Historia del RMCF: Del desempate en Les Corts a la tragedia del Grande Torino

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El XI del Real Madrid ante el AC Milán de 1950
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Éste ha sido uno de esos años en los que, debido a los azares deportivos, las expectativas se han acabado demasiado pronto. Como quiera que el expediente hay que cumplirlo en las jornadas ligueras restantes, éstas se han ido haciendo demasiadas largas sin nada más en juego que el orgullo de defender esta camiseta, algo que no es nada baladí ni merece dejadez. Soy de la opinión de que la historia del Real Madrid es un cúmulo de todo: éxitos y fracasos, victorias y derrotas, alegrías y decepciones, por lo cual hoy vamos a recordar una final de temporada parecida a ésta.

El final del campeonato liguero de la temporada 48-49 tuvo un sabor agridulce. En la segunda vuelta, el Madrid jugó de inicio de manera consecutiva contra el resto de los grandes (Barcelona, Valencia, Atlético y Athletic) consiguiendo tres victorias por sólo una derrota, siendo líder con dos puntos de ventaja sobre el Barcelona, cinco sobre el Atlético y seis sobre el Valencia. Sin embargo, con los rivales de la zona media y baja de la tabla el Madrid fallo mucho, con tres derrotas fuera de casa y otra mas en Chamartín, lo que provoco que a falta de tres jornadas le hubieran sobrepasado en la clasificación tanto Barcelona como Valencia siendo el conjunto cule el que se haría finalmente con el Campeonato. Finalizada la Liga, a mediados de abril, quedaba la oportunidad del Torneo de Copa, que el Madrid había ganado dos de las tres anteriores ediciones. El bombo deparó un fuerte enfrentamiento en la eliminatoria de octavos: Real Madrid – Athletic Club.

La ida se jugo en Chamartín y los rojiblancos pusieron el partido rápidamente a su favor con un gol de Zarra. Al poco de iniciarse la segunda parte, un duro disparo de Venancio se colocaba en la redes tras tocar en Adauto y el Bilbao ponía muy cuesta arriba el partido a los blancos, que sin embargo, a fuerza de raza más que de juego, lograron empatar el encuentro mediada la segunda parte con sendos goles de Barinaga y Macala. El choque se resintió y ambos equipos pensaron en guardar fuerzas para el partido de vuelta en San Mames. En el Botxo el partido fue similar: bronco y feo pero con mucha emoción. La eliminatoria parecía abocada a un partido de desempate, pero a falta de un cuarto de hora Barinaga adelantaba a los madridistas; sin embargo la alegría duro poco para los del Foro, porque Zarra volvió a igualar la contienda y la eliminatoria. Al no existir aún el doble valor de los goles en campo contrario ni las tandas de penaltis, lo habitual era jugar un partido de desempate en un campo neutral.

Pahiño es seguido por Bertol en el partido de San Mamés.

Tres días después se citaban ambos conjuntos en el viejo estadio del Barcelona, Les Corts. Hasta allí llegó el Madrid en un tour digno de la Vuelta a España: Bilbao-Vitoria-Pamplona-Barcelona, todo por carretera, las carreteras españolas de los años 40 y no las de ahora. El desempate fue un cúmulo de mala suerte para el Madrid: a los cuatro minutos adelantaba Zarra a los bilbainos y a los siete se lesionaba Molowny. Con el canario de extremo, puesto habitual para los lesionados, el Madrid perdió fuelle y se vio incapaz de crear peligro sobre la portería de un Athletic que controló bien la primera parte. Al comienzo de la segunda, el Madrid tuvo un arreón de orgullo con el cual llegó el empate de Olmedo, pero la lógica acabó imponiéndose y sendos goles de Zarra y Gainza eliminaban al Madrid. En vestuarios se conocería que cuatro jugadores blancos acabaron el partido lesionados (en aquella época solo se permitía el cambio del portero) haciendo menos dolorosa la derrota. Otra curiosidad de aquel envite fue que el Madrid hizo jugar a los tres porteros del equipo en los tres partidos: Adauto en la ida, García Martín tras lesionarse Adauto al comenzar el partido de vuelta y Bañón en el desempate.

