RM 5 – 0 SEV: El Guggenheim del fútbol vertical

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Fueron 45 minutos para frotarse los ojos, y el Bernabéu lo agradeció como pocas veces, rompiéndose las manos a aplaudir. El Madrid erigió un museo entero, un Guggenheim completo de arriba a abajo, al fútbol vertical y trepidante en una primera mitad casi de ensueño, desatado, al galope, golpeando a un Sevilla que no sabía por dónde le venían las manos del adversario y que demasiado hizo con no echarse a llorar. El Madrid goleó (5-0) a su oponente y, lo más importante, se volvió a encontrar después de tres meses de caminar por el desierto. Tras tanta arena se encontró con una autopista justo antes del Mundial de Clubes, cuyo concurso empieza el miércoles en Abú Dhabi. En el momento cumbre, el Madrid vuelve a estar. Una sensacional noticia.

Cuando el Madrid juega engranando velocidades mientras su V10 aúlla llegando al límite de revoluciones, no hay quien le tosa. A los de Zidane les costó encontrarle el cambio secuencial al partido, pese al tempranerísimo gol de un Nacho que cada día es más candidato a quedarse con el Trono de Hierro porque no lo merecerá más que nadie, pero nadie lo merece más que él. Los blancos le dieron el balón al Sevilla con el 1-0 y, pese a que los de Marcucci lo intentaron, sobre todo por medio de un Banega que tiene tanta personalidad que hace buenos a todos los que le rodean, el F1 madridista estaba simplemente en boxes calzando unos ultrablandos para un segundo stint de primer tiempo absolutamente colosal. Una exhibición inolvidable.

Porque el Madrid, pilotado por un absolutamente maravilloso Marco Asensio, destrozó al Sevilla. En todo. En velocidad, en entrega, en ganas, en pasión, en fantasía, en fútbol… En absolutamente todo. El Madrid llegaba un segundo antes a todos los balones, y el equipo hispalense, ése que dicen que nunca se rinde, cayó al suelo redondo, noqueado por la extraordinaria velocidad de un equipo que voló sobre el césped.

Casualidad o no, sin Isco y sin Casemiro sobre el campo, el Madrid se liberó de un alerón que producía un drag tan tremendo que impedía desarrollar su velocidad máxima sin turbulencias. Un alerón que puede ser utilizado en determinados circuitos extraordinariamente sinuosos y con curvas de primera y segunda velocidad, pero no para ir a toda pastilla por una recta.

Con Cristiano desatado, tiene en los Balones de Oro a su contrakryptonita particular, se lo dan y comienza a ver la portería del tamaño de la China Popular, todo para dentro, era cuestión de tiempo. Exactamente, de 19 minutos. Del 23′ al 42′, el Real Madrid le clavó otros cuatro goles al Sevilla, con Asensio maravillosamente punzante y clarividente en el pase, con Lucas Vázquez ejerciendo de extremo con cabeza, con Kroos dotando de un dinamismo al equipo que no había tenido desde las Supercopas… Hasta Achraf, que recordó sus tiempos canteranos de extremo, pulverizó a Rico. Fue un 5-0 delicioso para un Bernabéu que estaba deseando aplaudir a su equipazo, disfrutar de él y volverse a casa con una sonrisa. Y los jugadores le regalaron un puñado extraordinario de felicidad con un primer tiempo memorable.

El segundo ya sobraba, el Madrid embarcado en su avión rumbo a Abú Dhabi y el Mundial de clubes (despegan el domingo) y el Sevilla acurrucado bajo la mesa rezando para que el abusón no le hiciera más daño. Un lanzamiento al poste de un Benzema que, con Modric, fue lo más oscuro del equipo titular y algunos detalles de filgrana, aunque ya sin esa velocidad extra que endandila al madridismo. Pero la exhibición hasta el descanso permite que estas cosas pasen inadvertidas. Tres puntos más, y sin que se notaran las ausencias, todo lo contrario. El Madrid ha vuelto, esperemos que no se vaya más hasta las vacaciones de verano.