se optó porque la selección española se enfrentara a un combinado mundial con los mejores jugadores posibles. El propio Zamora reconocía en una entrevista los sentimientos que le sobrevenían al recibir tan importante homenaje: «Será algo así como descubrir que el paso de los años no ha borrado mi recuerdo en la memoria de las gentes. Que aún estoy unido a ellas por lazos de estimación y afecto. Y la conciencia de este afecto y esta estimación, a los que correspondo emocionadamente, me ayudara a dulcificar los años que me queden de vida (…) Dejo una estela en el fútbol que el público transformo en fábula«. Tanto Zamora como Domingo Balmaña, seleccionador nacional de la época, pidieron a los periodistas que dijeran a su juicio quiénes eran los futbolistas más idóneos para participar en el partido y pedir colaboración a jugadores y clubes. Asimismo, Balmaña aseguraba que los seleccionados que irían a Praga serían los que jugarían el partido homenaje.

La selección inernacional que participó en el segundo homenaje

Con la lista hecha, Zamora se puso en marcha y en una tournée europea fue visitando a dirigentes, entrenadores y jugadores para pedir que participaran en su homenaje. Tampoco se había olvidado la figura de Zamora por Europa y la gran mayoría de clubes cedió a sus mejores jugadores, aunque como siempre no pudieron estar todos los deseados porque el partido se jugaba en plena temporada. Tal fue la calidad de la selección internacional que maá que un homenaje nacional se podría haber llamado un homenaje internacional. Finalmente se fraguó una selección europea, ya que el brasileño Peleéy los argentinos Marzolini y Rattin, que en principio habían confirmado, finalmente no llegaron a acudir.

En los días previos el ritmo fue frenético y dos jornadas antes del partido Ricardo Zamora celebró una comida en Madrid en deferencia a la prensa local en la que estuvo flanqueado por dos gigantes del futbol europeo que harian de entrenadores de la selección internacional: Helenio Herrera y Nereo Rocco, en esos momentos entrenadores del Inter y del Milan, respectivamente. Por su parte Ricardo Zamora hijo aclaraba, oponiéndose a los deseos de su padre, que finalmente no participaría en el partido, ya que aunque su padre deseaba verle aunque solo fuera un minuto sobre el césped, él aseguraba que no se veía. Zamora hijo también fue portero durante mas de quince temporadas, y aunque jugo en Atlético de Madrid, Sabadell, Mallorca y Valencia entre otros, nunca pudo eclipsar la figura de su padre. Por contra Balmaña, a excepción de Amancio que se encontraba lesionado, pudo contar con todos los que deseaba y se tomo el partido muy en serio como prueba al envite oficial en Praga.

La selección española que participó en el segundo homenaje a Zamora

Finalmente a las 20:30 de la tarde del 27 de septiembre, y ante mas de 50.000 personas y la televisión en directo (algo que restó público), Ricardo Zamora saltaba al frente de los dos equipos y recibía una atronadora ovación, que se repitió cuando desde el circulo central se dirigió al palco del estadio, donde el Ministro-Secretario general del Movimiento, Jose Solis Ruiz, le hizo entrega de la Encomienda de la Orden de Cisneros. Bajo el arbitraje del vasco José María Ortiz de Mendíbil, Balmaña jugo de inicio con Iribar (Sadurni 45′), Sanchis (Eladio 45′), De Felipe (Jose Maria 60′), Gallego, Reija, Glaria, Adelardo, Jose Maria (Bueno 45′), Ufarte, Marcelino y Grosso. Por su parte en la selección internacional jugo con Sarti (Bonetti 34’), Burgnich, Ure, Schenellinger, Cooke, Coluna (Benitez 45′), Hamrin (Waldo 45′), Rivera, Mazzola, Eusebio (Goywaerts 45′) y Corso.

Bernabeu, Zamora, Solis Ruiz y Samaranch en el palco

Generalmente los partidos con selecciones de estrellas suelen traer jugadas individuales aisladas. Sin embargo esta vez los visitantes no hicieron lo habitual y barrieron del terreno a un selección española roma en ataque y que dejó jugar a sus rivales. Estos no lo obviaron y en la primera parte se adelantaron con goles de Mazzola y Eusebio, que pudieron ser mas si Iribiar no hubiera parado a Mazzola un penalti que De Felipe cometió sobre Eusebio. En la segunda, con los cambios y el cansancio, el marcador solo volvió a moverse cerca del final con el 0-3 de Goywaerts. Ademas de la imagen mostrada por España, y que daba un halo de pesimismo al viaje a Praga, el punto negro fue la lesión fortuita de rodilla del madridista Pedro de Felipe. Operado al día siguiente por el doctor López Quílez, se comprobó la gravedad de la lesión: rotura del menisco interno y externo, por lo que Balmaña tuvo que llamar de urgencia al canario Tonono.

El homenaje, pese a no llegarse al lleno, fue un éxito de organización y de agradecimiento a Zamora. Éste se deshacía en elogios: «Ha sido un homenaje inolvidable. He recibido infinidad de obsequios y montañas de felicitaciones, cartas, telegramas. En fin, quiero dar las gracias a todos«. Entre la recaudación de taquilla, los derechos televisivos y otros ingresos por regalos, el homenaje recaudó cerca de dos millones y medio de pesetas (15.000 euros), a los que había que descontar los gastos tipicos de un evento de esta indole. Para completar, España perdio en Praga 1-0 días después aunque logró vencer en Madrid 2-1 a los checos y pasar de ronda.

Zamora paso sus últimos años en Barcelona donde fallecería el 8 de septiembre de 1978. Su capilla ardiente seria ubicada en el estadio de Sarriá, donde desfilaría gran cantidad de aficionados para dar su último adiós a uno de los más grandes porteros de la historia.