RM 3 – 0 LPA: Garbeando tu palmito pinturero

Casemiro, Asensio e Isco, el segundo con un golazo estratosférico, le mantienen la respiración artificial al Real Madrid en Liga. Cristiano Ronaldo se dejó el alma pero sigue negado de cara al gol

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Tuvo que recuperar la titularidad Asensio, y además de eso recuperar un sitio en el centro y no acostado en la banda, para que el Real Madrid se levantara de la camilla y comenzara a caminar: el enfermo tiene pulso, 3-0 a Las Palmas tras una primera parte horripilante y una segunda marcada por el brutal gol de Asensio y por la perpétua pelea de Cristiano Ronaldo en busca de un gol que se le resiste. Casemiro, el balear e Isco lograron los goles del choque

El Madrid salió dispuesto a ahuyentar el mal fario, bien plantado en el escenario. Pero es que todo quedó en nada. A los dos minutos, Benzema se plantó en un mano a mano ante Raúl, con tiempo para hacer lo que le diera la gana, y acabó dejándose encimar y soltando un tirito que el meta de Las Palmas despejó sin demasiados apuros. La gente se crispó y al mismo tiempo el Madrid… el Madrid se evaporó del partido.

No es nada del otro mundo Las Palmas. Ayestarán intenta hacer milagros con una plantilla limitada metiéndole orden táctico, pero los equipos canarios, históricamente, por ADN o por lo que sea, no son precisamente un dechado de virtudes en ese aspecto. Pero pertrechados en una defensa de cinco, con cuatro centrocampistas además muy juntos (aunque a veces Vitolo se lavaba las manos), tenían de sobra para maniatar a los de Zidane.

Porque los de Zidane jugaban andando. Pero andando despacito, además. A un ritmo que provocaría sonrojo. Sin hambre, sin ambición, sin ritmo, sin gallardía y sin compostura. La camisa de solapón, luciendo palmito pinturero, que ya caerá alguna. Casi fue Cristiano el primero en llevársela al huerto, todo esto a partir del 30, en medio la nada más absoluta, pero se tropezó primero con el palo y luego con un remate de cabeza que le salió bastante chuchurrío. Luego la tuvo Nacho, que le metió coraje, pero no puntería, al partido. El que la embocó, tras un córner y de cabeza, como si fuera el premio extra con luz, fue Casemiro. Al filo del descanso, el marcador se desatascaba.

Para la segunda parte, quedaba Marco Asensio por aparecer en la fiesta. Se las lleva de calle, pero con esa elegancia, a lo chuleta, genio y figura, se sacó un zambombazo imperial que reventó la escuadra derecha de Raúl y limpió de telarañas esa portería por lo menos hasta el 2075. Si no es el gol de esta Liga, por lo menos es el de esta Verbena. De videoteca.

Todo ello pasó, además, en cuanto Asensio abandonó la cal de la banda, desde donde no es Asensio, es que ni siquiera es As. Es como llevarle a una fiesta donde sólo hay limonada. Para los chavales está muy bien, pero cuando te haces mayor necesitas algo más para refrescarte. Ahí, desde el centro, Asensio impulsó el juego del Madrid, que por fin salió del pestiño otoñal que nadie entendía de nada más que pegar pelotazos desde las bandas a ver si alguien la agarraba. Con jugones por dentro, asociándose y gustándose, todo es más fácil. Y el Madrid encontró por fin la manera de garbear su palmito pinturero, creando ocasiones y sin sufrir absolutamente nada. Un magnífico gol de Isco en una contra velocísima (¡sí, hay velocidad, existe, no es un mito!), un remate al palo de Ramos, un penalti estratosférico sobre Nacho no señalado y tropecientas mil ocasiones marradas por un Cristiano Ronaldo absolutamente negado en el remate, pero a quien el Bernabéu loa su incansable brega. Tres puntos a la saca y el enfermo que tiene pulso hasta para irse de cañas. Aunque sea con la bombona de oxígeno.