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Dicen los expertos que las cucarachas serían la única especie animal que sobreviviría a una guerra nuclear. Más bien, eso aseguraban antes de que el Real Madrid de Zinedine Zidane aterrizara en el planeta Tierra. Porque este equipo de Zizou es el de Los Indestructibles. Les pueden menear, rodear, disparar, bombardear, asar, apedrear, tirotear, ametrallar, pasar por la espada y lo que quieran. Pero sobrevive. Siempre está. No hay forma de hacerle hincar la rodilla. En Múnich, ante el Bayern, los blancos no cuajaron ni mucho menos un buen partido, e incluso en varios ratos lo pasaron francamente mal: pero dos goles, uno de Marcelo y otro de Asensio, le dieron al victoria en el infierno alemán (1-2). Kiev está más cerca, aunque conviene no volver a cometer el error al que todos inducimos al equipo tras la victoria en Turín.

A este Real Madrid puedes intentar eliminarle de Europa de todas las formas. El Bayern intentó derribar el muro alineando a cinco jugadores de perfil claramente ofensivo (Müller, Lewandowski, James, Ribéry y Robben) de inicio, aunque la tempranísima lesión del holandés (apenas aguantó ocho minutos sobre el césped) cambió el guión previsto por Heynckes. Le dio igual.  Con James entrando mucho en contacto con el balón y con Ribéry ejerciendo de maestro de ceremonias como si tuviera 22 años, los bávaros apretujaron al Madrid en torno a Keylor, aunque sin crear peligro.

Los de Zidane, ya sin Robben en el campo, supieron sacudirse la primera acometida alemana, y cuando más cómodos se encontraban sobre el césped… Un error infantil de Marcelo, peloteando con un balón en la banda, unido a un despiste de Sergio Ramos y a una cantada terrible de Keylor Navas, Kimmich puso por delante al ogro alemán. Y el Madrid, literalmente, se desplomó.

La ofensiva alemana fue terrible, una blitzkrieg en toda regla, el Madrid salvándose en cada jugada de encajar el segundo y de perder Kiev de vista. Con Varane agigantándose ante la pasividad del centro del campo madridista, todo parecía perdido. Pero apareció el instinto de supervivencia del Real Madrid: un balón colgado al área del Bayern, Javi Martínez extraordinariamente timorato en la frontal y un voleón de Marcelo que entró como un obús en la meta bávara, con el telón del descanso a punto de caer con el Madrid pidiendo descaradamente la hora hasta ese momento. 1-1. Y Los Indestructibles dejando su sello, ya con el Bayern sin Hummels, otro lesionado.

Zidane, que dejó a Benzema y Bale en el banquillo de inicio, metió a Asensio por un transparente Isco, además tocado en el hombro, en el descanso. Y no pudo ser mejor decisión. El Bayern salió de nuevo pujante, pero menos clarividente en ataque pese a que Ribéry hizo un partidazo colosal, burlando a Carvajal en cada jugada. Sólo Lucas Vázquez, improvisado lateral cuando Dani se retiró tocado, supo atarle en corto y evitar la sangría por banda. Precisamente Lucas, aún jugando arriba, encontró a Asensio para que el balear pusiera la puntilla, tactactactac, en Múnich. 1-2. Son Indestructibles.

El resto del partido fue un quiero y no puedo de un Bayern que encima se vio aquejado de una tercera lesión, de Javi Martínez. Ya sin la sangre en el ojo del comienzo, tocado en lo anímico y en lo táctico, intentó acorralar a Keylor pero sin ningún tino, y si lo tuvo el tico esta vez sí metió dos buenas manos. 1-2. Kiev asoma por el horizonte y se ven dos asas enormes en una Copa. Son Los Indestructibles de Zidane, los que sobreviven una bomba atómica y a cualquier adversario futbolístico que se le ponga por delante.