ESP 1 – 0 RM: Otra vez la cara colorada

Un gol de Gerard Moreno en el 93 castiga un paupérrimo partido de un Real Madrid irreconocible que tiró por la borda todo lo bueno del último mes. Intolerable apatía de los blancos

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Otra vez el aficionado madridista con la cara colorada, con un gol en el último instante de Gerard Moreno. Otra vez un partido infumable, bochornoso, sin ninguna buena noticia, de su equipo. El Real Madrid, trufado de suplentes y sin el más mínimo espíritu competitivo, perdió (1-0) ante el Espanyol en un partido en el que no hizo nada más que esperar a que acabara el encuentro sin arriesgar nada, y se fue revolcado por falta de combatividad. Fue un espanto. Y gracias. Dos errores arbitrales (un gol mal anulado al Espanyol y un penalti no señalado en área españolista por manos de Víctor Sánchez) y un remate al palo de Duarte es todo lo que pasó, además del gol, en el partido.

El Madrid despachó un partido pobre, por no decir paupérrimo. Es cierto que no empezó mal y fue capaz de forzar una buena tanda de saques de esquina sobre la meta de Diego López, pero es que no hubo nada más. El equipo jugó andando, y quizás decir andando es exagerar su velocidad: aún más despacio, de verdad. El equipo estuvo totalmente lastrado por el extrañísimo once de Zidane, con Asensio perdido en una banda y Bale actuando de nueve. Y eso implicó que la brújula ofensiva blanca fueran las conducciones a ningún lado de un cada vez más previsible Kovacic y la lentitud exasperante de un Isco que parece el primo del que empezó la temporada.

Ganó Isco. Kovacic, en sus arrancadas, al menos es veloz, pero como se impuso el malagueño el Madrid jugó a una velocidad absolutamente sonrojante, impropia hasta de un equipo de casados ante el de solteros del pueblo. Sin movilidad, con sobeteo excesivo de la pelota, con Bale anclado en el área y con Asensio maniatado contra la línea de cal. Era imposible que sucediera nada bueno: un remate de Bale de cabeza a centro de Achraf, nada más empezar, y unas manos de Víctor Sánchez de esas que el Reglamento dice que no son cuando son, precisamente, las más claras. El penalti al limbo, al menos, sirvió para compensar un gol anulado a Gerard Moreno por un órsay que no era, Marcos Llorente enganchado.

Sí, jugó Llorente, porque Casemiro se quedó en Madrid. Y Achraf, con Carvajal suplente. Y Nacho hizo de lateral izquierdo, con Theo en el banquillo quién sabe por qué. Tuvo veinte minutillos Benzema, que ni la olió, diez minutos Ceballos, totalmente inadvertido, y el descuento Mayoral, que ni sudó la camiseta. Las decisiones siguen siendo extrañísimas. Es cierto que la temporada pasa por París, pero ponerle la cara colorada todos los días al aficionado madridista no parece lo mejor, menos aún si acabas el partido encerrado en tu área y encima encajas un gol, el único del encuentro, en la última jugada. Hoy toca acostarse, otra vez, con la cara colorada, por la intolerable apatía de los que jugaron. Es lo que hay.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.