MEL 0 – 4 RM: La lluvia en Melilla es una maravilla

Solari se estrena con una plácida victoria. Benzema, Asensio, Odriozola y el debutante Cristo González sentencian la eliminatoria ante el Melilla con sus goles. Vinicius se gustó pero no marcó

0
-publicidad-

La lluvia en Melilla es una maravilla, y al Real Madrid el chorreo celestial le vino que ni pintado para, además de empaparse en un partido en el que le costó encontrar cosas a las que agarrarse para ser feliz, amarró la victoria marcando cuatro goles (0-4), algo que ni los más viejos del lugar recordaban, en la ida de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Benzema y Asensio marcaron en la primera parte, y Odriozola y el debutante Cristo González lo hicieron en la segunda, en un encuentro en el que los locales, pese a las palabras de Solari, le pusieron durante muchos minutos más testiculina que el vigente tricampeón de Europa, cosa normal en un equipo de inferior categoría.

Solari planteó una alineación en la que sólo chirriaba la presencia de Keylor Navas y no de Courtois. El resto, cesiones al vestuario (Ramos y Benzema titulares) y a las recomendaciones de la directiva (Odriozola y Vinicius en el once). A los dos primeros el partido les vino como el zapatito de cristal de la Cenicienta a sus hermanastras, ni estirando en un potro de la Inquisición cabía el pie y se notaba que estaban de paso. Mientras, Odriozola fue el avión que acostumbraba en ataque pero en defensa se las vio tiesas para frenar a Ruano, un extremo de 34 años que como mayor éxito ha jugado alguna temporada en Segunda. Pero como en fase ofensiva luce una barbaridad por su extraordinaria velocidad y porque además cazó el tercer gol blanco rematando un balón suelto sobre la línea, se llevó un saco de elogios de vuelta a casa.

Lo de Vinicius es algo parecido. El brasileño disputó un partido contra un adversario exactamente del mismo nivel que los que tiene enfrente cuando defiende la camiseta del Castilla: un Segunda B. El brasileño demostró que no tiene tanto reprís como se le presuponía (perdió un par de carreras saliendo de parado, y ganó alguna otra por potencia física), que es muy vertical e imaginativo, que no es un rematador (tuvo dos relativamente fáciles: una la mandó al Monte Gurugú y la segunda la empotró contra el larguero cuando parecía imposible fallar el remate) pero que sí es capaz de encontrar espacios donde filtrar buenos pases: Lucas Vázquez desperdició el primero pero Benzema embocó el segundo para hacer el 0-1. Con el Melilla desfondado, buscó con ahínco su gol, pero no lo encontró.

Ese gol hizo que el Madrid se aposentara en un partido en el que empezó de nuevo al trantrán y con la sensación de que el juego estaba mucho más igualado de lo que un enfrentamiento entre equipos separados por tres categorías debería hacer ver. Asensio, muy participativo como tercer volante en el centro del campo de Solari, logró el 0-2 a pase de Vinicius justo antes el descanso, certificando el primer triunfo de la era Solari, y pese a que Yacine fue un quebradero de cabeza para un Ramos que sigue a un nivel impropio, acsi tanto como los jueces de línea, que no acertaron ni un fuera de juego. Javi Sánchez, su pareja en el eje en la ciudad norteafricana, estuvo sólido, cosas de conocer la Segunda B.

En la segunda mitad, con todo cuesta abajo, Ramos y Benzema se quedaron en el vestuario y salieron Valverde y Nacho, y luego debutó Cristo González casi al final, pero no cambió demasiado la cosa. Llovía, el Madrid con todo a favor mandaba, Vinicius era el foco de atracción y los dieciseisavos de final, con los goles de Odriozola y del delantero tinerfeño, ya están liquidados aunque quede un partido por delante. La lluvia en Melilla es una maravilla, sí, pero hay una vuelta que sobra por jugar.