Con mas de un mes por delante para acabar la temporada, los dirigentes del Real Madrid optaron por organizar varios partidos amistosos para que la plantilla madridista estuviera activa. El 4 de mayo de 1950 se acordó un amistoso en Chamartin contra el AC Milan. Los italianos, que habían sido subcampeones de Liga en la temporada 47-48, en ésta aún estaban enfrascados en su campeonato, aunque con pocas posibilidades de ganarlo puesto que el famoso Grande Torino lideraba el campeonato con pulso de hierro en busca de su quinto titulo de Liga consecutivo. Para reforzar al Madrid en tan importante amistoso, algo muy habitual en aquellos años, el Sevilla cedió a sus jugadores Arza, Pineda y Antúnez para que formaran con los madridistas. El Milan tenía como gran incorporacion ese año al sueco Gunnar Nordahl, quien habia dejado el futbol amateur de su pais para ser profesional en una Italia que le acogio durante diez años, ganando cinco veces el titulo de maximo goleador. El Madrid jugo aquella tarde con Bañón, Azcarate, Antúnez, Mariscal, Muñoz, Narro (Ipiña), Macala, Arza, Pahiño, Pineda y Arsuaga.

1-0 y Superga

La hinchada madridista recibió con pitada a su equipo, disgustada por la actuación copera, algo que igual sirvió de acicate a un equipo que, según las crónicas, realizó uno de los mejores partidos de la temporada. Desde el principio los madridistas asediaron la puerta visitante, por lo que el Milan solo puedo defenderse de la mejor manera posible. El mayor dominio blanco tuvo su recompensa al filo de la media hora de partido, cuando Pahiño, en posición acrobática, marco a pase de Arsuaga un gol que hizo levantar de sus asientos al publico. Cuando el Milan consiguió solventar la presión blanca se vio un gran partido y ambos equipos tuvieron buenas ocasiones para mover el marcador, aunque este finalmente se quedó en ese 1-0 que si bien fue corto, premió lo visto sobre el terreno de juego. El público quedó satisfecho del partido ovacionando a ambos equipos al final del encuentro teniendo los italianos que saludar desde el centro del campo al respetable.

Sin embargo, el buen sabor de boca y la alegría resultado iba a transformarse en tragedia y desesperación en la cena posterior al partido entre ambos equipos. Durante el convite se hizo pública la noticia del accidente aéreo que había sufrido el equipo del Torino a la vuelta de Lisboa, donde había jugado un encuentro amistoso ante el Benfica. El avión que les transportaba a la ciudad piamontesa se había estrellado contra la parte posterior de la Basílica de Superga cuando había comenzado a prepararse para aterrizar en el aeropuerto de Torino. En el accidente fallecerían 18 jugadores del primer equipo, el entrenador y dos integrantes del cuerpo técnico, tres directivos, tres periodistas y los cuatro integrantes de la tripulación. Los jugadores milanistas rompieron a llorar abrazados entre ellos al conocer la noticia. Rápidamente la cena se interrumpió y los jugadores italianos se recogieron en su hotel para volver cuanto antes a su país. Desde la RFEF se transmitieron sus condolencias y se consiguieron velozmente billetes de tren para que los milanistas volvieran a casa.

La tragedia causó gran impacto en la opinión publica, no solo en Italia sino en toda Europa. El Torino era un equipo que estaba haciendo historia y el final abrupto hizo que pasara directamente a la leyenda. Desde muchos sitios se volcaron en ayudar al Torino, la FIAT por ejemplo hizo simbólicamente socios del Torino a sus empleados para que el coste de las inscripciones fuera a parar al conjunto granata. Desde Argentina, el presidente del River Plate ofreció a su equipo para jugar un partido a beneficio de las familias de los fallecidos. Dicho ofrecimiento fue aceptado y a finales del mes de mayo el conjunto bonaerense se enfrento en el Comunale de Turin a un combinado denominado Torino-Simbolo que en realidad era un conjunto de estrellas de la Serie A italiana. El partido seria un éxito espectacular y en las filas de River Plate estaría presente aquel dia el que luego cambiaría la historia del Real Madrid: Alfredo di Stéfano.

Di Stéfano, aún en River, espera para saludar al Papa Pío XII.

Mientras tanto el Real Madrid continuo su mes de mayo con diversos partidos amistosos: jugaria en Santander ante el Racing donde perdería por 4-3; empataría en Chamartín con el Burnley ingles a cero; derrotaría al Fulham por 3-2 y finalizaria el mes con una gira por Marruecos perdiendo ante el Atlético Tetuan y con un combinado de la ciudad de Tanger.

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Con mi Insignia de Plata en un lugar privilegiado e intentando llegar a la de Oro, nada se puede comparar a la 7ª cuando uno ha sufrido todas las decepciones europeas de la segunda mitad de los 80. Abuelo, lo que hubieras disfrutado con los 11 de blanco, ya tenemos el doble de Copas de Europa desde que te fuiste y aquí seguimos, disfrutando y recordando a todos aquellos que de una u otra manera han hecho posible que seamos lo que somos.