Relaño y el clamoreo

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Durante diez años y tres meses quien esto escribe trabajó, todos los días, con Alfredo Relaño en el Diario AS. Hoy, cuando ya se ha anunciado su marcha para el 1 de junio, y mientras la parte untadita del madridismo mediático (además de mucha gente que de buena fe se cree sus falacias) se ha convertido en un clamoreo, yo prefiero rendir homenaje a uno de los mejores periodistas deportivos de este país, si no el mejor. Porque para ser el mejor periodista no tienes que estar de acuerdo en todas sus opiniones con él, ni siquiera en la mitad, lo mismo hasta con ninguna. Y además, porque para ser una persona normal y no un dictatorzuelo de república bananera resulta que hay que aceptar las opiniones contrarias, no intentar pegar dos tiros al adversario para luego enterrarle en una cuneta. Que cada cual se sujete su talante democrático como pueda y sepa.

Relaño es una persona especial, nada sencilla de llevar, aunque cuando logras entrar en las distancias cortas es mucho más confortable. De él sólo me llevé una cornada en diez años y pico en el periódico. Tras tres meses de becario con Carlos de la Puente y Juanma Trueba en Más Deporte, me contrataron y comencé en Cierre, con Carreño, Pimentel, Luis Lara… Y una de mis misiones, a mí, a un pipiolo que aún no había terminado la carrera, era corregir la columna de opinión diaria del director («el huevillo», que siempre decía Relaño). Una de las primeras veces, vi la palabra «clamoreo» que yo, a tumba abierta, percibí como errata y cambié por «clamor». Craso error. «Clamoreo» significa «clamor continuado», porque el clamor es temporal y efímero, y al día siguiente Relaño, con razón, me hizo un Sir Alex Ferguson: pegarme tres voces a un palmo de la nariz que hasta me secaron el pelo. Lección aprendida que aún recuerdo y por eso titulo así esta entrada.

Pero pese a esa bronca justificada tengo que darle las gracias a Relaño por muchas cosas, y ayer tuve la fortuna de contactarle y poder decírselo personalmente. Gracias por acogerme en AS, porque pocas cosas hay tan divertidas y apasionantes que una redacción de un periódico: gracias por enseñarme, por corregirme, por guiarme y por formarme; gracias por mandarme a cubrir eventos que jamás creería que podría cubrir; gracias por permitirme escribir crónicas de Mundiales, de Eurocopas, de Champions, de Europa League, de mil y una ligas; y por esos reportajes históricos y modernos; gracias por esas reuniones de temas de la mañana y de portadas de por la tarde-noche, por aceptar la propuesta de mi portada del Bronx Nou y alguna que otra más; y gracias por descubrirme al genial Bernardo de Salazar (QEPD). Gracias, Alfredo, aunque en muchas cosas hayamos coincidido poco. En otras, y hablamos del sumo hacedor de latas de sardinas, supusiste una de las escasísimas voces libres que quedaron. Gracias también por eso y suerte, Alfredo.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.