Historia del RMCF: Bronca en Las Fallas

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En las ultimas décadas la animadversión hacia los madridistas en Valencia ha ido en aumento de manera gradual. Algo impensable hace años, cuando en la era Bernabéu el gran patriarca dio orden de no fichar a jugadores valencianistas, situación que se mantuvo durante bastantes años hasta el fichaje de Juan Cruz Sol en el verano de 1975. Más cercano en el tiempo fue cuando el Luis Casanova acogió temporalmente dos de los destierros europeos del Reel Madrid: ante el Stal Mielec en septiembre de 1976 y el Oporto en octubre de 1987.

El gran punto de inflexión para el cambio de mentalidad fue el fichaje de Pedja Mijatovic, en parte tras contactos madridistas con el jugador a espaldas del club valencianista, que al enterarse no quiso negociar y obligó a que el club blanco hiciera uso de la cláusula de rescisión. Sin embargo hoy no vamos a analizar y repasar esta rivalidad sino que, aprovechando la pasada visita liguera entre semana a Valencia, vamos a recordar un partido setentero en Mestalla con polémica arbitral y que a la postre fue clave para el vencedor del título.

El Real Madrid finalizó la temporada 70-71 con un novedad: cero títulos, lo que ahora llaman nadaplete, por primera vez en mas de quince años. En realidad la temporada no se podía calificar como mala, puesto que en Liga se quedo a dos puntos del campeón y se llegó a la final de la Recopa, en la cual el Chelsea sólo les pudo ganar con un partido de desempate. Sin embargo el no festejar nada por primera vez en tanto tiempo dejó una sensación extraña. Al vestuario de Chamartín llego una mini revolución y el aire de renovación hizo que salieran de la plantilla veteranos como Calpe, Sanchis, Betancort, Bueno y sobre todo el hombre con el cual se finalizaban todas las alineaciones del Real Madrid desde hacia 18 temporadas: Paco Gento.

Las llegadas tampoco fueron cuantiosas y espectaculares: Anzarda, un delantero argentino con poca suerte, González, Verdugo, la vuelta de García Remón de su cesión y la llamada ‘Operación Santander’ en la cual llegaron del Racing de Santander el portero Pedro Corral y los delanteros Ico Aguilar y Carlos Alonso Santillana. La primera vuelta liguera fue un mano a mano entre el Madrid y el Valencia que se saldó siempre con los merengues en cabeza desde la segunda jornada, pero siempre perseguido por un conjunto ché que lo mas lejos que estuvo fue a tres puntos. En la segunda vuelta el Valencia flojeo fuera de casa, sin ganar en cuatro salidas consecutivas, lo que hizo que el Barcelona le alcanzara a comienzos de marzo. El Madrid por su parte, y a excepción de una derrota en Bilbao, logró mantener la ventaja con algún que otro empate inesperado con la vista puesta en las dos grandes salidas a Mestalla y Camp Nou entre mediados de marzo y comienzos de abril.

Dibujo de Cronos para la previa del Valencia-Real Madrid del 19 de marzo de 1972.

El calendario desigóo la visita a Valencia el dia de San José, en plenas Fallas. Pese a que los socios debían pagar un suplemento para el choque, estos prácticamente coparon todas sus localidades con lo cual la expectación, el ambiente y el lleno estaba asegurado en el estadio. Tanto fue así que Julio de Miguel, presidente valencianista, vio como la taquilla llego hasta los diez millones de la antiguas pesetas (600.000€), una gran cantidad para la época y las habituales taquillas locales. Di Steéano, que por aquel entonces encaraba su segunda temporada en el banquillo ché tras haberles hecho campeones el año anterior, repitió el equipo que había ganado en Bilbao: Meléndez, Sol, Anton, Anibal, Paquito, Lico, Jesús Martínez, Valdez, Quino, Forment y Quique Claramunt. Por su parte, Miguel Muñoz tenia una de cal y otra de arena: Pirri era baja pero Touriño se recuperaba y volvia al equipo, por lo cual formo de inicio con Garcia Remón, Verdugo, Zoco, Benito, Touriño, Velázquez, Grande, Aguilar, Amancio, Grosso y Santillana.

El once madridista, ese día de azul marino, en aquel partido de Mestalla.

Algarabía, banderas al viento, pólvora, tracas y hasta cohetes recibieron a los dos equipos al saltar a un estadio que se había quedado pequeño por la expectación. Para el Valencia, en esos momento, el partido era el último tren para engancharse a lucha por el titulo, por lo que planteo un partido intenso en busca del gol. Sin embargo, enfrente se encontró a un Madrid inteligente que sin encerrarse atrás supo nadar y guardar la ropa puesto que el empate no le venia mal. Si a la falta de llegada y puntería local más el habitual miedo a la delantera madridista se le sumaba que el control del centro del campo, con Velázquez, Grande y un soberbio Grosso mas retrasado para suplir a Pirri, era madridista, se entiende que el partido llegara al descanso con empate a cero.

