VIL 2 – 2 RM: Acabose

Los de Zidane cierran la temporada doméstica empatando 2-2 con el Villarreal, en un partido que fueron ganando holgadamente con goles de Bale y Cristiano. Segunda parte para olvidar con la mente en Kiev

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Acabose. Al carajo la Liga, tras el 2-2 del Real Madrid en Villarreal. Demasiados tragos en balde. ‘Tómate 38 más y nos vamos, ¿vale?’, esa era la sensación semana tras semana. Todavía no sabemos si les salió caro o no. En Kiev pasarán por caja. Eso sí, malas notas, muchos suspensos, pocas collejas y caminito de septiembre. No se lo quita nadie. Los trajeados de los despachos merecen un verano movido, nada de chiringuitos y calipos de fresa. Fax, no hamaca. Fichajes, no renovaciones.

En Villarreal hemos visto al Madrid de siempre en esta Liga. Entre espejismo y espejismo, un jarro de agua fría. De esos de pezones en punta y ceño fruncido. De esos que te hacen quedar, en una competición en la que solo hay dos favoritos, terceros. Tras ir ganando 0 a 2 durante setenta minutos, los de Zidane se pusieron en modo avión y los locales empataron. En el Estadio de la Cerámica los azulejos del Real Madrid volvieron a romperse. Tras los añicos, las carencias de siempre.

No recuerdo una Liga del Madrid tan PQPI, tan de sentarse en la última fila de clase. Hemos pasado de ganarla, en 2017, a tirarla, en 2018. Muy ‘Proyecto Hombre’, muy ‘Proyecto Equipo’. Puestos hasta las cejas de malos resultados, han encontrado en la Champions su mejor centro de desintoxicación. Convirtiendo los martes y miércoles en fines de semana. Puro vicio. Pura droga europea.

Ahora bien, el problema es que los de Zidane tenían potencial suficiente para decirle ‘no’ a una Liga que desde el principio nos agarró de la pechera y nos zarandeó. La sanción de cinco partidos a Cristiano hizo que comenzaran la competición descalzos. Cuando volvió tenían tantas heridas y callos en los pies que andaban como un crío de poco más de un año: a cada paso bien dado le acompañaba una caída de morros. Quisieron ponerse a gatear para evitar más trompazos, pero acabaron reptando. Un suplicio.

Ni siquiera en el Bernabéu. Esta temporada en casa se han sentido como en la de otro. Los rivales ponían su normas y movían los muebles a su antojo. No han podido pararlo en ningún momento. ¡Ni en Copa! Fuenlabrada, Numancia y Leganés llegaron a Chamartín como juguetes, pero cobraron vida a lo Toy Story y terminaron mandando ellos. Incluso la epidemia se expandió en Champions, donde PSG, Juventus y Bayern acercaron a los buitres a las torres de nuestro estadio. Olía a leyendas muertas.

Pero ya está. No sigamos arrancándonos la piel a tiras, que cicatrice todo bien. El 18 de agosto arrancará una nueva guerra y dudo que vuelvan a explotarse la munición en los pies. Con dos cubatas no te emborrachas. Con dos ligas de diez no te sacias. Beban. Campeonen.

Kiev, ponte guapa, que cara ya estás, que de oro ya vas repleta. Nos vemos en 7 días. Trátanos bien. Una vez más, nos lo merecemos.

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Mientras intentas descubrir algo más sobre mí en estas líneas yo me ando paseando por algún lugar de Barcelona con el escudo del Real Madrid en el pecho. Desconozco si soy un valiente o un imbécil, pero me excita. Son tantos los que me miran mal como los que empatizan conmigo. Así que si algún día desaparezco que sepáis que o me han matado a palos o a besos. Y si eso ocurre… ¡Que nos quiten lo escrito y leído por aquí! Eso sí, ¿hablaréis bien de mí, no? ¡Más os vale!