La contracrónica: Anarquía

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Bienvenidos a la anarquía más total y absoluta. Esa de la que nunca nos marchamos. Esa desde la cual nos engañamos hablando de proyectos deportivos, de hegemonías. Esa desde la que suturamos cada vez más puntos. Esa desde la que miramos por encima del hombro a cualquiera, hasta cuando perdemos. Esa desde la que esperamos al PSG como buenos creyentes que somos. Esa anarquía de la que nunca saldremos. Con impulsos de vez en cuando. Sin pulso casi todo el rato.

Es tan duro como terapéutico darse cuenta de que el Real Madrid es un club que basa su éxito en la regularidad de sus coletazos. En dar pequeñas -o grandes- manifestaciones de una actividad siempre muy cercana a su fin. Domina solo donde quiere (Europa), no donde también debe y puede (España). Hace dos años pasó de pedir auxilio con Benítez a reservar la mejor suite del Olimpo. En tres o cuatro meses, no más. De hecho, las finales contra los vecinos en Lisboa y Milán fueron eso: dos coletazos. Andábamos bordeando el vacío y, de repente, ¡zas!, medalla de oro, Orejona y para casa. Así dos años. Así dos veces. Con impulsos de vez en cuando. Sin pulso casi todo el rato.

El partido de hoy -como el anterior, el otro y el de más allá- no ha dejado de ser un correcalles en el que el más fuerte y el más guapo da más golpes. Oier tuvo más trabajo que Keylor Navas. Pero, ¿y qué? Pero, ¿para qué? En este mundo hay guapos muy tontos y feos muy listos, así que no hace falta que diga cuál ha sido el papel que venimos adoptando toda la temporada. Tenemos sobre el campo 10 tipos -perdónanos Luka, de verdad, perdónanos- que siguen teniendo muy buena percha, pero que llevan varios partidos oliendo como un panteón. Sin embargo, el entrenador debe estar muy lejos porque no los huele. No le llega el hedor. O lo quiere disimular, claro.

Ahora bien, estoy cansadísimo de repetir semana tras semana que los que nos hicieron ganar AYER, nos están haciendo perder HOY, y que como MAÑANA no tomemos decisiones, PASADO volveremos a estar como HOY. Y ese ciclo, como no hagamos por pararlo, se va a ir haciendo cada vez más grande hasta aplastarnos. De todos modos, yo solo quiero que pasen rápidos estos 11 días, que suene el himno de la Champions, que Cavani-Mbappé-Neymar se pongan delante nuestro y que Dios nos pille confesados. Sobre todo que Dios nos pille confesados, porque vamos a tener que camelárnoslo para que se ponga de nuestra parte. Eso o dar un nuevo coletazo, que tampoco me extrañaría.

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Mientras intentas descubrir algo más sobre mí en estas líneas yo me ando paseando por algún lugar de Barcelona con el escudo del Real Madrid en el pecho. Desconozco si soy un valiente o un imbécil, pero me excita. Son tantos los que me miran mal como los que empatizan conmigo. Así que si algún día desaparezco que sepáis que o me han matado a palos o a besos. Y si eso ocurre… ¡Que nos quiten lo escrito y leído por aquí! Eso sí, ¿hablaréis bien de mí, no? ¡Más os vale!