Fernández Trigo: el guardián de los secretos del Real Madrid

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Fernandez Trigo en 1979
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Con la visita de hoy a Chamartín del Deportivo, vamos a dejar el lado el recordar antiguos enfrentamientos entre ambos equipos para hablar de un empleado del Real Madrid. En concreto, vamos a aprovechar que tuvo un pasado en el club coruñés para evocar su trayectoria y su figura dentro de la Casa Blanca además de recordar el gran poder que llego a ostentar, pese a tener un cargo no elegible por la masa social. Estamos hablando de Manuel Fernández Trigo.

Manuel Fernández Trigo.

Uno de los mayores logros de Santiago Bernabéu fue el de aglutinar a su alrededor a un conjunto de personas trabajadoras y competentes, que buscaban el bien común sin afán de notoriedad ni objetivos personales: Raimundo Saporta, Luis de Carlos, Antonio Calderón o Agustín Domínguez. En directivos de este calado, y con el paso de los años, Bernabéu llego a confiar y delegar tanto que su presencia en Madrid llegó a no ser indispensable para el funcionamiento de la entidad, por lo que pasaba largos periodos en Santa Pola. Con la muerte de Bernabéu, gran parte de esta vieja guardia optó por dejar paso a una nueva generación. Saporta lideró la transición hacia De Carlos, y como él siempre había anunciado dejó el club después de realizar este ultimo servicio; Domínguez, quien también llevaba en el club desde la década de los 50, decidió igualmente desligarse del Real Madrid en las mismas fechas para comenzar un nuevo proyecto en la Federación Española; Calderón, aquel médico sevillano a quien don Santiago Bernabéu convirtió en eterno gerente, también tenia en mente su retiro, pero antes decidió permanecer un tiempo en el club para formar a su sucesor y no dejar solo a De Carlos en un momento crítico para la entidad, como era el de la desaparición del gran patriarca.

Su llegada al Real Madrid

Luis de Carlos y Fernández Trigo.

¿Y en quien recayó aquella responsabilidad? Pues en un desconocido para el hincha madridista de a pie: Manuel Fernández Trigo. Nacido en La Coruña en mayo de 1932, Fernández Trigo entró con apenas 20 años en la redacción del diario La Voz de Galicia, donde escribía crónicas de diversos deportes. En los primeros años lo simultaneaba también con el semanario deportivo Riazor y con Radio Coruña. En estos medios solía, ademas de con su nombre, firmar los artículos con los pseudónimos de «Triabe» y «Mafertri». El conocimiento que adquirió sobre el deporte coruñes y gallego y las amistades que trabó fueron un plus añadido para su posterior cambio laboral. En julio de 1969, siendo Antonio González presidente del Depor, pasó a llevar la gerencia del club coruñés. Durante los siguientes años ejerció el cargo mientras que el Deportivo oscilaba entre las tres categorías del fútbol profesional. Su labor no pasó inadvertida y en el otoño de 1978 Luis de Carlos, ya como presidente blanco, pensó en él para sustituir al histórico gerente madridista, Antonio Calderón. Aunque Trigo no fue su primera opción, ya que De Carlos pensó primero, aunque en balde, en José Ignacio Zarza, gerente del Athletic que había modernizado las estructuras del club bilbaino. Elegida la opción alternativa, la Junta Directiva dio un voto de confianza al presidente y Fernández Trigo fichó por el club blanco.

Calderón, despidiéndose de los socios del Real Madrid.

 

 

Tras un periodo de formación y transición, Antonio Calderón se despidió de los socios en la Junta General de la entidad el 29 de julio de 1979. Calderón no se retiró del todo sino que siguió como asesor del presidente, pero ya de manera mas relajada y sin estar en el día a día del club. Desde ese momento, Fernández Trigo toma las riendas del Real Madrid. Éste ya había empezado a desenvolverse en las esferas nacionales e internacionales, puesto que colaboro activamente en la creación del Trofeo Santiago Bernabeu, al que tantos inconvenientes puso la UEFA, y que finalmente logró estrenarse con gran acierto. Para el que quiera refrescar la historia de aquello, puede recordarlo en este reportaje.

Aglutinador de poder

Desde el momento en que se instala en el club en solitario, Fernández Trigo empieza a gestionar al Real Madrid casi en su totalidad. Hablamos del cargo que, a excepción del presidente, era el que acumulaba mas poder. Le podían llegar desde problemas con contratos de los jugadores, incidencias en algunas de las instalaciones de la Ciudad Deportiva, quejas de los socios, problemas con las taquillas, conflictos con otros clubes… además de ejercer la representación del Real Madrid en determinados sorteos nacionales o europeos, asistir a la reuniones de la Federación, sustituir al presidente en aquellos actos a los cuales no pudiera asistir, ejercer de delegado de campo en algunos partidos europeos… Incluso el baloncesto, tras la salida de Saporta, pasó en primera instancia y por algún tiempo a depender de la Gerencia de Fernández Trigo. Puede parecer raro hoy en día dado el gigante mediático y organizativo que es el Real Madrid, pero por aquel entonces pasaba casi todo por las manos del gerente por la estructura del club.

