Más que un partido de fútbol parece un castigo. A la hora de la sobremesa, en un día que amanece desapacible y con previsión de aguaceros y alguna que otra granizada, con frío, ante un rival incomodísimo y sin absolutamente nada en juego. El Real Madrid de Zidane se mide al Eibar (16:15, BeIn LaLiga) dejando al madridismo que vaya a ver el partido sin postre. Con la profunda depresión postraumática que sufre el aficionado medio, viendo a su equipo deambular con un raído traje lleno de lamparones mientras farfulla que en tiempos pasados era el más guapo del barrio, cada jornada de aquí a final de temporada no es más que una vuelta extra en el potro de tortura.
Pero estamos de experimentos, eso mismo que a todos nos enseñaron que deberían hacerse con gaseosa, y que el Real Madrid aplica en Liga porque total, qué importará que los abonados se hayan dejado una mensualidad de su sueldo en sus localidades. En esos experimentos, hoy quizás, pero sólo quizás, se dé la posibiidad de que Zidane pueda ver en acción a Vallejo dado que se han alineado todos los astros: el aragonés está sano (al menos lo estaba a la hora de redactar estas líneas), Ramos no está convocado porque rota y Marcelo anda sancionado. Por tanto, juega también Reguilón, jugador que en su etapa en el Castilla jamás gozó de un mínimo de confianza por parte de Zidane.
También podría llegar el turno para Valverde, necesita un partido completo para que pueda mostrarse, pero no lo será para Mariano: el hispano dominicano se quedó fuera de la lista y Zidane vuelve a dejar más que claro que el curso que viene su Real Madrid serán Benzema y 24 jugadores más en plantilla. Los que pidan un nueve, que lo hagan en su casa, a la hora del postre. En el Bernabéu saben que queda Benzema para rato.
