Marzo de 1991: eso sí era una crisis

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Di Stéfano da instrucciones en el frío de Moscú
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Si el Celta de Vigo estuvo 50 años consecutivos sin ganar en el Bernabeu en Liga, la Real Sociedad estuvo ni más ni menos que 62 años. Ni siquiera la mejor Real de la historia, aquella de la etapa dorada de Alberto Ormaetxea y los dos títulos ligueros a comienzos de los 80, fue capaz de vencer en Liga en el Bernabéu durante aquellos años. Tuvo que ser su estreno en marzo de 1991 con un técnico de transición en el banquillo cuando derroto 2-3 al Real Madrid en un partido en el que los madridistas estuvieron siempre a remolque de los donostiarras. Aprovechando ese partido vamos a recordar aquel mes de marzo que supuso un triste récord en una de las enésimas crisis blancas: siete partidos jugados, ninguna victoria. En aquel pésimo mes tendría lugar la derrota europea del ultimo asalto de la Quinta del Buitre a la Copa de Europa, la primera victoria realista en Chamartín desde el comienzo de la Liga y el último partido como entrenador de Alfredo Di Stefano.

Nuevas ilusiones y líos de pretemporada

“Nuevas Ilusiones” en la revista oficial del Real Madrid: arriba, Milla y Villarroya; abajo, Spasic, Jaro y Gica Hagi.

Tras cinco Ligas consecutivas con la Quinta del Buitre, el inicio de la nueva temporada liguera aportaba un claro favorito: el Real Madrid. La marcha de Martín Vázquez al futbol italiano y la rescisión del contrato de Schuster se intentaron tapar con la llegada del rumano George Hagi y de Luis Milla, una perla de la Masía que había acabado hastiado de Cruyff. Junto a ellos también llegaron Spasic, un yugoslavo con un buen cartel tras su Mundial de Italia 90, el lateral Villaroya y el portero Jaro, así como el retorno de varios canteranos. Sin embargo pronto empezaron las señales que aventuraban que este año podía ser distinto.

Durante la pretemporada, en La Linea de la Concepcion, Luis Milla se rompe los ligamentos y el menisco de la rodilla izquierda. La grave lesión le tendrá apartado casi toda la temporada. Poco dias mas tarde, en Mallorca, Toshack hace jugar la final del Ciudad de Palma con el equipo reserva, lo que a Mendoza no le sienta bien porque perjudicaba la economía del club, que dependía en buena parte de los ingresos que daban esos bolos de pretemporada. El presidente se lo hace ver al galés y éste parece que lo entiende, pero al siguiente torneo, ante el Valencia, vuelve a sacar el equipo reserva en el partido decisivo. La victoria 1-7 calma las aguas y da la razón al galés en su pugna por hacer ese tipo de experimentos. La presentación en Chamartín se juega ante el AC Milan, la bestia negra de aquellos años, y el resultado no puede ser mas desesperanzador: Spasic regala dos goles, Jaro canta en otro, mientras que Hugo falla un penalti: 0-3 con los titulares al descanso. En la segunda se maquilla algo el resultado, con un gol de Parra.

Del intento con Luis Aragonés al sapo de Di Stéfano

La Liga comienza con titubeos y un Madrid ramplón en el juego. Se pasa la primera ronda europea con un balance de 10-1 ante el Odense, pero en liga se empatan tres partidos seguidos, con pitos incluidos en el Bernabéu por la igualada ante el Logroñes. La marejada y los rumores de que Toshack está cuestionado se disparan. Si el año anterior los resultados tapaban las formas y modos del entrenador, este año es todo lo contrario. El 9-1 europeo ante el Tirol es un espejismo cuando cuatro días más tarde se pierde en Burgos. Entre semana, Mendoza cita a la Quinta del Buitre en su casa para hablar de la situación y la reunión se convierte esperpéntica: nadie se percata de la ausencia de Chendo, el capitán del equipo. El rumor de que fue premeditado se expande. Toshack gana tiempo derrotando al Español (por aquel entonces con ñ) y clasificando al equipo para los cuartos de la Copa de Europa, pero la derrota 2-1 en Valencia hace estallar las costuras del traje mal cosido: Mendoza cesa a Toshack.