Los temporadas fueron pasando, y por ende los presidentes. A Luis de Carlos, que vio en 1982 refrendado su mandato en las urnas, le sucedió posteriormente Ramón Mendoza en 1985, quien no tuvo rival en las elecciones de 1988 pero sí en las de 1991. Durante todos esos periodos electorales, Fernández Trigo se quedó al frente de la entidad con plena autoridad para tomar decisiones en cualquiera de las áreas que afectaran al funcionamiento de la sociedad. Tan solo tenia a su nivel a Juan José Borrachero o Pedro Zapata, dependiendo del año de las elecciones, que representaban al club en los actos sociales con otras directivas o en los actos institucionales, como acompañar al equipo en sus desplazamientos. Siempre fue un hombre discreto alejado de los focos, pese al altavoz que podía ser el propio Real Madrid, y poco dado a hablar en público.

La relación de Fernández Trigo con Ramón Mendoza siempre se catalogo como de amor-odio. Mendoza era consciente de que el club tenia que evolucionar y modernizarse en todas sus áreas, tras la transición de De Carlos, pero no quiso llegar al club como un elefante en una cacharrería y optó por no tocar esa parcela. Trigo logró ganarse la confianza de Mendoza, quien quiso cargárselo al principio, y sin embargo acabó incluso subiéndole el sueldo. Al amparo de éste, el gerente siguió aglutinando poder y conocimiento, de tal manera que era indispensable en el funcionamiento del club. Y todo ello unido además al hecho que no era muy proclive a delegar en unos subordinados que no eran sino una red de empleados afines a él.

Sin embargo diversos gestos de Trigo acabaron por romper la confianza de Mendoza, sobre todo cuando arruinó el pacto de no agresión que iban a firmar Ramón Mendoza y José Luis Núñez, presidente del Barcelona. Dicho pacto podía haber marcado un antes y después en la relación entre ambos clubes, pero poco antes de firmarlo, tras varias reuniones entre ambos, Fernández Trigo cargó contra Núñez en una asamblea de la Federación.

Batallas ganadas a Inocencio Arias y Villar-Mir

Inocencio Arias, a la izquierda, y Ramón Mendoza.

 

Mendoza no olvidó este gesto e intentó restar poder al gerente fichando a Inocencio Arias, un conocido diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, con el cargo de director General del Club, excusando el fichaje en la tan deseada modernidad. El choque de trenes estaba cantado y Fernández Trigo intentó de todas las maneras posibles socavar la autoridad del recién llegado. El esperpento llego al punto de no cederle ni un despacho al diplomático, hasta que Mendoza tuvo que dar un ultimátum al gerente. Arias no pudo realizar su trabajo puesto que desde la gerencia y otros departamentos se le ocultó información y se le pusieron muchos impedimentos por parte de aquellos que no querían ver restado su poder ni modificado su día a día. Finalmente, y dada la debilidad de Mendoza en aquellos años convulsos, este optó por despedir a Arias para gozo de Trigo. El diplomático, que había renunciado ser el Embajador español en Roma (uno de los cargos mas altos que puede aspirar un diplomático) para asumir este puesto, salió del club sin poder avanzar un ápice en su modernización y con la sorpresa, como él mismo confesó, de haber vivido «mas intrigas en los dieciocho meses que estuve en el club que en todos mis años de carrera diplomática».

Saporta, Mendoza y Fernández Trigo, durante una Asamblea de socios

 

Poco después, Trigo tuvo que superar otro envite provocado por el ex ministro y empresario de la construcción Juan Miguel Villar-Mir, quien había entrado en la Junta Directiva de Ramón Mendoza tras las elecciones de 1995. Dentro de una luchas internas sobre la sucesión de Mendoza entre el recién llegado y Lorenzo Sanz, Villar-Mir planteó un presupuesto que provocaba que el resto de la Junta Directiva tuviera que avalar con su dinero. Con este mar de fondo y una reunión maratoniana, el grupo liderado por el constructor planteó un ultimátum con dos condiciones para poner dinero de su bolsillo: la destitución de Fernández Trigo y la venta de la parcela de la Esquina del Bernabéu. Ambas fueron rechazadas y Villar Mir y sus seis directivos presentaron la dimisión. El gerente se salvaba nuevamente, pero el presidente Mendoza quedaba tocado y este asunto precipitó su salida del Real Madrid.

