De la Primera a la Novena: crónica histórica de un supercampeón

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La Décima cayó, por fin, en Belgrado. Pero para llegar a conquistar diez Copas de Europa, el Real Madrid tuvo que ganar antes otras nueve. Ésta es la historia de cada una de esas finales, desde que en 1964 los blancos lograran la Primera y hasta que en 2015 alzase al cielo de Madrid la Novena.

La Primera: 1963-1964

Al Real Madrid le tocó disputar una durísima final ante el Spartak ZJS Brno checoslovaco. Los blancos, entrenados por Joaquín Hernández, sufrieron una dura derrota (110-99) en el encuentro de ida, jugado el 27 de abril de 1964 en el Zimní Stadion de Brno, abarrotado con 11.400 espectadores. Once puntos de desventaja y las lesiones de Luyk y Sevillano. El Real Madrid tuvo una ventaja de hasta siete puntos (16-23), aunque el encuentro se igualó y los de Ivo Mrazek se fueron por delante al descanso (54-53). Sin embargo, el equipo local salió en tromba tras el descanso liderados por unos impresionantes Konvicka (30 puntos) y Pistelak (28) y dejó el partido casi liquidado (84-64, parcial de 30-11 en cinco minutos). La acumulación de faltas personales empezó a hacer mella en los locales, y luego en los visitantes. Un excepcional Emiliano (31 puntos) llevó a a los blancos a dejarse sólo once puntos al final del encuentro. Tocaba remontada.

Luyk anota en el precioso Zimni Stadion de Brno.

La remontada se tenía que fraguar en el frontón Fiesta Alegre, feudo madridista, que se llenó hasta arriba: 5.000 aficionados. La vuelta se disputó el 10 de mayo de 1964. Pero no fue nada sencillo. El equipo checoslovaco supo aprovecharse del nerviosismo madridista para llegar más que vivo al descanso (37-33), sujeto por la inspiración de un acertado Konvicka (23 puntos). Pero el Madrid fue un vendaval en la segunda, favorecido de nuevo por los problemas de personales de los visitantes, y apuntilló sobradamente la remontada, (84-64). Emiliano, con 28 puntos, y Luyk, con 25, iluminaron la primera Copa de Europa de baloncesto del Real Madrid.

Ida

110 – Spartak Brno: Pistelak (28), Zdenek Bobrovsky (12), Konvicka (30), Vlk (2), Konecny (16) – Jan Bobrovsky (21), Pokomy (1), Milota (0) y Dubs (0). Entrenador: Ivo Mrazek.
99 – Real Madrid: Sainz (5), Sevillano (10), Emiliano (31), Luyk (18), Burgess (22) – Hanson (6), Descartín (4), Durand (3), Palmero y Monsalve. Entrenador: Joaquín Hernández.

Vuelta

84 – Real Madrid: Descartín (2), Sainz (8), Emiliano (28), Luyk (25), Burgess (13) – Sevillano (8) y Hanson (0). Entrenador: Joaquín Hernández.
64 – Spartak Brno: Pistelak (8), Zdenek Bobrovsky (14), Konvicka (23), Jan Bobrovsky (8), Konecny (2) – Milota (6), Pokomy (3), Vlk (0) y Dubs (0). Entrendor: Ivo Mrazek.

La Segunda: 1964-1965

El Real Madrid repetía la final de 1963 contra el CSKA, en la que perdió. En el encuentro jugado el 8 de abril de 1965 en Moscú, en el Sportivnij Palas y ante 15.000 espectadores, los blancos, entrenados ya por Pedro Ferrándiz, vivieron un mal momento en el meridiano de la primera mitad (34-21) con Guennadi Volnov haciendo mucho daño (22 puntos). Al descanso, 48-40 y todo por decidir. El Madrid tomó las riendas del encuentro, favorecido por las eliminaciones por personales de Korneev y Lipso, y pudo hasta ganar, pero decidió contemporizar pensando en la vuelta. Los 28 puntos de Luyk fueron determinantes para que la derrota fuera por sólo siete puntos, 87-81.

Luyk y Burguess, máximos anotadores blancos en Moscú.

