RM 0 – 1 VIL: El síndrome de la Quinta del Buitre

Asenjo, un mal arbitraje de Undiano, los fallos en el remate, el desplome físico tras el descanso y el trotar cansino de Marcelo sentencian de nuevo a un Madrid que ya ve amenazada la Champions

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Otra derrota, la tercera en nueve partidos. El Real Madrid dice adiós a la Liga definitivamente, y se mete en un follón espantoso para clasificarse para la Champions. El Bernabéu despidió a su equipo con una pitada colosal, no era para menos, después de que entre Asenjo (porterazo), Undiano (mal árbitro) y el bajón físico y mental del equipo dejasen al equipo como un harapo.

Anda el Madrid metido en una cuesta abajo similar a la que vivió con la Quinta del Buitre. La decadencia de la Quinta duró unos cuantos años, mientras que éste se ha desplomado de manera abrupta en solo cuatro meses. Pero los síntomas son los mismos y hace falta que se tomen medidas urgentes si se pretende no prolongar la agonía de unos jugadores que han sido y siguen siendo mito para muchos, pero que comienzan a ser escrutados en todo lo que hacen, porque ya no son lo que fueron, o al menos eso parece.

Contra el Villarreal, la tónica fue la misma de todos los partidos que este equipo viene disputando desde finales de agosto, tras las Supercopas. El equipo arranca despistado, se pone las pilas, dispone de ocasiones, llega el descanso, vuelve a desenchufarse y acaba con las botas llenas de plomo esperando pacientemente a que el encuentro termine. Da igual el resultado, que en su fase de dominio marque o no, que en su fase de dominado encaje o no. El guión es el mismo, esté enfrente quien esté enfrente. Y ante los amarillos todo fue igual.

El equipo salió fatal, y el Villarreal intentó cazar un par de contras a las que no llegó Bacca, que no es Bakambu y a eso tendrá que acostumbrarse su equipo. El Madrid dio un paso al frente tras el par de sustillos y llegó un torrente de ocasiones: un larguero de Cristiano, dos ocasiones clarísimas marradas por el luso, un gol bien anulado a Bale por un fuera de juego justísimo, una mano que pareció involuntaria en área amarilla tras remate de Bale, un penalti y expulsión de libro sobre Cristiano que no señaló Undiano… En esa etapa, Asenjo volvió a dejar patente que es un porterazo enorme y que el mérito de sobreponerse a sus innumerables lesiones de rodilla ha obtenido recompensa.

Y de repente, con el descanso y las protestas por el penalti a Ronaldo, el Madrid se apagó. Como si les dieran de merendar morfina en los vestuarios. Kroos, Casemiro y Modric parecían tractores arando el césped. Cristiano se desesperaba porque la edad no le perdona y ahora llega dos décimas de segundo tarde a todo, y con eso ya no es CR7, sino uno que se le parece pero no es tan letal. Los cambios de Zidane, sobre todo el de Bale, no agradaron a un público que sigue acudiendo al estadio esperando la resurrección que no llega y que no tiene pinta de que de repente vaya a llegar.

El equipo dio lo que tenía, hasta que se rindió a cinco minutos del final. Fornals, en una contra en la que atacaban cuatro amarillos y defendían solo tres blancos mientras Marcelo trotaba como si fuera una abuela por el pasillo de un geriátrico, puso el 0-1, como hizo Sanabria el día del Betis en un partido calcado a éste. Lo que tiene el Madrid ya no es suficiente. Como le pasó en su día a la Quinta del Buitre. El ciclo madridista que no cesa. Cuanto antes se diagnostique la enfermedad, sin pelos en la lengua, antes llegará la curación. Es obligatorio ponerse a ello.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.