RM 2 – 0 CEL: Zidane y la naftalina

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A Zidane le sonríe la vida. Por lo que sea. El francés, de vuelta al Real Madrid, decidió apostar por su guardia pretoriana para su reentrada y, en un partido igual de insulso que siempre del todavía vigente tricampeón de Europa, todo fue cuesta abajo: paradón milagroso de Keylor Navas aún con 0-0, jugadón de Asensio para el gol de Isco, asistencia de Marcelo para el gol de Bale… Sin juego, pero con esos chispazos que permiten adivinar en cualquier momento que hay algo de magia entorno al entrenador francés. Abrió el armario y, como la naftalina, desterró las polillas para que los trajes que había ahí colgados volvieran a tener empaque.

Fue un partido, conviene no engañarse, muy malo del Madrid. A los habituales quebraderos de cabeza del equipo esta temporada (poca gasolina, desorden en las transiciones, poca contundencia en ambas áreas) se añadió el hecho de que Zidane recuperó una parte de su libreto que horrorizaba y sigue horrorizando: el abusar de los centros a la olla. El Celta, sin hacer nada del otro mundo, absolutamente limitado sin Iago Aspas, aguantó más de una hora sin apenas sufrir: un poste de Bale y un gol bien anulado a Modric por fuera de juego posicional de Varane.

Y para colmo, con los desajustes defensivos del Madrid cuando corre hacia atrás, tuvo hasta opciones de marcar, aunque el conjunto olívico está más a que no le zurren que a pegar sustos. Un paradón de Keylor Navas a remate de Maxi Gómez y dos o tres transiciones rapidísimas que olían a gol pero que acabaron rematadamente mal Boufal y Pione Sisto, dos amigos pero de los de verdad.

Por el Madrid, con Modric matándose a correr pero sin tino (el pollo sin cabeza que decía Toshack), apenas alguna cosita de Marcelo en ataque. Porque el resto era plano, más plano que una etapa entre semana del Tour. Con el 0-0 del descanso, y mientras los vigilantes de seguridad acallaban cualquier tipo de protesta expulsando socios del estadio y retirando pancartas que culpabilizaban a Florentino Pérez del desaguisado, algo cambió. El Celta se echó más atrás y Asensio decidió, por fin, tirar del carro, aunque fuera un rato. No se le da mal, pero tiene que hacerlo más a menudo para hacer honor a la fe que le tienen en los despachos del Real Madrid.

Más allá de eso, el ímpetu del balear fue suficiente. Se puso a empujar, conectó con Benzema y el galo encontró a Isco para que el malagueño, muy fuera de forma, hiciera el 1-0 cuando la grada comenzaba a impacientarse de verdad. Con el partido cuesta abajo, Marcelo conectó con Bale y el galés fusiló el 2-0. La era Zidane comienza con poco fútbol, con una victoria y con la certeza de que a este francés le tiras en una jaula con leones y acaba enseñándoles a jugar al poker.