Hubo una época, hace ya más de treinta años porque el tiempo corre que es una barbaridad, que Dinamarca era La Dinamita Roja. Con esa vitola acudió al Mundial de México. Una selección temible en ataque, que se ventilaba a sus rivales por aplastamiento. Hoy, esa misma selección, la comandada por Age Harede, es otra cosa: es El Fortín Rojo, un combinado al que cuesta media vida hacerle un gol: 534 minutos sin encajar un gol gracias, entre otros, al fantástico trabajo de Kasper Schmeichel. A los daneses les espera hoy una desesperada Australia (14:00, Cuatro), que necesita ganar para mantener opciones de pase.
Dinamarca ganó a Perú mediante su nuevo método: resistió las acometidas del equipo suramericano, que jugó mejor, y supo aprovechar su ocasión. La única mala noticia para los nórdicos fue la lesión de Kvist, que hará que sea Schone el titular ante los Socceroos esta sobremesa, o mesa entera. De ganar, los nórdicos tendían pie y medio en octavos, se cruzan con el grupo de Argentina y podrían elegir rival para el cruce en la última jornada.
Australia, mientras, se debate entre la conveniencia de alinear o no a Tim Cahill, tres Mundiales de experiencia y quien se desenvuelve como pez en el agua en partidos en los que la selección aussie camina sobre el filo de la navaja. Su entrada le quitaría físico a Australia, un físico que fue capaz de aguantar el de Francia, pero le daría algo que necesita para intentar la machada: fútbol.
