Con el Mundial de Clubes de Abú Dabi, en pleno desierto de Rub’al Khali, a la vuelta de la semana, al Real Madrid le espera una tormenta con un Rayo antes de embarcar (18:30, BeIn LaLiga). Vuelve LaLiga, vuelven los titulares, vuelve el público tradicional a la grada. Es un partido trampa, porque cinco meses después de iniciada la temporada la gente ve que el equipo no carbura y empieza a cansarse. Y el Bernabéu, cuando se cansa, es absolutamente impredecible, porque carga contra todo y contra todos sin hacer prisioneros.
Ganar hoy, pero además dando una imagen acorde a la historia y al prestigio del Real Madrid, es algo perentorio para un Solari que no guardará nada en el armario porque sabe que su equipo necesita tanto como la afición de la vitamina de hacer un buen partido de una vez por todas, algo que no sucede desde septiembre. Demasiado lejos ya. El Rayo, además, despierta un sentimiento extraño en el socio veterano madridista: ante los rayistas, precisamente ante ellos, el Bernabéu decidió explotar un día de enero de 1996 y se llevó por delante a Valdano tras la única victoria de los de la franja en La Castellana. Como ahora, el Madrid andaba tocadísimo tras la espectacular Liga anterior, con un vestuario que se resquebrajaba (Valdano apartó del equipo a Luis Enrique, Míchel y Laudrup) y la gente tragaba quina pero sin atreverse a protestar mucho. Hasta ese día, bajo aquel aguacero, durante aquel triunfo rayista con dos goles de Guilherme. La bomba hizo «clic» y nadie pudo sostener a Valdano.
Hoy, de no ganar al Rayo, nadie sabe qué hará el aficionado blanco, que empieza a estar harto de estar harto. Solari, por si acaso, alineará al once de gala salvo lesión. Se cae del equipo Bale, quien tiene pupita en el tobillo, y lo normal sería que Carvajal le arrebatara la titularidad liguera a Odriozola. El Rayo, mientras, se presenta como el equipo más goleado de la competición justo al Huesca, pero ya vimos cómo lo pasaron estos mismos titulares en territorio aragonés la semana pasada: un gol y a sufrir.
No, el Madrid está en la UVI y con respiración asistida. Tal vez la descarga eléctrica del Rayo le reanime, o tal vez tenga que esperar a la tormenta de arena del Mundial de Clubes para que le piquen los ojos y se dé cuenta de lo que está haciendo.