En la vuelta, jugada el 13 de abril en Fiesta Alegre, tuvo como gran protagonista a la defensa que ideó Ferrándiz: los jugadores flotaban al base armenio Alachachian, quien no tuvo su día en el tiro. El verdugo blanco en Moscú, Volnov, fue perfectamente ahogado por la presión madridista y acabó pagando su frustración ofensiva cargándose de faltas muy pronto. 24 puntos de Emiliano y 18 de Luyk sirvieron para remontar los siete puntos de la ida (76-62) y así los blancos levantaron La Segunda.

Ida

88 – CSKA: Alachachian (8), Travin (11), Volnov (18), Korneev (18), Lipso (9) – Astajov (10), Borodin (9), Zubkov (2), Kulkov (3) y Chekuro (0). Entrenador: Evgenij Alekseev.
81 – Real Madrid: Sainz (7), Sevillano (11), Emiliano (19), Luyk (28), Burgess (15) – Descartín (4), Scott (2) y Durand (4). Entrenador: Pedro Ferrándiz.

Vuelta

76 – Real Madrid: Sainz (9), Sevillano (1), Emiliano (24), Luyk (18), Burgess (16) – González (7) y Descartín (1). Entrenador: Pedro Ferrándiz.
62 – CSKA: Alachachian (6), Astajov (8), Volnov (8), Korneev (11), Lipso (6) – Borodin (7), Chekuro (10), Kulkov (6), Zubkov (0) y Travin (0). Entrenador: Evgenij Alekseev.

La Tercera: 1966-1967

Carlos Sevillano es felicitado por el entrenador del Simmenthal, Cesare Rubini

La final, tras el cambio de formato de la competición a una Final Four en una única sede, se disputaba en el Pabellón de la Ciudad Deportiva, y eso extramotivó a un Real Madrid que no tuvo un buen año en la competición doméstica. Raimundo Saporta logró maniobrar en los despachos con la suficiente sutileza como para lograr que la final se disputara en Madrid y así los blancos tuvieran ocasión de disputar la Copa de Europa al año siguiente, si ganaban en casa. Y lo hicieron, sufriendo de lo lindo. En semifinales, ganando de dos puntos al Olimpia Ljubiana (88-86). En la final, al Simmenthal Olimpia Milano (91-83), en un encuentro durísimo. Emiliano logró que sus 29 puntos fueran más decisivos que los de Steve Chubin (34). Y Miles Aiken, con 23 puntos y anulando a Red Robbins, fue también decisivo. La Tercera se quedaba en casa, y el Madrid se clasificaba además para la siguiente Copa de Europa.

91 – Real Madrid: J. R. Ramos (4), Emiliano (29), McIntyre (14), Aiken (23), Luyk (17) – Sainz (0), Monsalve (2) y Sevillano (2). Entrenador: Pedro Ferrándiz
83 – Olimpia Milán: Pieri (4), Chubin (34), Vianello (12), Robbins (6), Masini (14) – Riminucci (5), Ongaro (3), Iellini (4) y Fantin (3). Entrenador: Cesare Rubini.

La Cuarta: 1967-1968

En Lyon, ante un equipazo como el Spartak ZJS Brno de nuevo, como en la Primera, con Emiliano recién recuperado de una lesión en la espalda y con Carlos Sevillano de baja por lesión, el Real Madrid aparecía como víctima propiciatoria del equipo checoslovaco, ávido de venganza además tras mantener casi el mismo bloque que en la final anterior. El partido comenzó muy tenso, dos minutos hasta anotarse la primera canasta. Luyk se cargó de faltas muy pronto, en doce minutos llevaba cuatro, y Emiliano tuvo que retirarse del campo en el catorce al reproducírsele la lesión de espalda. Todo parecía vendido, en un encuentro terriblemente igualado hasta entonces… Apareció Brabender con su tiro perfecto, bien secundado por Ayken, y el Madrid se marchó tres arriba al descanso, 52-49. En la segunda mitad, los dos equipos estuvieron terriblemente lastrados por las faltas, cargadísimos sus mejores hombres. Los de Ferrándiz supieron aguantar mejor la presión y, de la mano de Brabender (22 puntos), Ayken (26) y Luyk (24), sellaron el triunfo agónico final: 98-95.

