Llega la fiesta al Bernabéu, por fin. Tras un arranque de Champions con el APOEL en casa, seguida de la visita a Dortmund (dos victorias), la Copa de Europa aterriza en La Castellana de verdad con un equipo inglés, plagado de nombres conocidos, con una estrella rutilante en su delantera y con un entrenador del que muchos se rieron cuando el Madrid se interesó por él, hace ya unos cuantos años, pero que ahora ve cómo muchos grandes de Europa le ponen ojitos. Llega el Tottenham a la fiesta de la Champions (20:45, Antena3) y la Copa de Europa toma color.
Es un buen partido para calibrar realmente dónde está el Real Madrid a estas alturas, tras sus intensas dificultades para sacar los partidos en la Liga española y la facilidad con la que transita por Europa, como si para moverse por ciudad fuera en ciclomotor y para viajar eligiera un gran turismo. Ganar esta Champions, la tercera consecutiva, se convertiría en una proeza, así que pensar que antes o después alguna gasolinera del camino dejará de surtir de combustible al equipo madridista es igual de legal que soñar con el equipo de Zidane alzando los brazos en la noche preveraniega de Kiev.
Para doblegar al Tottenham, en un Bernabéu que registrará una magnífica entrada, Zidane no se anda con experimentos: los mejores. Nacho en el lateral derecho, Isco por Bale. El resto del equipo lo recitan de memoria todos los aficionados europeos desde hace dos años. Unos porque es su equipo, otros porque es el rival a batir. Con Benzema y Cristiano como estiletes y con su facilidad para apartar ingleses del camino, cinco y seis goles ante equipos Premier, respectivamente, desde que aterrizaron en Chamartín.
Enfrente, el Tottenham tiene bajas sensibles (Dele Alli y Lamela), pero presenta la gran joya de su corona, Kane, quince goles en los últimos once encuentros. Y a Lloris, un guardameta que sonó intensamente para ser el post Casillas. Y a Pochettino, un estratega que se ha ido labrando un buen nombre a base de constancia, conocimiento y trabajo. Contra eso pelea hoy el Madrid. Contra eso y contra el sueño de ser tres veces consecutivas campeón de Europa.
