A pesar de no realizar un partido brillante, el Madrid estuvo a punto de asaltar Estambul. A dos minutos del final el Madrid ganaba por 6. Unas malas decisiones junto con la conveniente ayuda de los colegiados dieron la victoria a los otomanos. A pesar de todo, el Madrid mostró la imagen del vigente campeón y el Fenerbahce sufrió para conseguir su decimoprimer triunfo.
El primer cuarto fue de claro dominio turco. El Madrid anotando solo 12 puntos dio la imagen de jugar encorsetado. A pesar de un gran mate de Randolph sobre Vesely, el checo ofreció una gran imagen anotando 9 puntos en el primer periodo con un Ayón impotente que no podía pararle. Llull además estaba desconocido cometiendo dos faltas, una de ellas antideportiva. Las cosas no salían y el Madrid debía reaccionar.
La entrada de la segunda de unidad de los de Laso funcionó nada más conseguir la máxima ventaja turca (24-12 tras canasta de Lauvergne). Tavares imponía su ley y Vesely se vio claramente ensombrecido por el caboverdiano. Entre Rudy, Campazzo y Thompkins el Madrid consiguió un parcial de 20-8 que puso las cosas emocionantes dando un vuelco a la situación. Con el 32 iguales se fueron los dos equipos al descanso.
A la vuelta de los vestuarios, los árbitros empezaron (y ya son bastantes veces) a tomar partido por el rival del Madrid. En una aparente igualdad en el luminoso (41-42 minuto 28) se le pitaron técnicas a Laso y a Llull que le supuso la expulsión del partido. Ésto provocó que el Madrid perdiera la estela brevemente del Fenerbahce con el 48-42.
Muhammed asume el protagonismo con 7 puntos de manera consecutiva que le vuelve a dar aire a los turcos (55-51). Pero de nuevo Rudy, Campazzo y Carroll con defensa y triples ponen a tiro la victoria blanca (57-63 minuto 38). Guduric con canastas decisivas y unos rebotes no cerrados por el Madrid ponen en bandeja la victoria al Fenerbahce. Datome con dos tiros libres a escasos segundos certifica la victoria. Una pena porque la victoria estuvo ahí a pesar de los contratiempos. Lo mejor fue la imagen que se dio en la cancha más complicada de toda Europa sin ningún tipo de dudas.