Que viene el Coco. O no, vaya usted a saber. Pero si viene, debe hacerlo ya, ahora, sin mayor dilación. El Real Madrid, el recuperado (o eso parece) Real Madrid de Santiago Solari, visita al Espanyol (20:45) con la obligación de demostrar que cuando sale del parapeto del Santiago Bernabéu le da igual que llueva o truene, que gana igual, y que acabar el curso con algún título apuntando al cielo de Madrid es aún posible. Pero todo pasa por hoy.
Tras los convincentes triunfos ante Sevilla y Girona en una semana, con el equipo carburando por fin a buen nivel, intenso y solidario, al Real Madrid se le aparece una oportunidad de oro en Cornellá para proseguir lamiéndose las heridas: para aparecer como un trueno cuando los títulos estén realmente en disputa necesita ganar confianza, mostrar al mundo que sigue vivo y aceptar de buen grado que se acabaron los chuletones pero que con sopa desgrasada y verduras a la plancha se puede vivir. Es el Madrid vegano post Cristiano, el luso era un depredador insaciable, el rey de los carnívoros, y ahora resulta que con una coliflor rehogada hay para ir tirando. Y para ir tirando bastante bien, al menos en este momento.
Solari, pese a la recuperación de efectivos, previsiblemente no cambiará ni al trivote del centro del campo (pese a que Kroos ya tuvo minutos ante el Girona) ni al trío ofensivo, aunque Bale, Asensio y Mariano ya han guardado las tiritas en la mesilla de noche y alguno de ellos tendrá oportunidad de disponer de minutos durante el partido ante los pericos. Vuelven Carvajal y Varane tras su descanso copero y está por ver si Marcelo regresa al arresto domiciliario junto a Isco o si, por el contrario, Solari le da pase pernocta y recupera su titularisimidad en el lateral izquierdo.
¿El Espanyol? Quién sabe. Empezó la Liga como un tiro pero su desplome es terrorífico (tres puntos de los últimos 27 en liza). La plaga de lesiones en defensa le han destrozado, además de la sequía goleadora de todo el equipo, en el que sólo el extraterrestre Borja Iglesias mantiene con pulso al equipo. Pero cuidado: los resultados no acompañan aunque en Cornellá han ganado siete partidos y perdido tres, pero es un equipo que siempre va de frente, no se arruga y acepta de buen grado el intercambio de golpes. Si el Madrid no muestra la misma solidaridad y compañerismo que ante Sevilla y Girona, se puede llevar un revolcón y pasar otra vez de ser el Coco al maniacodepresivo de hace dos semanas.
