La contracrónica: La felicidad está en las pequeñas cosas

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El café en el bar de la esquina, la canción de siempre a la hora de siempre, el paseo del domingo por la tarde y el 0-6 en Chipre. La felicidad está en las pequeñas cosas.

Esta noche nos jugábamos tan poco, que importaba mucho. Dejando a un lado que necesitábamos un punto para clasificarnos y que la Champions merece caviar aunque te pida ganchitos, era un día en el que tocaba hacer algo muy típico en el fútbol cuando vienes de estar en la ‘Z’ del abecedario: recuperar sensaciones.

Y así ha sido. A la carta, como en un restaurante. ¿Benzema y Cristiano necesitan marcar? ¡Ronda de chicharros para la mesa 2! ¿Asensio y Lucas necesitan jugar? ¡Marchando una de 90 minutos para la 3! ¿Zidane tiene que fingir que Theo, Ceballos y Mayoral le importan? ¡Chupito de disimulo para la 4! Así que hoy toca desapretar los dientes y sonreír un poco, que es gratis.

Ante una temporada que aparentemente se nos puede hacer muy larga, este Real Madrid está obligado -mínimo- a que se nos termine quedando corta. Como dirían dos famosos raperos callejeros entre cannabis y ron: apostemos todo a una carta convencidos y si morimos al menos podremos decir que fue divertido.

El pasado sábado quería romperlo todo, pero ahora estoy dispuesto a recoger uno por uno todos esos añicos que hice para ver si puedo construir de nuevo mi confianza en este equipo y hacer ver que no ha pasado nada. Me ha convencido el ex madridista Rafael Marañón. Algo sabes del Madrid, ¿verdad Rafa?

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Mientras intentas descubrir algo más sobre mí en estas líneas yo me ando paseando por algún lugar de Barcelona con el escudo del Real Madrid en el pecho. Desconozco si soy un valiente o un imbécil, pero me excita. Son tantos los que me miran mal como los que empatizan conmigo. Así que si algún día desaparezco que sepáis que o me han matado a palos o a besos. Y si eso ocurre… ¡Que nos quiten lo escrito y leído por aquí! Eso sí, ¿hablaréis bien de mí, no? ¡Más os vale!