VIL 2 – 2 RM: Quién se lo iba a imaginar…

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Dos goles de Bale, el defenestrado y al final del partido expulsado, salvaron al Real Madrid en su visita a Villarreal. Un partido en el que todo fue extraordinariamente parecido a lo que viene sucediendo desde hace una temporada de manera continua, y desde 2012 salvo un par de excepciones en todos los arranques de temporada. Pero quién iba a poderse imaginar que la tendencia iba a seguir un año más… Fue 2-2, a cuatro del líder, pero más allá de eso lo peor son las sensaciones, malas. Malísimas. Sin sangre, fútbol ni mala leche.

Propuso Zidane de inicio algo distinto. A falta de revolución, al menos sacar de inicio a un par de los nuevos, a Mendy (bien en defensa, regulero en ataque) y a Jovic, además de a Lucas Vázquez, dejando a Marcelo, a Vinicius y ¡a Modric! en el banquillo. Un 4-4-2 que resultó no ser nada. Porque con Lucas y Bale por banda el centro del campo quedaba desasistido. Kroos y Casemiro eran incapaces de sostener la medular y el Villarreal jugó bastante cómodo, dentro de sus limitaciones, durante el primer tiempo.

Un primer tiempo que acabó en tablas de milagro. Gerard Moreno adelantó al Villarreal en la única ocasión clara del Submarino, aprovechado un error de infantiles de Sergio Ramos y un mal despeje de un Courtois a quien en cada partido se le pone más cara de Jim Carrey en Una Serie de Catastróficas Desdichas. Todo, absolutamente todo, le sale mal: rebotes, rechaces, lo que sea. Y gol del rival. Los dos tantos de los castellonenses fueron justo eso, un cúmulo de errores y despropósitos que acabron con el belga recogiendo el balón de su propia red.

El Madrid fue muy poco en el primer tiempo. La entrada de Jovic ya hacía presuponer a lo que iba a jugar: centros laterales. Con Zidane, claro, tampoco eso es un misterio. El equipo blanco era blandísimo en defensa, completamente a merced del rival en cuanto eran superados en su desordenada presión, y no tenía contundencia: un disparo de Benzema al palo, en una jugada en la que él se la guisó y él se la comió, y el tanto de Bale justo sobre el silbatazo del descanso tras un taconazo excelso y fuera de guión de Jovic y una llegada de Carvajal como un avión.

Pero los de Zidane seguían despertando dudas, muchas. Esas dudas que el aficionado de a pie tiene pero que en el club, por lo visto, son incapaces de intuir. . Eso sí: el equipo salió algo más enchufado (menos era casi imposible) en la segunda mitad y acorraló al Villarreal, que de medio campo hacia delante tiene un equipo aseadito pero que en el centro de la defensa es un convento de madres ursulinas vendiendo pastelitos. Y entonces llegó el recital Zidane, descomponiendo como ante el Valladolid al equipo con sus cambios, metiendo a Vinicius y Modric por Lucas y Jovic y cambiando el dibujo. Y la primera fue en la frente, porque el Villarreal volvió a ponerse por delante tras otro mal despeje de Courtois.

Ya no había mucho más donde rascar, ni siquiera el recurso de tirar del Mazinger eslavo porque ya se estaba duchando. El partido se convirtió en un correcalles de patio de colegio y en una de esas, en una jugada quizás con falta previa, Bale embocó el empate antes de que dos faltas igual de tontas que de amarilla le mandaran al vestuario antes de acabar el partido. Entre medias, un posible penalti a Vinicius, así que lo servido por lo comido.

Pero para comido, lo que le espera al aficionado madridista con su equipo este curso. Cinco puntos de nueve posibles, con LaLiga recién empatada, y cuatro puntos perdidos ante Valladolid en casa y Villarreal fuera. Próximas salidas, Pizjuán, Wanda y Camp Nou. Sí, quién iba a sospechar que esto iba a ser así, ¿verdad?