Historia del RMCF: la pista de hielo

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La pista de hielo en mayo de 1975 (foto ©ABC)
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Una de las grandes joyas de la corona para el socio madridista, y la gran envidia de los hinchas de otros clubes, fue la antigua Ciudad Deportiva madridista. Construida en el final de la antigua carretera de Francia, cuando aquello era casi un páramo, la gran visión de Don Santiago Bernabéu consiguió hacer realidad el sueño de tener un lugar de esparcimiento y disfrute para el socio y aficionado madridista, de mayor alcance al que en los años 20 se habían disfrutado en las viejas instalaciones del antiguo Chamartín y con el paso de los años en la sede del Frontón Fiesta Alegre. Al igual que con la construcción del estadio, viendo hacia dónde y de qué manera creció la ciudad, los terrenos acabaron siendo un gran patrimonio del club que sirvieron para paliar, con su venta, la deuda que se incrementó en el tramo final de la etapa de Bernabéu y que el resto de presidentes no supieron o no pudieron solventar. Hoy, justo en la semana que se cumplen 49 años, vamos a recordar una de las instalaciones más llamativas que formaron parte de aquellas hectáreas al final del Paseo de La Castellana: la Pista de Hielo.

Samaranch, el ministro Sánchez Bella y Santiago Bernabéu hace hoy 49 años.

Abierta al socio en diferentes fases, ya en 1960 la Ciudad Deportiva tenia disponible el club social de tenis con sus correspondiente canchas, fue ampliándose al poco tiempo con una piscina. El éxito de las instalaciones y la idea original sobre la cual estaba pivotada las emisiones de bonos para su construcción fue tal que no tardo en ser ampliada, y poco a poco se fueron terminando las pistas de atletismo, nuevos campos de futbol, el pabellón de baloncesto o las piscinas olímpicas, que hacían del recinto una autentica ciudad del deporte aunque en esas fechas era en un enclave alejado del centro de la capital. A finales del verano de 1968 el club inauguró dos piscinas olímpicas y una infantil, dentro de los festejos por los XXV años de presidencia de Santiago Bernabéu, en la ampliación que estaba realizando en la zona norte mas cercana al Hospital de La Paz. Sin embargo no se abrieron al público hasta el siguiente verano.

Cerca de ellas, y un poco más alejado de la entrada de las instalaciones, el club pensó en aprovechar un espacio para crear una pista de hielo de la cual carecía la capital en esos momentos, para al mismo tiempo no dar unicamente beneficios a los socios sino también al habitante de Madrid dado que estas ampliaciones estarían abiertas al publico en general. Madrid no tenía una pista de hielo olímpica, teniendo como antecedentes fijos el Palacio de Hielo ubicado en la calle Medinaceli en fechas anteriores a la Guerra Civil, o bien pequeñas pistas en los actualmente desaparecidos Sótanos de la Gran Vía o en la Estación del Norte, actualmente conocida como Príncipe Pío.

Decidido a crear una pista de hielo a la altura del club, se diseño con dimensiones de 61 metros de largo por 28 de ancho, y podía albergar a unos 300 patinadores. Disponía de una infraestructura de 24 kilómetros de tuberías por las cuales circulaba el agua y el coagulante los cuales, junto a tres compresores de 125 caballos de potencia, mantenían la pista helada. Treinta y cuatro empleados prestaban servicio a la instalación, al cual se le añadía un bar bajo las órdenes de Manuel Meana, una leyenda del Sporting de Gijón y seleccionador nacional en la década de los 50 y que desde 1961 había sido designado por Bernabéu como responsable de la Ciudad Deportiva, cargo en el cual permanecería hasta su jubilación. Para quien no quisiera patinar o fuera de acompañante, el club diseñó dos gradas laterales. Una de ellas de doble altura en la cual se podía disfrutar con mayor visión de la pista. Todo ello iluminado por focos de la marca Phillips, quien financió los 144 proyectores que daban 2100 luxes a cambio de ubicar su logo en los fondos de la pista. El coste de la instalación sobrepaso los ocho millones de pesetas (48.000 euros) de la época.

La Ciudad Deportiva en 1969. En la imagen se observan las piscinas olímpicas, la Pista de Hielo y el Hospital de La Paz.

