La contracrónica: Escándalo, es un escándalo

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«Escándalo, es un escándalo». El Madrid ha vuelto. Los que entraron por la puerta de atrás en agosto han salido esta tarde, casi cuatro meses después, en volandas. La afición desbordada, empachada, ebria. Disfrutar tanto puede llegar hasta a doler. Y hoy, amigos, ¡qué gusto! ¡qué daño!

El pasado miércoles ante el Dortmund vimos un cambio de actitud bestial, como si el gamberro de clase quisiera volver a sentarse en primera fila. Fue un simple aviso: el show estaba a punto de comenzar. Hoy, finalmente, se abrió el telón, se encendieron las luces y, ¡ostras!, bienvenidos al Madrid de la temporada pasada.

Puede parecer una lástima ver que la reacción del equipo se produce tan tarde, pero igual es mejor pensar que ha llegado en el mejor momento. Justo antes del Mundial de Clubes y frente a un rival que llegaba al Bernabéu con los mismos puntos que nosotros y dispuesto a hurgar en la herida. Pero nada más lejos de la realidad. Agua oxigenada para supurar el pachucho fútbol de Zidane hasta la fecha.

Hoy también se ha demostrado que el quinto Ferrero Rocher de Cristiano Ronaldo parece ser más dulce que los anteriores. Ha sido levantarlo y quitarse la inexplicable halitosis goleadora que sufría en Liga. Una noticia tan positiva como la vuelta de El Principito: Marco Asensio. El mallorquín ha vuelto a demostrar que nació para jugar a fútbol y que este deporte se creó para que futbolistas como él lo convirtieran en arte.

Nadie sabe si lo de esta tarde ha sido el principio de la recuperación del trono o si el rey simplemente ha tenido un maravilloso sueño en el que ha recordado lo bien que gobernó durante toda la temporada pasada. Sin embargo, lo que sí sabemos es que esta noche nos marcharemos a dormir psicotrópicamente felices. El fútbol provoca eso. El Madrid de siempre, el que hemos visto hoy, seguirá provocando eso.

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Mientras intentas descubrir algo más sobre mí en estas líneas yo me ando paseando por algún lugar de Barcelona con el escudo del Real Madrid en el pecho. Desconozco si soy un valiente o un imbécil, pero me excita. Son tantos los que me miran mal como los que empatizan conmigo. Así que si algún día desaparezco que sepáis que o me han matado a palos o a besos. Y si eso ocurre… ¡Que nos quiten lo escrito y leído por aquí! Eso sí, ¿hablaréis bien de mí, no? ¡Más os vale!