Cuernos

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El fútbol nos está tratando muy mal esta temporada. ¿Y si le ponemos los cuernos? Sin que se entere. Sin que lo vea venir. Que le duela mucho. Es cierto que no hemos hecho casi nada para mejorar la situación amorosa con el deporte en el que competimos, pero tampoco él nos ha tratado todo lo bien que merecíamos después de regalarle -hace pocos meses- cinco títulos. Es un desagradecido. Cuernos para ti, mamón.

El amor siempre se ha dicho que es una cosa de dos. Un binomio en el que uno quiere y es querido a la vez. Seamos sinceros, Zidane este año está muy arisco. No viene aportando absolutamente nada de amor al fútbol y eso hace que éste, celoso perdido, no nos dé ni siquiera esas dosis de fortuna que te permiten ganar esos partidos en los que te sobran argumentos para justificar el merecimiento de tu victoria. Llámalo Villarreal, Levante, Betis y algún otro.

Repito, ha sido culpa nuestra. Quizás no hemos regado la flor lo suficiente y se ha marchitado. Quizás nos olvidamos de meter en la nevera nuestra poción mágica y ahora nos sabe a orín de burra. Quizás Benzema. Quizás Marcelo. Quizás Cristiano. Quizás yo, por hacer eso tan feo (otra vez) de señalar. No lo volveré a hacer. O sí, no sé. Pero cuando tú al fútbol no le das argumentos, él no va a razonar por ti.

Ahora bien, tanto el amor como el fútbol tienen un componente de irracionalidad muy grande. Y el Real Madrid es el club más irracional del mundo. Lo sé yo, lo sabes tú y lo sabe el PSG, que todavía no tiene claro si este es el mejor o el peor momento para enfrentarse a nuestro equipo. Porque el Madrid es capaz de quitarnos el sueño en Liga y Copa, pero hacernos soñar en Champions. Después lo conseguirá o no, pero el delito sería no creer. La historia nos obliga a ello. «Quien no tiene pasado, no sabe coger vuelo».

Así que.. ¡Cuernos! El miércoles viene a Madrid a bailar la guapa más fea. Cavani, Mbappé y Neymar. Argumentos de sobras para ponerle los cuernos al fútbol que nos viene acompañando esta temporada y demostrar a estos tres monstruos quién es papá, mamá, abuelo/a, tío/a e incluso suegro/a, que asusta más. Nos queda una sola carta por jugar y estamos en la mesa más difícil. Eso sí, nuestra mesa. Con nuestras pintadas. Con nuestros 12 chicles enganchados por debajo. ¡Ah! Y sí, no lo olvidéis: tenemos la mejor carta.

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Mientras intentas descubrir algo más sobre mí en estas líneas yo me ando paseando por algún lugar de Barcelona con el escudo del Real Madrid en el pecho. Desconozco si soy un valiente o un imbécil, pero me excita. Son tantos los que me miran mal como los que empatizan conmigo. Así que si algún día desaparezco que sepáis que o me han matado a palos o a besos. Y si eso ocurre… ¡Que nos quiten lo escrito y leído por aquí! Eso sí, ¿hablaréis bien de mí, no? ¡Más os vale!