RUS 5 – 0 ARA: Cheryshev le puso café al partido inaugural

Dos golazos del ruso ex madridista y el buen partido de Golovin le sirven a una Rusia llena de dudas para vapulear a una Arabia Saudí que fue un convidado de piedra a la inauguración. No hubo VAR

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Sin despeinarse, porque Arabia Saudí es lo que es, una selección participante en el recién estrenado Mundial 2018 sin más esperanza que no salir goleada de cada partido. Ante Rusia, en el estreno, más o menos lo consiguió porque el equipo anfitrión de esta Copa del Mundo tampoco es que sea para tirar cohetes. Se llevó cinco (el partido acabó 5-0), pudieron ser más, pero tuvo que ser Cheryshev, un ex madridista, el que le puso algo de café a una sobremesa soporífera: fue mejor la ceremonia de inauguración que el partido inaugural.

El primer gol de Cheryshev gol, con ese doble requiebro en el área rabe y el zambombazo de zurda, fue de las pocas cosas destacadas del encuentro junto con el segundo, otro golazo, cuando el partido ya agonizaba. Además de las cositas que siempre deja Golovin, el mejor ruso sobre el campo. Rusia salió atenazada ante un rival que tiene un nivel muy limitado, con una distancia entre líneas que da espacio hasta el Titanic y con menos pericia defensiva que un manco en un concurso de esgrima. Gazinsky aprovechó para adelantar a los Europeos del Este de cabeza, aprovechando el resbalón de un defensor en un balón colgado y a partir de ahí todo era esperar a ver cuántos caían: Arabia fue incapaz de hacer un remate entre los tres palos en todo el partido y sólo ‘disparó’ en tres ocasiones.

Rusia tampoco fue mucho mejor: siete remates a puerta y cinco goles, para que luego digan que eso de la pegada es lo que tiene el Madrid. Además de los cinco goles (el tercero fue obra de Dzyuba tras un enorme pase de Golovin, quien cerró el marcador con una falta directa sobre el silbatazo final), el interés del partido estaba en el VAR, de estreno en un Mundial, pero no invitaron ni a unas patatas fritas con la cerveza: no hubo que usarlo. El café lo puso Cheryshev y el azúcar, Golovin.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.