Los difíciles comienzos de David Hopkinson

El canadiense, un referente mundial en temas de patrocinio deportivo, llegó a finales de la temporada pasada, pero hasta el momento sus resultados comerciales no acompañan a su fama galáctica

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Ya lo han visto: su llegada tiene que ser aclamada como la de un Galáctico. El canadiense David Hopkinson, uno de los personajes más reputados en la industria del deporte entendido como espectáculo, aterrizó en el Real Madrid a finales de la temporada pasada con la misión de sostener al club blanco en su pérdida de pujanza comercial respecto a otros equipos con mayor potencial en las zonas más pobladas del planeta (Manchester United y otros equipos Premier en Asia, Bayern y Juve en Norteamérica) o con propietarios multimillonarios, pero como en el caso de las estrellas sobre el campo, sus inicios están siendo realmente complicados.

El aterrizaje de Hopkinson trajo consigo un primer problema: darle un cargo, porque la dirección comercial siempre ha estado a cargo de Begoña Sanz, directora general adjunta del club y persona de máxima confianza de José Ángel Sánchez, CEO de la institución. La llegada de Hopkinson fue adelantada por El Confidencial vía Fermín de la Calle a finales del pasado mes de mayo, cuando ya llevaba unas cuantas semanas trabajando para el club. Extraoficialmente, su labor principal era la de conseguir de una vez por todas un patrocinador para la faraónica reforma del Bernabéu. En la intranet del club, en la que aparecen los más de 800 trabajadores fijos del Real Madrid (incluyendo miembros fundadores de la peña Primavera Blanca) con su nombre completo, su número de extensión de teléfono fijo, su móvil corporativo y su correo electrónico acabado en @realmadrid.es, figura también el cargo de los trabajadores. El de Hopkinson era «director de ticketing», es decir, de la gestión y venta de entradas. En su perfil de Twitter, Hopkinson se anuncia como «global head of partnership» del Real Madrid. Traducido: director mundial de patrocinios. Ese mismo cargo ha aparecido repentinamente (a mediados de septiembre no figuraba) en la web del Real Madrid, en su sección «organigrama».

Sin patrocinio para el estadio

Más allá de las dificultades a la hora de encontrarle un rol que ahora, por fin, parece definido, hay hechos que son claros: el primero es obvio. La pastueña Asamblea de Socios Representantes del Real Madrid aprobó darle luz verde a la Junta Directiva para solicitar un crédito de hasta 575 millones de euros y a pagar hasta en 35 para acometer el techado del Bernabéu y el vestirlo con una piel. Es obvio suponer pues que, de momento, no hay patrocinador comercial para el estadio, y seguirá siendo imposible tal y como les adelantó SoyMadridista precisamente en mayo: ninguna marca comercial quiere patrocinar un estadio ya existente y que tiene nombre desde hace 71 años.

Por tanto, su misión de obtención de patrocinio para el estadio ha pinchado en hueso en esta primera fase. Y pedir un crédito que según los cálculos más optimistas (575 millones a 25 millones anuales durante 35 años suponen 875 kilos, es decir, 300 millones de euros de intereses) para a posteriori tener un patrocinador servirán, como mucho, para cubrir esos intereses. Por mucha moto que vendan y por mucho patinete que disfracen de Kawasaki.

Ticketing en picado

Hay más, claro. Si los datos de la Intranet que sitúan a Hopkinson como «director de ticketing» fueran ciertos, al menos hasta mediados de septiembre, su labor al frente de ese departamento ha sido, por calificarlo sin demasiada crueldad, decepcionante. El Madrid se estrenó en Liga ante el Getafe con la peor entrada en el Bernabéu en diez años, sólo 48.446 espectadores. Se achacó la bajísima afluencia de público al calor, al verano, a la hora, a todo lo inimaginable. Pero la realidad fue que era la peor entrada en diez años.

En la segunda jornada en casa, 59.255 espectadores para el Madrid-Leganés, partido jugado un 1 de septiembre. 22.000 butacas libres, de nuevo. Y otra vez la retahila de excusas para justificar que el campo no se llena. La cosa debería arreglarse, decían, ante la Roma, en el estreno en Champions, con las vacaciones de verano olvidadas y en la competición fetiche. Agua. Pese a que el Real Madrid regaló entradas a mansalva, sólo 69.251 aficionados acudieron al recinto de La Castellana para contemplar el debut europeo del vigente tricampeón de Europa ante el rival más complicado del grupo. 12.000 asientos libres esta vez. Ante el Espanyol, tercera jornada de Liga en casa, vuelta a las andadas: 67.758, con 15.000 entradas sin vender. Ni siquiera el derbi ante el Atlético, en la cuarta jornada en casa en Liga, ante el rival más aborrecido por el madridismo madrileño y ante un rival directo por el título, obró el milagro: 78.642, la mejor entrada de la temporada, pero 3.000 tickets en taquilla. Y 3.000 entradas es un 3,7 por ciento de la capacidad del estadio.

Y los patrocinios

La llegada de Hopkinson a la dirección global de patrocinios se enmarca en la salida de Cristiano Ronaldo, un futbolista que el año pasado facturó 198 millones de euros por derechos de imagen dejando un importantísimo pico anual al Real Madrid, debido a la cláusula de su último contrato por el que cedía el 40 por ciento de estos al club blanco. Los rumores desde entonces se han desatado. Algunas fuentes apuntan a que Emirates, que ya andaba mosca con el club blanco debido a determinados aspectos contractuales, se está planteando seriamente marcharse de la capital de España al no cumplirse sus expectativas de visibilidad global sin Cristiano Ronaldo. Hasta ocho patrocinadores del Real Madrid en los últimos años (entre otros Movistar) han abandonado el club desde que acabara la temporada pasada. Incluso, se rumorea que el acuerdo que vincula al Real Madrid con Adidas desde 1998 y cuya última renovación vence en 2020 está ahora mismo tiritando y que Hopkinson ha aterrizado en el Bernabéu para convencer a Nike de que se suba al barco, aunque hasta el momento todas las conversaciones han pinchado en hueso…

Así pues, la llegada de Hopkinson está siendo mucho más complicada de lo que estaba previsto en un inicio. El canadiente, que ha demostrado su valía en el deporte profesional de Estados Unidos, en un mercado tan absolutamente distinto al europeo, con otros códigos, gustos e intereses, tiene ante sí una ardua tarea para que su llegada pueda, sí o sí, ser considerada un éxito. En ello está, si le dejan.