Sin embargo, a poco de comenzar la segunda parte el escenario iba a cambiar. Un córner madridista sacado en corto lo centra Amancio, para que tras una serie de rechaces acabe en los pies de Grosso quien dispara y tras tocar en un defensor despista a Meléndez lo suficiente para que éste no pueda despejar el balón. La ventaja madridista espoleó a los locales, quienes poco después tuvieron una gran ocasión por medio de Forment, que marró al lanzar fuera un balón tras una salida alocada de García Remón. Mediado el segundo tiempo, el Valencia tuvo su recompensa y en una jugada de Quino logro abrir hueco hacia Antón, quien a la carrera lanzo un trallazo que se alojo con violencia en las redes entre el palo y García Remón, cuando lo mas fácil era haber fallado. El Madrid logro recomponerse y aguantar el tipo aunque el Valencia también dispuso de alguna que otra ocasión para poner el 2-1, pero como suele ser la ley del futbol, el que falla la paga.

A falta de diez minutos una falta protestada por la parroquia local de Antón sobre Amancio es sacada por éste desde fuera el área hacia Grande, el valenciano cabecea pero Meléndez no es capaz de blocar y su despeje cae a los pies de Aguilar quien no perdona. Con 1-2 el partido se volvió mas correcalles y con la bronca en las gradas y las protestas en el césped fueron pasando los minutos. Aun así Forment pudo marcar para los valencianistas en otra gran jugada que se fue por encima del larguero, al igual que en sendas ocasiones de Amancio y Santillana. Como quiera que el respetable juzgó tendenciosa la actitud del árbitro Sánchez Ibáñez, no tuvo mejor idea que llenar el campo de almohadillas. Tras una primera lluvia consistente, el arbitro esperó a que los empleados las retiraran, ante lo cual la hinchada volvió a tamizar el césped con más almohadillas. Llegado a este punto, el trencilla decidió dar por finalizado el partido en el tiempo de descuento.

Aguilar intenta escapar entre Sol y Lico.

El que fuera a juicio de los cronistas como el mejor partido de la temporada para el Madrid quedó diluido por la polémica arbitral posterior. A vestuarios bajó raudo Julio de Miguel para hablar con la Prensa y se despachó a gusto: califico de lamentable el espectáculo ofrecido por el colegiado, al que acusaba de querer ser el protagonista del partido y de ser un inepto, al mismo tiempo que anunciaba su intención de solicitar la apertura de una investigación sobre el arbitraje. Di Stéfano bajó el tono de las declaraciones más que nada por que, como él solía decir, si opinaba sobre el árbitro le suspendían. Obviamente para los visitantes la actuación arbitral no fue mala y no tuvieron queja en vestuarios. Finalmente el árbitro fue asediado por la hinchada y tuvo que salir casi como Mortadelo: por una puerta falsa vestido de cabo de la policía armada y camuflado con un impermeable, tras esperar bastante tiempo en el estadio.

Si uno lee las crónicas periodísticas sobre Sánchez Ibáñez en la Prensa madrileña hay cierta unanimidad en calificar como bueno e incluso como «actuación técnicamente perfecta» la del trencilla, aunque alguno fue excepción y reseñó el arbitraje como «catastrófico y peligroso». Si uno revisa la prensa valencianista, el clamor contra el trencilla es unánime, aunque en la parcela futbolística todos reseñan que el Madrid jugo mejor y al Valencia le falto puntería. Tras el domingo la Prensa busca la opinión del árbitro y este da su versión sin problemas: mantiene que tiene la conciencia tranquila y satisfecho con su arbitraje. En la reunión semanal del Comité de Competición se saldó con una multa al club valenciano por los incidentes y un apercibimiento de cierre, al mismo tiempo que se trasladaba al Comite de Árbitros la queja formulada por el Valencia.

Meléndez, portero del Valencia, rodeado de almohadillas.

La victoria madridista dejaba descolgado a siete puntos al Valencia, mientras que el Barcelona se mantenía al acecho a tan solo cinco puntos y teniendo que recibir al Madrid. Se lanzaron las campanas al vuelo en Madrid, pero lo cierto es que la Liga no era aún madridista y los merengues tuvieron muchos problemas. De los ocho partidos restantes el Madrid sufrió en exceso puesto que perdió las cuatro salidas que le quedaban y solo gracias a las victorias caseras logró continuar en el liderato hasta proclamarse Campeón de Liga, con el Valencia segundo clasificado a dos puntos, los mismos que obtuvo en Mestalla el conjunto merengue, bajo una lluvia de almohadillas.

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Con mi Insignia de Plata en un lugar privilegiado e intentando llegar a la de Oro, nada se puede comparar a la 7ª cuando uno ha sufrido todas las decepciones europeas de la segunda mitad de los 80. Abuelo, lo que hubieras disfrutado con los 11 de blanco, ya tenemos el doble de Copas de Europa desde que te fuiste y aquí seguimos, disfrutando y recordando a todos aquellos que de una u otra manera han hecho posible que seamos lo que somos.