A Bélgica le salió un partido denso, como esos salmorejos de Puente Genil que tiras al techo y no gotean, ante Panamá, una cenicienta. Ganó, pero no dejó buenas sensaciones. Pero ante Túnez, los Rode Duivels se marcaron un partidazo (5-2) y presentaron su firme candidatura a obtener el título de campeones del mundo. Entre Eden Hazard y Romelu Lukaku, dos goles cada uno además del añadido de Batshuayi justo al final, desparramaron al equipo norteafricano, incapaz de defender con solidez los ataques belgas aunque en ataque sí tuvieron el desparpajo suficiente como para poner en apuros a Courtois en más de una ocasión
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— ManUnitedZone (@ManUnitedZone_) June 23, 2018
Los de Roberto Martínez han afinado perfectamente su 3-6-1, porque así es como juegan. Esa superioridad insultante en el centro del campo, la solidez de sus centrales y el buen tino de Romelu Lukaku con la portería contraria son su sello como selección: para ganarles va a haber que sudar tinta china, más aún porque será complicado encontrarse a una selección con tanto jugador de postín y que todos ellos tengan un mal día a la vez. Porque en cuanto a De Bruyne, Carrasco, Eden Hazard, Mertens o Lukaku se les enciende una bombilla, a uno solo de ellos, el rival puede echarse a temblar.
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— David Kappel (@kappilinho) June 23, 2018
Ante Túnez, toda Bélgica rindió a gran nivel. Los dos goles de Romelu Lukaku permitieron al delantero del United sumar su segundo doblete consecutivo mundialista (algo que no lograba nadie desde Maradona en 1986) y emparejarse con Cristiano Ronaldo, palabras mayores, en el top de máximos goleadores en el torneo, plena lucha por la Bota de Oro de Rusia 2018. Pero Eden Hazard, otros dos goles, y Mertens y Meunier, con dos fenomenales asistencias, también estuvieron muy activos. Igual que Witsel, que tuvo uno de esos partidos que hacen que te obligues a verle jugar más hasta que su inconsistencia te desespera y acabas obviándole. Curiosamente, De Bruyne fue el que más gris estuvo.
Pero aún y así, con el jugador del City apagado, Bélgica sacó pecho, se miró al espejo, se dio cuenta de que estaba bien guapa y gritó a todo el mundo que este Mundial, ahora sí, éste sí que sí, puede ser belga. Ya veremos, porque pese a su partidazo no puede obviarse algo: Túnez encajó el primer gol muy tempranero y de un penalti justísimo (y que debió ser revisado por el VAR), sufrió dos lesionados en la primera parte, encajó el tercero en la prolongación antes del descanso, el cuarto nada más volver y el quinto con el tiempo casi cumplido. Sí, Bélgica dio buena imagen, pero así se las ponían a Fernando VII…
