El Real Madrid se quedó sin tostada en Atenas, después de que se la dejase robar por el Panathinaikos en unos dos últimos cuartos muy flojos del equipo de Pablo Laso, lastrado por las lesiones. Los helenos ganaron 82-80 en un final apretado, remontando los 16 puntos de ventaja que llegaron a tener los madridistas en el OAKA, pero el rebote, la falta de precisión y la defensa del equipo verde dejaron al Madrid con un palmo de narices. Ya van tres derrotas consecutivas a domicilio en Euroliga.
Nada hacía presagiar en una derrota madridista en el tramo de partido que transcurrió hasta el descanso. Pese al ejército de bajas entre los de Laso, Tavares, que tuvo un gran arranque, y Doncic (once puntos en el primer cuarto) hicieron que el Madrid pusiera tierra de por medio en el primer cuarto, sólo empañado por un triple de la zurda de KC Rivers sobre la bocina: 23-28. En el segundo cuarto, el Madrid se gustó de verdad, en un ambiente terriblemente hostil. En ese parcial, la labor de Rudy y de Randle por fuera y la de Thompkins y Reyes en la pintura parecía que acabarían de decantar el partido para los foráneos. El 40-54 del descanso pudo ser mayor, pero Doncic andaba demasiado acelerado y regaló algún balón extra innecesario.
Pero todo cambió tras el descanso, con la habitual ayudita arbitral de Lamonica al rival del Madrid, sea el que sea. Calathes y Gist comenzaron a martillear el aro madridista, los de Laso perdieron el control de la zona y Singleton, con 10 puntos, se convirtió en una pesadilla. Un triple de Campazzo evitó que la sangría fuera mayor, pero fue un espejismo. En el último parcial, y con un Rivers inconmensurable, el Panathinaikos liquidó la remontada con un parcial de 13-0 (62-62, minuto 28), se puso por delante y no puso tierra de por medio debido a un increíble triple de Doncic a una pierna que sin embargo emborronó después con una pérdida evitable. En la última jugada del partido. Thompkins tuvo el triple que le hubiera dado la victoria a los blancos, pero fue agua.