Camacho, Di Stéfano y Grosso, triunvirato entrenando al Real Madrid

La destitución es precipitada, que no previsible, por cuanto el Madrid no tiene un recambio pensado. De primeras se hacen cargo del equipo Ramón Grosso, que era el segundo entrenador, y Camacho, que estaba como auxiliar, mientras que se barajan otras opciones. La más clara es de la Luis Aragonés, que aunque esta en esos momentos en el Español intenta por todos los medios fichar por el Madrid. Sin embargo no es posible entrenar a dos equipos de la misma categoría en la misma temporada por reglamento y la opción se abandona. Finalmente el revulsivo para acortar los cinco puntos de ventaja de un Barça que ya no era el equipo tristón y acomplejado de otras temporadas, se llama Alfredo Di Stéfano. Éste se muestra reticente pero no quiere dejar al equipo tirado y acepta ser la cabeza visible del triunvirato con Grosso y Camacho, mientras que el club busca a un entrenador para más a largo plazo.

El cambio sienta bien al principio, con tres victorias en Liga y goleando al Barcelona en la Supercopa en lo que sera el único titulo de Di Stefano como entrenador madridista en sus dos etapas, pero en cuanto llegan los puertos duros, el equipo vuelve a las andadas. Se gana un partido de cinco cayendo derrotado ante Bilbao, Osasuna, Atlético y Barça (con aquel autogol de Spasic), que abre una brecha de diez puntos con los blancos al acabar la primera vuelta. El Madrid aguanta en Liga ante rivales débiles mientras mientras que en Copa cae eliminado ante el Atlético con la mente puesta en el duelo europeo ante el Spartak de Moscú de marzo.

Para poner mas dramatismo, el Madrid se embarca a mitad de temporada en unas elecciones a la presidencia en las cuales Ramón Mendoza se enfrentaría finalmente al escritor y periodista Alfonso Ussía, por lo cual el poder en el club queda en manos de una gestora en el periodo mas decisivo de la temporada, que finaliza el mes de febrero cesando por sorpresa al técnico de baloncesto, Wayne Brabender, para colocar a Ignacio Pinedo. Marzo comienza con un viaje a Cádiz trufado con un equipo de reservas donde Torres Mestre, Villarroya, Parra, Aldana, Alfonso, Losada y Spasic son titulares. Éste último no jugaba desde el Camp Nou y al minuto de juego vuelve a ser protagonista haciendo un penalti que se convierte en el primer gol amarillo. A la postre será el único del partido, pero gracias a Buyo el Madrid no sale goleado del Ramón de Carranza.

La debacle del Spartak

Di Stéfano da instrucciones en el frío de Moscú.

A Moscú se llega de cualquier forma menos con tranquilidad. Pedro Zapata, presidente en funciones, declara que no sería un drama caer eliminados, Hugo Sánchez comenta que notaba despreocupación y desinterés en ciertos estamentos del club, mientras que el frío bajo cero de Moscú hace que el club intente suspender el partido. La UEFA no traga y el partido se juega en un terreno de juego lamentable y a -3ºC. El Madrid resiste los envites del Spartak y con una buena defensa y un magnífico Jaro aguanta el 0-0 inicial en un partido eminentemente defensivo. El resultado es bueno y se apela a las noches mágicas del Bernabeu para resolver la eliminatoria y acceder a semifinales.

Mientras llega la vuelta, el Madrid recibe a una Real Sociedad que anda cerca de los puestos de descenso a Segunda, con un técnico de transición en el banquillo, Javier Expósito. Un histórico txuri-urdin al cual las malas lenguas le otorgaban el ser un hombre de paja que ocultaba el regreso de Toshack, quien había vuelto a San Sebastian, y el cual al no poder sentarse en el banquillo esa misma temporada dirigía presuntamente al equipo en la sombra. Di Stefano hace jugar a los mismos de Moscú, pero… No se había llegado a la mitad de la primera parte y el Madrid ya perdía 0-2. Gordillo acorta distancias pero es todo un espejismo, la Real coloca el 1-3 en el marcador y sólo un penalti discutible pone un 2-3 engañoso en el marcador. Una Real mediocre gana en el Bernabéu por primera vez en la historia de la Liga y Di Stefano días después declarara que paso vergüenza. Pese a los pitos del público, el Barcelona se pone a 14 puntos tras golear 0-6 en San Mamés, la hinchada tiene la mente puesta en el día 20. Antes hay que viajar a Logroño y Di Stefano vuelve a poner un equipo suplente para reservar jugadores. El Madrid no hace un mal partido, pero pierde nuevamente por 1-0 y se descuelga incluso de puestos europeos. Nadie piensa en ese posible descalabro puesto que el objetivo es la Copa de Europa.