El 22 de noviembre de 1969 fue la fecha elegida para la inauguración. Con la presencia del Alfredo Sánchez Bella, ministro de Información y Turismo; el delegado nacional de Educación Física y Deportes, Juan Antonio Samaranch; el director de deportes del ministerio francés, el Coronel Marceau Crespin; y Santiago Bernabéu, se procedió a cortar la simbólica cinta con la cual se daba por inaugurada oficialmente la instalación al tiempo que sonaba el himno nacional por los altavoces de la instalación. Aquella tarde-noche se programó una exhibición de patinaje artístico por parte de la pareja inglesa Susan Getty y Roy Bradshaw, que junto al alemán Reinhard Ketterer deleitaron al publico antes y durante los descansos del plato fuerte: un partido de hockey sobre hielo donde se enfrentarían los equipos del Megeve francés y el Servette suizo. Tras los saludos protocolarios, y la entrega de un banderín homenaje por parte de Santiago Bernabéu a los capitanes, comenzó el partido. Con tres tiempos de veinte minutos a tiempo corrido, ambos equipos fueron parejos en el marcador en un partido disputado aunque sin mucho brillo, donde el equipo francés finalmente se hizo con el triunfo por un apretado 7-6. Tras la jornada inaugural, al día siguiente volvió a repetirse el evento sin la pompa y el boato de las inauguraciones y con un ambiente más distendido.

Los equipos que inauguraron la pista: Megeve a la izquierda y Servette a la derecha.

Tras la inauguración, la pista tuvo diversos horarios: sesión de tarde y noche en días laborables que se prolongaban incluso más allá de la medianoche, para añadir una sesión adicional matinal los fines de semana y festivos. Junto a los monitores, el club ponía a disposición el alquiler de patines para poder llegar a una mayor cantidad de público. El éxito fue inmediato y a los pocos meses ya se abrió un turno matinal entre semana para poder dar oportunidad a aquellos colegios que estaban interesados en llevar a los alumnos a patinar. La pista tuvo rentabilidad durante mas de una década, pero el club nunca terminó de ver clara la creación de una sección de hockey, pensaba que podía ser deficitaria y había ido cerrando secciones de otros deportes por ese mismo motivo. Se limitaba más a tenerla abierta por una función social y didáctica para los aficionados que por negocio. A excepción de algún partido, como en febrero de 1970 cuando se enfrentaron el Bolzano italiano y el Friburgo suizo, tan solo permitía el alquiler de la pista para sesiones cerradas de enseñanza, pero siempre limitadas a no dañar los horarios abiertos al público en general.

Un boleto del alquiler de patines en la pista de Hielo: 25 pesetas (0,15€)

Con el paso de los años, en parte por la perdida del interés inicial, la aparición de otras pistas o incluso las nuevas formas de esparcimiento para la juventud, la pista de hielo fue decayendo en asistencia y poco fue languideciendo. Si a comienzos de los 80 hasta un cuarto de millón de personas, entre patinadores y público, asistían a la pista mensualmente, a mediados de la década la afluencia había bajado hasta menos de la mitad. El club se planteó su cierre, pero mantuvo la pista abierta hasta diciembre de 1988, con sólo mil personas diarias (que pagaban 575 pesetas diarias por patinar, 3,45€) visitando las instalaciones. Posteriormente, en los años 90, las autoridades públicas madrileñas trataron, en vano, de volver a abrir el recinto. Con la operación de venta de la antigua Ciudad Deportiva y el traslado a Valdebebas, la Pista de Hielo pasó definitivamente al olvido, pese a haber sido uno de los proyectos más singulares que puso en marcha Don Santiago Bernabéu.

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Con mi Insignia de Plata en un lugar privilegiado e intentando llegar a la de Oro, nada se puede comparar a la 7ª cuando uno ha sufrido todas las decepciones europeas de la segunda mitad de los 80. Abuelo, lo que hubieras disfrutado con los 11 de blanco, ya tenemos el doble de Copas de Europa desde que te fuiste y aquí seguimos, disfrutando y recordando a todos aquellos que de una u otra manera han hecho posible que seamos lo que somos.