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Griezmann y Oblak frenaron al Real Madrid en un derbi rarísimo, jugado con luz, con demasiada luz, con los dos equipos pasando de la Liga como quien pasa de comer garbanzos y con la mente puesta en sus compromisos europeos de entre semana. Con un empujoncito extra del colegiado, que no señaló un penalti sobre Kroos, sólo Cristiano Ronaldo atinó a batir al portero esloveno, mientras que el galo desbarató la ventaja madridista en un santiamén. 1-1, tablas, combate nulo en un encuentro que no servía para nada en la clasificación.

El partido empezó con un Real Madrid extraordinariamente animoso, pese a las rotaciones de Zidane. El Atlético, según su plan previsto, se atrincheró en torno a Oblak y defendió su parcela con uñas y dientes, pero los de Zidane llegaban con relativa facilidad a las inmediaciones del área rojiblanca. Claro, que ahí estaba un gigantón llamado Jan Oblak, que es un porterazo sideral. El meta esloveno fue absolutamente imbatible durante el primer acto, sacando todo lo posible y también lo imposible. Y cuando no, estaba su larguero para repeler los disparos de Asensio, demasiado gris durante el partido, y de Marcelo, excepcional en ataque pero de nuevo demasiado transparente en defensa.

Por si fuera poco, el colegiado, un catalán de apellidos Estrada Fernández, se tragó lo que pareció un claro penalti sobre Kroos y alguna que otra acción que encendió los ánimos del público madridista. Y también del rojiblanco, porque erró en una jugada de Juanfran que no era fuera de juego y que olía a peligro. Por parte del Madrid, Keylor fue un mero espectador salvo en la única jugada en la que Diego Costa pudo zafarse de Ramos y Varane: su mano abajo a la izquierda fue salvadora.

El Madrid, con un Kovacic que hacía que el balón fluyera demasiado sucio, necesitaba algo más, y ese algo, como siempre, se lo dio Cristiano Ronaldo. El luso estuvo muy animoso los 64 minutos que Zidane le dejó sobre el campo, y suyo tenía que ser el gol, cuando llegara. No falló. Sigue de dulce y pudo superar a Oblak con una volea de nueve puro.

El 1-0 le duró al Madrid un suspiro. Griezmann, que dejó sobre el césped del Bernabéu varios destellos de su calidad, cada balón que toca mejora las jugadas de su equipo, aprovechó una serie de rebotes para hacer el empate, y el Madrid acusó el mazazo. El encuentro estaba más cerca del 1-2, más aún tras los cambios de Zidane, que de la victoria madridista. Pero la entrada de Gameiro por Thomas desequilibró al Atlético, Simeone sigue siendo un aliado. Si Oblak y Griezmann son dos quebraderos de cabeza, el argentino es un amigo. El Atlético perdió el control del centro del campo y el Madrid acorraló al Atlético para que de nuevo Oblak y su gigantesca figura amargaran las ocasiones madridistas. Otro empate, y mira que Simeone quiso que ganara el Madrid.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.