RM 0 – 3 FCB: Los mansos de Miranda

El Madrid tira por la borda la Liga tras un inicio de segunda parte patético, sin correr, sin intensidad y sin ganas. Suárez, Messi y Vidal aprovechan la apatía blanca. El liderato ya está a 14 puntos

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Una Liga de Miranda. Sin esfuerzo, simplemente al trote esperando que pasen cosas mientras con los ojos bien abiertos escudriñas la clasificación. Una clasificación que sitúa al Real Madrid a catorce puntos del liderato en Liga. Con un partido menos, pero a catorce puntos. Y con la sensación de que en diciembre se ha acabado lo que se daba. Sólo falta Porky cantando aquello de «esto es tó, esto es tó, esto es todo amigos». 0-3 del Barça en el Bernabéu y cinco meses de travesía por el desierto para los de Zidane, que ya pueden centrarse en la Champions, que por lo visto es lo que les pone.

El Madrid descuajaringó su partido en un patético arranque de segunda mitad. Como viene sucediendo desde tiempos inmemoriales, los jugadores salieron de vestuarios como si les hubieran inyectado morfina: unos pesos muertos, de Miranda, sin meter la pierna, sin correr. Y todo lo bueno del primer tiempo, el manejo del ritmo del juego, las ocasiones clarísimas desperdicadas por Cristiano Ronaldo, el poste de un Benzema a quien el Bernabéu no soporta más, el empaque que ofrecía el equipo, se vino abajo como un castillo de naipes en cuanto Rakitic arrancó por el centro del campo al trote, Kovacic se fue corriendo a por Messi, que estaba bien lejos, y Casemiro andaba en Babia. El desajuste lo aprovechó el Barcelona, que tuvo dos ocasiones clarísimas en el primer tiempo por medio de Paulinho, pero que no estaba cómodo. La arrancada de Rakitic, decíamos, acabó en gol de Suárez y el partido y la Liga acabaron ahí.

Porque el Madrid se cortocircuitó. Ramos agredió a Suárez y solo vio una amarilla cuando era roja. Esa expulsión no le llegó a él, pero si a Carvajal, tras una jugada digna de Benny Hill, con remates, rebotes, postes, agarrones, patinazos y Dani haciendo de portero. Penalti y expulsión, gol de Messi, 0-2.

Lo que sucedió después sobró, el cambio esperpéntico de Nacho, la entrada de Bale y Asensio a la desesperada, el remate del galés que salvó de milagro Ter Stegen, la polémica en el área azulgrana, el habitual reguero de ocasiones del toro manso aculado en tablas, el gol en el alargue de Aleix Vidal, 0-3, de nuevo aprovechando la mansedumbre madridista. Porque eso fue el Madrid en este Clásico: un manso. Demasiado manso. Falta casta y falta bravura. Y falta una Liga, ésta, una Liga que el Madrid ya no puede ganar. Así que hasta mayo, que esto acabe, ya sabe lo que puede hacer, lo que más le gusta: seguir de Miranda. Fantástico.