Y la guerra la perdió con Onieva

Tras la salida de Ramón Mendoza y el ascenso a presidente de Lorenzo Sanz, Trigo continuó en su puesto pero las cosas estaban a punto de cambiar. Sanz, que había sido mano derecha de Mendoza y quien propicio su caída en una polémica Asamblea, conocía la manera de actuar del gerente, un hombre de otro tiempo en un fútbol que estaba cambiando a ritmo acelerado. Sanz sí se daba cuenta de ello, llegó a decir que el club necesitaba «una reconversión como la de los Altos Hornos», y prueba de ello fue la entrada de Juan Onieva en la directiva, lo cual supuso un punto de inflexión. La caída de la portería ante el Borussia Dortmund y la imagen de unos voluntariosos operarios enfundados en mono azul intentando levantarla fue el símbolo de que el club necesitaba acomodarse a los nuevos tiempos. Aunque ese hecho lamentable se consiguió suplir con ingenio y con el traslado de una portería desde la vieja Ciudad Deportiva. Las acciones de Onieva para actualizar el club a los nuevos tiempos trajeron muchos cambios que no sentaron bien a todos y poco a poco Fernández Trigo comprendió que su tiempo en la entidad estaba presto a finalizar. Onieva había acaparado más poder y se aupó a la vicepresidencia económica en el otoño de 1997. Comenzó una restructuración de la gerencia y del área financiera del club, por lo que chocó con los trabajadores veteranos y sus estructuras inmovilistas.

Onieva y Fernández Trigo

En 1999, Lorenzo Sanz ‘ascendió’ al gerente a Director General del club, en un cargo que buscaba alejarlo de su área de influencia, en la cual habían entrado Onieva y sus hombres. Poco después estalla una guerra interna en la Junta Directiva, precisamente por los cambios que realizaba Onieva. Varios directivos presionan a Sanz para que cesen a éste, y al no lograrlo dimiten, aunque antes intentan forzar la convocatoria de elecciones. Todo este alboroto no es casual y viene precedido tras una orden de Onieva a Julio Senn, Francisco Javier Porquera y Raúl Respaldiza, gerentes de área que había colocado el vicepresidente, para que se les abriera la caja fuerte de la taquilla principal del estadio, en busca de documentación sobre la famosa Caja B que funcionaba en el club desde la década de los 60. Solventando el cisma, Sanz y Onieva dictaminan que Fernández Trigo había tomado partido por uno de los bandos, e incluso se decía que el era el cerebro gris del levantamiento, por lo que deciden relevarle por Julio Senn. Finalmente Trigo y el club llegan a un acuerdo tras varias reuniones y este decide jubilarse tras 21 años en el club.

Pensión vitalicia a cambio de silencio

Como guardián de los secretos del club, nunca hubo tema importante o sensible que no pasara por las manos de Fernández Trigo. Llegó a tener tanto poder que era raro quien no se pusiera al teléfono cuando el llamaba, además del temor que infundaba el ser citado en su despacho. Federación, árbitros, Comités, UEFA, FIFA,… La red de contactos y conocimientos del gerente era inmensa y eso que el desconocimiento de idiomas le lastró en las visitas europeas, por lo cual siempre iba acompañado. Un rumor insistente señalaba que Trigo disponía de copias de todos los papeles importantes que habían pasado por sus manos en esas dos décadas. Por todo esto era lógico que ambas partes se reunieran y firmaran un clausula de confidencialidad, ademas de una pensión vitalicia que en el peor de los casos, según la Prensa de la época, rondaba los 300.000 euros anuales, al margen de otras prebendas, tales como entradas gratuitas al estadio y a las finales del equipo. A nadie le interesaba que se pudieran desvelar confidencias de la entidad y de todos los que la rodeaban y/o habían pertenecido a ella. En septiembre de 1999, Trigo y Lorenzo Sanz comparecen en una rueda de prensa en la cual el ya ex gerente dejó claro su pensamiento: «He servido durante 21 años a esta casa y hay tres cuestiones en las que nadie me podrá superar: honradez intachable, dedicación absoluta y lealtad». Con la llegada de Florentino Pérez, éste llegó a un acuerdo con Fernández Trigo para indemnizarle a cambio de perder algunos privilegios que le restaban y de devolver cierta información sensible que obraba en su poder.

Lorenzo Sanz despide en rueda de Prensa a Fernández Trigo

Desde ese momento, Fernández Trigo paso a un discreto segundo plano, al igual que durante su estancia en el club, y se dedicó a un nuevo proyecto: el Gandario Sanse, club que creó en 2001 y al cual entrenó y gestionó durante los años sucesivos. Cumplió lo pactado y tan solo volvió a saltar a la palestra informativa cuando en marzo de 2011 acaeció su muerte tras un derrame cerebral. Con él volvieron a quedar en silencio los secretos y las intrigas de unos de los periodos mas importantes y convulsos del club.