LEV 1 – 2 RM: Victoria VARsámica

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Tres puntos y victoria balsámica tras el trastazo con el Girona, pero victoria VAR: con dos penaltis, uno clarísimo y otro que no lo pareció ni por asomo, y sufriendo de lo lindo ante el Levante. El Real Madrid volvió a dejar malísimas sensaciones en su visita a Orriols (1-2) y encima se encontró con un incendio provocado por un Bale que esta vez no hizo un corte de mangas al marcar, pero sí evitó celebrar el gol del triunfo madridista, marcado por él, y encima se sacó de mala manera a Lucas Vázquez de encima. Por si acaso alguien aún le tiene fe, vaya.

El Madrid pudo darse con un canto en los dientes por irse al descanso con 0-1 en el marcador, gracias a un penalti que señaló Iglesias Villanueva a instancias del VAR por una mano de Bardhi y que transformó Benzema. Pero más allá del gol del galo, los de Solari volvieron a dejar la sensación de tener plomo en las botas. Comenzaron los blancos presionando la salida de balón granota, una ganga porque el equipo de Paco López se empeña en sacarla jugada y no tiene jugadores que garanticen la limpieza de las transiciones, pero el flato se le subió a los diez minutos. Entre Rochina y Campaña comenzaron a controlar el centro del campo y, con lanzamientos en largo sobre Simon y el Comandante Morales, comenzaron a acosar a Courtois y a poner en serios apuros la meta madridista.

Hasta dos remates en los postes estrelló Roger Martí, uno antes y otro tras el tanto de penalti de los blancos, y alguna llegada más que no fue a mayores porque los remates granotas no encontraban la portería de Courtois. Casemiro era transparente, Kroos no conectó a nivel emocional con el partido en ningún momento aunque fue igual de funcionarial que siempre (34 pases acertados de 34 intentados en la primera mitad) y Modric era un alma en pena, como Benzema. Sólo Vinicius, igual de burbujeante que de desacertado, estaba a un nivel aceptable. El gol de penalti VAR le dio aire a los de Solari cuando la soga comenzaba a apretar el cuello.

Roger volvió a intentarlo nada más sacar de centro en el arranque de la segunda parte, aprovechando la siesta y la falta de tensión madridista, pero Courtois sacó la pierna y evitó el 1-1. Pero no pudo evitarlo poco después, en una jugada de manual del Levante esta temporada: ruptura al desmarque de Morales, centro al área y remate de Roger, que se anticipó a un Nacho que no anda bien. Con las tablas el Madrid desapareció durante varios minutos, hasta que Vinicius decidió tirar del carro.

Lo hizo, claro que lo hizo. Con sus cosas, esa falta de definición que por mucho que se pueda entrenar es más que preocupante, pero también con su extraordinaria velocidad. Cogía el balón y alborotaba el verde, aunque por unas cosas y otras, por esa mala capacidad de decisión cuando ronda el área rival, aquello no acababa en gol: malos pases, remates que no llegaban porque le birlaban la cartera, disparos fuera con todo a favor y un mano a mano subido en el cohete de su velocidad que acertó a despejar Aitor Fernández. Todo el Real Madrid era Vinicius, lo cual dice mucho de un chico de 18 años y muy poco de sus compañeros, tricampeones de Europa en su mayoría.

Pero el partido lo definió otro penalti VAR, que no lo pareció: una patada al aire de Doukouré cuando Casemiro pasaba por allí que pareció penalti clarísimo en directo, un roce en el tobillo en la primera repetición y luego nada en todas las demás. Bale marcó el lanzamiento, le metió un viaje a Lucas Vázquez para sacárselo de encima porque no quiso celebrarlo y el partido murió ahí, en la sala del VAR y con un galés enfurecido que no tiene ni la más repajolera idea de lo que es y significa el Real Madrid. Tres puntos más, pero de los que saben a ladrillo empanado y que le permiten a los blancos seguir a nueve puntos del líder, que le espera ahora en doble enfrentamiento de Copa y Liga en el Bernabéu.