La contracrónica: No me des la vara

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«Málaga, son las cuatro de la tarde de un bonito sábado, así que no me me des la vara». De esa guisa ha salido el Real Madrid al Bernabéu hoy, con ganas de sentenciar rapidito el partido para poder decidir tranquilamente qué es lo que quiere que suceda mañana en Mestalla: victoria de los locales o empate. Sin embargo, al final ha pasado lo de siempre. Ni lo que querían ellos ni lo que queríamos nosotros.

Un día más pidiendo la hora. Esta vez en casa, contra uno de los equipos menos en forma de toda la Liga. Los malagueños llegaban al Bernabéu sin haber marcado ni un solo gol fuera de casa, pero todos sabíamos antes de que comenzara el partido que nos marcarían uno o dos, ¿verdad Kiko? Es nuestra triste realidad. Resucitamos a muertos en la Castellana y encima somos tan imbéciles que lo hacemos gratis.

Como decía al principio, tampoco nosotros -la afición- hemos tenido lo que queríamos. Otro partido más de Liga en el que nuestro querido entrenador se ha olvidado de Ceballos, Theo y Marcos Llorente. Yo a estas alturas ya no sé quién de los tres lleva tupé, quién tuitea como si fuera de Proyecto Hombre ni quién tiene un hermano en el Atlético de Madrid. Y no digo esto porque sean mis tres jugadores favoritos, sino porque algunos de los titulares (Marcelo y Kroos, por ejemplo) están a un nivel bajísimo. Por esa razón, no se entiende que salgan al campo jornada tras jornada con el chaquetón puesto y con su fútbol ahogado por una maldita cremallera.

En esta vida hay que arriesgar y tomar decisiones. Hay que decirles a los que han sido los mejores que ya no son tan buenos y a los no tan buenos, que pueden llegar a ser los mejores. Pero para eso, hay que ponerlos, hay que atreverse. Y no contra el Fuenlabrada. Eso no vale.

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Mientras intentas descubrir algo más sobre mí en estas líneas yo me ando paseando por algún lugar de Barcelona con el escudo del Real Madrid en el pecho. Desconozco si soy un valiente o un imbécil, pero me excita. Son tantos los que me miran mal como los que empatizan conmigo. Así que si algún día desaparezco que sepáis que o me han matado a palos o a besos. Y si eso ocurre… ¡Que nos quiten lo escrito y leído por aquí! Eso sí, ¿hablaréis bien de mí, no? ¡Más os vale!