CEL 1 – 3 RM: La revolución es que son un equipo

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Un equipo. Tanto dar vueltas con nombres, con cambios, con fichajes, y resulta que todo consistía en jugar juntos, en ayudar al compañero, en no conceder ocasiones y en aprovechar las suyas. El Real Madrid arranca LaLiga 2019-2020 ganando en Vigo (1-3) con goles de Benzema, Kroos y Lucas Vázquez, dejando una sensación completamente distinta a la que dejó el curso pasado. Un equipo y no un grupo de excursionistas.

El Madrid ha cambiado algo este año, y es que se ha transformado, al menos en la primera jornada liguera, en un equipo. Ante la falta de brillo en las estanterías al menos que no haya un dedo de polvo, después de que el curso pasado aquello fuera una porquera. Un equipo, además, abnegado y sufridor, que supo sobreponerse a los buenos ratos de su adversario y que supo no descomponerse en ningún momento durante el encuentro.

Gran culpa de ello la tiene Casemiro. El brasileño es el taquillero del cine: va pidiendo tickets y le impide el paso a quienes no tienen autorización para transitar por su zona, o por la de sus compañeros, y les manda de vuelta a su butaca. El equilibrista brasileño le da al Madrid otra cara, quizás poco lucida (sin tilde en la u) pero al menos efectiva. Los de Zidane, con su 4-2-3-1 sin fichajes en el arranque liguero, no fueron lo del curso pasado, sino algo más serio. Si se permite la licencia, y salvando las enormes distancias, el equipo del Cholo Zidanone.

El Madrid tuvo fortuna, porque cuando todos los focos apuntaban a los problemas defensivos del equipo por banda izquierda, la espalda de Marcelo y el costado de Ramos, Denis Suárez convirtió el costado derecho en el patio de su casa, horroroso Odriozola desde que en el primer minuto se comió un caño y absolutamente desajustado Varane. Pero el Madrid resistió, y para ello tuvo mucho que ver Gareth Bale.

El galés, titular tras su temporada chopsuey (por aquello del chino), se situó en banda derecha y tuvo que remangarse para ayudar como un cosaco ante el enorme déficit defensivo de Odriozola. Además, le dio tiempo a pegarse una cabalgada por la izquierda que derivó en el 0-1, gol de Benzema, y a marcharse con ese aroma a Zamorano y Amavista que el madridismo adivina en él y en James, aunque el colombiano no jugó ni tiene visos de que vaya a disputar un minuto durante un largo tiempo.

El gol de Bale, en la primera ocasión blanca a los doce minutos, le dio poso al Madrid, que decidió abandonar el balón, proteger a Courtois blindándose en su campo e intentar machacar a la contra. Hubo tramos en los que el Madrid anduvo por debajo del 35% de posesión, pero apenas pasó apuros. En concreto, tres: un gol anulado por el VAR a Brais justo sobre el silbatazo del descanso (y bien anulado por fuera de juego de Iago Aspas, que intervino tocando el balón en la jugada); un remate del Toro Fernández que rechazó Courtois y un remate desde la semiluna de Iago Aspas que se marchó fuera. El resto, mucho regate y velocidad de Denis, muchas ganas de Brais y la brega del capitán del Celta, pero el Madrid vivió organizado y cómodo, que es la novedad.

Además, el Madrid remató el partido sin apenas despeinarse. A la vuelta del descanso avisó Benzema, pero fueron Kroos, con un pepinazo impresionante a la cruceta, y Lucas Vázquez, tras un tremendo regate de Karim en el área céltica, los que pusieron pies en polvorosa en el marcador, y eso que el Madrid jugó casi todo el segundo tiempo con diez, por expulsión de Modric. Ni así se desmadejó el Madrid, que encima recuperó a Marcelo para la guerra. Eso sí, ya con 0-3, en el último minuto, el brasileño no volvió tras una jugada de ataque y Losada aprovechó el hueco para hacer el gol del honor del equipo olívico. La revolución tampoco era cambiar absolutamente todo. Pero lo importante es ver si es flor de un día (el Madrid de Solari ganó 2-4 aquí) o si por el contrario es el camino elegido para transitar hasta mayo. La semana que viene, más.