98 – Real Madrid: Sainz (6), Emiliano (6), Brabender (22), Aiken (26), Luyk (24) – Nava (10), Paniagua (0) y J.R. Ramos (4). Entrenador: Pedro Ferrándiz.
95 – Spartak Brno: Pistelak (14), Zdenek Bobrovsky (9), Konvicka (25), Jan Bobrovsky (22), Novicki (17) – Vlk (2), Cvrkal (4) y Jambor (2). Entrenador: Ivo Mrazek.

La Quinta: 1973-1974

Szczerbiak anota ante Meneghin.

La final de Carmelo Cabrera, la final del Palais des Sports de Beauliau de Nantes. Una final igualadísima, sin excesiva calidad pero absolutamente infartante. El Pallacanestro Varese se presentaban como un durísimo adversario para los de Pedro Ferrándiz, y lo fueron, vaya que si lo fueron. A los seis minutos, con Dino Meneghin absolutamente desbaratado, los italianos apabullaban: 10-22. A los trece la cosa seguía igual, 20-32. Ferrándiz ordenó que Luyk se encargara de Meneghin (hasta entonces marcado por Rafa Rullán) y Carmelo Cabrera entraba en el parqué para tratar de frenar al hasta entonces implacable Ossola. El base canario le dio otro aire al Madrid y el 34-39 al descanso era menos doloroso. Cabrera redondeó una segunda parte sencillamente espectacular, implacable en defensa y muy acertado en ataque (16 puntos), bien secundado por Brabender (22), lo que permitió al Madrid encarrilar la final pese a que el canario fue eliminado por faltas. 84-82 y la Quinta en el zurrón.

84 – Real Madrid: V. Ramos (0), Brabender (22), Szczerbiak (14), Luyk (14), Rullán (14) – Cabrera (16) y Corbalán (4). Entrenador: Pedro Ferrándiz.
82 – Pallacanestro Varese: Ossola (4), Raga (17), Morse (24), Bisson (10), Meneghin (25) – Zanatta (0), Rusconi (0) y Polzot (0). Entrenador: Sandro Gamba.

La Sexta: 1977-1978

Meneghin lanza ante Rafa Rullán.

Y por fin llegó. El Real Madrid se convirtió en el club más laureado del Viejo Continente, superando al Pallacanestro Varese (patrocinado por Mobil Girgi), tras superar al cuadro de Sandro Gamba en la final, disputada en el Rudy Sedimallers Hall de Múnich. Como sucedió en La Quinta, la magistral dirección y defensa de Carmelo Cabrera fueron fundamentales para sujetar el básket fuerza del equipo italiano. El Madrid, con Lolo Sáinz de entrenador, comenzó arrollador (18-8) pero los varesinos le dieron la vuelta (30-38) aprovechando un mal día de Corbalán. Morse, que logró doce puntos hasta el descanso, fue secado por los blancos tras la reanudación. La fortísima defensa blanca encontró además una gran efectividad anotadora por parte de Szczerbiak (26 puntos), y el Madrid se disparó hasta el 75-67 final. Luyk y Vicente Ramos dijeron adiós al Real Madrid tras este partido, poniendo fin a sus carreras.

75 – Real Madrid: Corbalán (2), Brabender (16), Szczerbiak (26), Coughan (10), Rullán (10) – Cabrera (9), Prada (2) y López-Iturriaga (0). Entrenador: Lolo Sainz.
67 – Pallacanestro Varese: Ossola (2), Yelverton (24), Zanatta (4), Morse (12), Meneghin (23) – y Bisson (2). Entrenador: Sandro Gamba.

La Séptima: 1979-1980

Luis de Carlos recibe al equipo tras ganar la Séptima en Berlín.

En Berlín Oeste, la parte de la RFA de la capital alemana, y ante una multitud de seguidores hebreos, el Real Madrid conquistó su Séptima ante el Maccabi, el gran favorito. Lolo Sainz dio un recital desde el banquillo gracias a sus cambios de defensa, algo que no se estilaba en la época: si no anotaba o lo hacía un pívot, en individual; si anotaba un exterior, zona press, algo que ahogó a Aroesti y a Berkowitz. El baño de Sáinz a Ralph Klein, técnico del equipo amarillo, fue tremendo. El Madrid se escapó desde el principio por los despistes de Maccabi ante la defensa cambiante (26-14 en el minuto 11, 48-40 al descanso). 55-42 fue la máxima ventaja blanca, que tuvo que bajar el pistón de su zona press a causa de las personales. El Maccabi logró comprimir el marcador, pero no llegó a tiempo: 89-85, con 27 puntos de un extraordinario Rafa Rullán.

