ESP 2 – 4 RM: Benzema fue Superlópez

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Benzema en estado superior, casi catatónico pese a la férula en su mano derecha, y los de Solari flotando mientras los ronroneos del francés mecían la cuna. Dos goles del francés, autor de un partidazo fantástico, otro de Sergio Ramos y un cuarto del redebutante por enésima vez Bale le dieron el triunfo al Real Madrid ante el Espanyol (2-4) en un partido muy bueno en ataque, pero en el que los despistes en defensa hicieron sufrir en exceso al equipo innecesariamente.

Cuando Benzema anda desatado, y eso es algo que no pasa demasiado a menudo, el Real Madrid lo agradece. El francés fue, ante el Espanyol de los López (Diego, Javi, Lluís y Álex en el once inicial), Superlópez. El superhéroe cañí, una suerte de antihéroe. Con los mismos superpoderes de Supermán, incluso alguno más, pero con una excepcional capacidad para que no todo le salga excesivamente bien. Justo lo que le pasa a Benzema. Un futbolista que necesita que todo el Universo se alinee para que todo lo que intenta, que es mucho, salga bien. Ante el Espanyol le salió: dos goles y dos tramos de partido soberbios, en el arranque de cada tiempo.

Benzema no vuela poniendo cuernos con los dedos, pero si corriera así, o si celebrara sus goles con el gesto del protagonista del cómic de Jan, no le sorprendería a nadie. Es más, hasta sería coherente. El francés tuvo uno de esos días en los que el fútbol parece ballet y él, Nureyev bailando sobre las aguas. Con el apoyo de una legión de compañeros sedientos en la presión, muriendo en busca del balón en campo contrario como una tropilla de ciclistas dominicales bajando por una cuesta por la sierra, luce aún más.

Más allá de Benzema, el día oscuro de Vinicius, no le salió absolutamente nada y fue el peor del Madrid junto a un Casemiro que a veces se confía en exceso, fue compensado con creces por el amanecer que viene experimentando Modric, cada vez más parecido a Lukita; por el sudor de un Lucas Vázquez mucho más acertado además que otros días; y por un Reguilón que no es Marcelo en ataque, claro que no, pero no le pierde la cara a los partidos. Y tampoco es Marcelo en defensa, con lo que eso supone.

El partido fue visto y no visto. Benzema golpeó nada más comenzar el partido y Ramos, con un cabezazo lejanísimo y cruzado ante el que Diego López pareció poder haber hecho mucho más, pusieron el 0-2 al cuarto de hora mientras el Espanyol quedaba en situación casi catatónica. El Madrid se manejó a su antojo, pero encajó el 1-2 tras un rebote y metió a su rival en el partido, enganchado al fantástico Borja Iglesias, pero demasiado solo. Karim, quién si no, embocó el 1-3 justo antes del descanso y dejó todo listo para sentencia.

Más aún cuando Bale, nada más saltar al campo, hizo el cuarto de los de Solari. Pero entonces todo lo que podía ir mal, fue mal. Benzema seguía con las luces encendidas pero las ocasiones que regalaba a sus compañeros no eran gol. Varane se fue a la calle expulsado con roja directa sin que pareciera merecerlo: Ramos andaba ya en la caseta, donde se quedó en el descanso, tocado tras una tarascada en el primer tiempo. Rosales acertó a meter el 2-4 cuando el partido agonizaba y el Madrid tuvo que acabar el partido metido en su área, defendiendo, sin demasiada sensación de solidez. La solidez, eso sí, ya la había puesto Benzema, Superlópez, el genio de la lámpara. El que desarboló al Espanyol con sus superpoderes.