RM – CEL: Depresión o victoria

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Más que un partido de fútbol es el diván del psiquiatra. O la barra de un bar. El encuentro que esta tarde (16:15, BeIn LaLiga) disputarán Real Madrid y Celta en el Santiago Bernabéu es un pub cualquiera entre semana a las cuatro de la mañana. Quedan dos clientes, hasta hoy desconocidos, sentados en la barra, pidiendo una bebida tras otra y, al calor del alcohol, contándose sus penas. Lo que fueron y lo que son, la barba desaliñada de tres días, los ojos enrojecidos. «Pues yo gané tres Champions consecutivas». «Yo tenía un delantero que se llamaba Iago Aspas que me permitía soñar con cosas grandes». Al menos, lo que tienen son nuevos entrenadores, algo así como un cubata nuevo, para acabar la temporada tratando de cumplir objetivos. Depresión o victoria.

Está Zidane de vuelta al banquillo del Real Madrid, con todas las incógnitas que eso trae de vuelta. Más aún si le falta, como pasa hoy, Casemiro, un intocable de Zizou. A partir de hoy será el momento de ver qué jugadores le resultarán válidos para su proyecto (algunos dicen que a tres años como si eso fuera indicativo de algo: Solari firmó hasta 2021 unos días antes de que le largaran por la gatera) y cuáles deberán comenzar a ir buscándose las habichuelas lejos del Bernabéu. Marcelo e Isco se aventuran como titulares esta tarde, pero no está nada claro el inquilino de la portería.

Más allá de eso, habrá que ver si el nuevo Real Madrid del Zidane en barbecho nueve meses es como el del curso pasado, que acabó a 18 puntos del campeón de Liga: sus antecesores le han dejado el trabajo medio hecho, a doce, así que en los once partidos que restan habrá que esforzarse para no repetir el ridículo del curso anterior. Los balones a la olla como único recurso ofensivo, la indolencia en muchos partidos, y también la buena suerte en días claves, algo que Zidane debe atraer por su sonrisa .. Muchas dudas por desterrar en este arranque.

El Celta, mientras, ha pasado de candidato a Europa a tener que pelear como un jabato por salir de posiciones de descenso, quién le ha visto y quién le ve. Sin Aspas, el equipo olívico es otra cosa, Brais Méndes aún tiene que madurar un punto para llevar el timón del equipo, y mientras tanto los celestes acometen una travesía por le desierto que necesita ser enderezada de inmediato si no quiere acabar el curso con el hierro de «Segunda» grabado en el lomo.

Es eso, un partido de lo que pudieron ser y no son, de lo bonito que lucía todo en agosto y lo feo que ha quedado tras los temporales del inverno que se agota. Depresión o victoria. Ponme una copa más.