México no pierde el segundo partido de una Copa del Mundo desde 1978, y no es moco de pavo porque desde 1986 ha acudido a todos los Mundiales. Hoy, la selección azteca se mide a Corea (17:00, Cuatro) con el objetivo no sólo de ganar para lograr el pase a octavos, sino también para transmitir al mundo la señal inequívoca de que su triunfo ante Alemania en la primera jornada no fue flor de un día, sino que los manitos han venido aquí para dar mucha más guerra de la que todo el mundo esperaba de primeras.
Lo primero es lo primero, y buena parte del madridismo andará hoy pendiente de Héctor Herrera, después de que toda la Prensa portuguesa, en una información luego rebotada pro la española, haya situado al Zorro del Oporto en la órbita del Madrid de Lopetegui. Herrera es un jugador con un excelente criterio en el manejo de la pelota, con capacidad para descerrajar asistencias pese a jugar retrasado y con unas aptitudes defensivas, tanto en tackling como en juego aéreo, más que notables. Su mayor pecado, que ve demasiadas tarjetas y tiene problemas en lo disciplinario. Pero es un jugadorazo que, seguro, pasará hoy la prueba del microscopio madridista.
Mientras, Juan Carlos Osorio tiene la duda de si repetir el once que derrotó a la actual campeona del mundo con el gol del Chucky Lozano o, por el contrario, hacer rotaciones, que es el sello de la casa del técnico colombiano. Marco Fabián, Tecatito Corona y Edson Álvarez tienen opciones de ser titulares, dado que Osorio tiene claro que para poder competir en un Mundial es importante evitar el desplome físico y psíquico de cualquier selección, ya muy tocada de piernas y mentalmente a finales de junio y en el calor del verano europeo.
Curiosamente, eso es algo que Osorio aprendió de Guus Hiddink, seleccionador de aquella Corea del Sur que en 2002 protagonizó la gran sorpresa del torneo en su Mundial al llegar a cuartos tras eliminar en las rondas del KO a Italia y a España. Sí, de aquella manera, pero las eliminó. Osorio y Guus Hiddink son el nexo de unión de México y Corea, quién lo iba a decir.