89 – Real Madrid: Corbalán (9), Brabender (12), Szczerbiak (16), Rullán (27), Meister (21) – Llorente (2), Querejeta (2) y Prada (0). Entrenador: Lolo Sáinz.
85 – Maccabi: Aroesti (0), Berkowitz (10), Silver (0), Perry (22), Williams (31) – Boatwright (22), Zisman (0), Keren (0) y Scwartz (0). Entrenador: Ralph Klein.

La Octava: 1994-1995

Antonio Martín, Sabonis, Antúnez y Arlauckas celebran la ansiada Octava.

No podía fallar nada, y no falló. Final en España (Zaragoza), el mejor jugador europeo vistiendo de blanco (Arvydas Sabonis) y el técnico más laureado del continente dirigiendo al mejor equipo de Europa, Zeljko Obradovic en el banquillo del Real Madrid. Tardó quince años en llegar, pero la Octava llegó. Ante Olympiakos (por aquel entonces con k), dirigido por Giannis Ioannidis, el Real Madrid fue un equipo perfectamente engrasado, sobre todo en defensa. En ataque, los 23 puntos del zar lituano y los 18 de Arlauckas eran demasiado para el cuadro heleno, donde Fassoulas se quedó sin anotar. Sólo Volkov y Nakic dieron la cara, pero era demasiado poco. 38-28 al descanso y 73-61 final, la travesía por el desierto parecía haber acabado.

73 – Real Madrid: Antúnez (12), García Coll (2), Santos (7), Arlauckas (16), Sabonis (23) – Lasa (1), Cargol (6) y Antonio Martín (6). Entrenador: Zeljko Obradovic.
61 – Olympiakos: Tomic (3), Sigalas (10), E. Johnson (9), Volkov (15), Fassoulas (0) – Bakatsias (2), Nakic (15) y Tarlac (7). Entrenador: Giannis Ioanidis.

La Novena: 2014-2015

Andrés Nocioni, el héroe de la Novena.

La travesía por el desierto parecía haber acabado, decíamos… Pero nada más lejos de la realidad. Hubo que esperar veinte años, veinte, para ver al Real Madrid levantar la Copa de Europa de nuevo. El Real Madrid, dirigido por Pablo Laso, se presentaba a una Final Four que se disputaba en su casa, el Palacio de Deportes de la capital de España, tras haber perdido dos finales consecutivas. En la final, enfrente estaba el Olympiacos de Spanoulis, el mismo que hacía dos años le había arrebatado la gloria. El partido resultó muy igualado hasta el segundo acto, cuando Nocioni dijo que aquello se ganaba por sus… narices. Del 15-19 a favor de los visitantes se pasó a un 35-29 al descanso, y un 53-46 al término del tercer cuarto. Hacía falta dureza mental para aguantar a los griegos, y ahí apareció de nuevo Nocioni, que con dos triples logró que el Madrid cerrase un parcial de 9-0 en el arranque del último acto y que el Madrid, ahora sí, encontrara por fin la salida del desierto: 78-59 y nueve Copas de Europa en las vitrinas de la sala de juntas del Santiago Bernabéu.

78 – Real Madrid: Llull (12), Rudy (7), Carroll (16), Reyes (2), Ayón (2) – S. Rodríguez (11), Nocioni (12), Maciulis (9), Rivers (5), Slaughter (2), Bourousis (0) y Campazzo (0). Entrenador: Pablo Laso.
59 – Olympiacos: Dunston (4), Spanoulis (3), Printezis (11), Mantzaris (1), Darden (0) – Petway (2), Hunter (10), Papapetrou (0), Sloukas (10), Agravanis (0), Lafayette (1) y Lojeski (17). Entrenador: Giannis Sferopoulos.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.