Un gol en los tres últimos partidos fuera de casa. Esos son los números del Real Madrid en Liga desde que el Girona se llevara por delante a los blancos el pasado 29 de octubre. Incluso un poco peor: marcó Isco en Montilivi a los 12′ y, desde entonces, acumula 258 minutos sin marcar lejos del Bernabéu: los 78 minutos que le quedaban a ese partido más los dos 0-0 de los encuentros del Wanda y del Metropolitano.
Se puede ver la botella medio vacía, pues. El Real Madrid, desde ese gol ante el Girona en su primer remate ante los catalanes, ha enganchado 30 disparos más en esos 258 minutos. 10 por partido de media, sin ser capaz de atinar con la portería contraria. Para lo que ha venido siendo el juego del Real Madrid, rondando y superando con relativa facilidad los veinte disparos por partidos (el año pasado promedió 20,36 disparos por partido, 8 de los cuales iban a puerta), el dato denota que no sólo hay falta de puntería, sino una terrible falta de fútbol. En el Metropolitano, donde el Real Madrid sólo chutó 6 veces (ante el Athletic lo hizo en 14 ocasiones), quedaron expuestas todas esas limitaciones.
Pero también se puede ver la botella medio llena. El Real Madrid encadena dos partidos consecutivos fuera de casa sin encajar goles. Casilla en el Wanda y Keylor en San Mamés dejaron sus respectivas porterías a cero, y casi sin sufrir; entre ambos sobrevivieron a doce disparos de los rivales.