Losada y Míchel, en el partido ante la Real.

Di Stefano saca el equipo de gala, incluido un Hugo Sánchez que no jugaba desde hacia un mes. Los Jaro, Chendo, Hierro, Sanchís, Solana, Villarroya, Maqueda, Míchel, Gordillo, Butragueño y Hugo saltan a un Bernabéu lleno como en las grandes citas, con la ilusión puesta en semifinales y, por qué no, en la final de Bari. No habían pasado ni diez minutos cuando Butragueño aprovecha una indecisión en la zaga rusa para poner el 1-0 en el marcador. Pero el gol no hace mas que alargar la agonía. El equipo ruso comienza a tocar el balón y a jugar, y en diez minutos empata el partido Radchenko. El mismo jugador que al filo del descanso pone por delante al Spartak sin otra apuesta mas simple que jugar al futbol, algo de lo que el Madrid no era capaz.

El final de un ciclo

La Quinta se despidió oficiosamente ante el Spartak de Moscú.

Algunas oportunidades tuvieron los blancos, pero no era su noche. La sorpresa y silencio se apoderaron poco a poco del Bernabéu para dar paso a los pitos y finalmente, con cierta chanza, con olés a los rusos tras colocarse estos con 1-3 en el marcador. Con el pitido final y la hasta este mismo año mayor derrota europea de la historia en Chamartín, el público abroncó a los suyos, pero quizás era consciente que con lo visto durante el año era prácticamente una quimera el poder llegar mas lejos en la Copa de Europa.

Para mayor tristeza de la hinchada esa misma tarde, en baloncesto, en el Palacio de los Deportes, el entrenador madridista Ignacio Pinedo, sufría un infarto agudo de miocardio durante la disputa del partido de ida de la final de la Copa Korac que enfrentaba al Real Madrid contra el Cantú italiano. Quedará en coma, falleciendo cinco meses después.

Sin opción en ninguna competición, con riesgo de no clasificarse para las competiciones europeas y sin presidente electo, la situación se torno caótica. La gestora decidió fichar de urgencia a un nuevo técnico y el elegido fue Radomir Antic, quien ya había sonado tras el cese de Toshack. Di Stéfano dejaba el banquillo en una decisión que decía que ya tenia tomada antes de viajar a Moscú. Tiempo después recordaría como desde el propio club, la misma mañana de jugar la vuelta, ya le insinuaron que igual no seguía tras el partido, lo que motivo que el argentino, dolido, acabara diciéndole a Camacho que dirigiera él.

Siete partidos en marzo, cero victorias

Radomir Antic, con Grosso: tercer entrenador madridista del curso.

Antic llegaba con el objetivo de al menos clasificarlo para la Copa de la UEFA firmando tan solo hasta el final de la temporada. Como quiera que su llegada fue tan precipitada, apenas día y medio tras caer con el Spartak, el siguiente partido lo dirigió Ramón Grosso con Camacho de ayudante. El Oviedo llegó a Madrid y saco un punto, ante un Madrid apático que con suerte pudo empatar y que como mal menor no perdía el puesto europeo en la clasificación. Tras coger Antic los trastos y con una semana de trabajo por medio, el Madrid afronto su séptimo partido del mes de marzo ante el Burgos en el Bernabéu. Y nuevamente perdió. Si en la anterior jornada el delantero ovetense Carlos aseguraba que al Madrid los equipos le habían perdido el respeto, en esta el meta burgalés Elduayen daba otra de las claves: el Madrid quería pero no podía. Los merengues tocaban fondo y salían de los puestos europeos a falta de diez jornadas para el fin de la Liga. Nada bueno se auguraba en aquellos momentos, máxime cuando el mes de abril comenzó con el Madrid perdiendo en Sarria y juntando entre Liga, Copa y Copa de Europa nueve partidos seguidos sin ganar. Sin embargo, Antic logró sorprendentemente tocar las teclas correctas y consiguió enderezar la nave que se iba a pique, encadenando un racha de ocho victorias y un empate que colocaron al Madrid al final de la temporada tercero, a un punto del segundo clasificado, y logrando el el objetivo de clasificar al Madrid para las competiciones europeas. Pero eso es historia para otro día.