ATM 0 – 0 RM: La party de Thomas

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El Real Madrid sigue sin perder en el Metropolitano, tras arrancar un empate (0-0) en su visita al Atlético. Fue un partido espantoso, entre dos equipos que se preocuparon en estar juntos y ordenados y nada, absolutamente nada, en intentar marcar un gol. Un remate de Kroos, un paradón de Oblak a cabezazo de Benzema y se acabó. Eso sí, correr corrieron como locos, los dos equipos.

Como en la película de Sydney Pollack, ‘danzad danzad malditos’, pero corriendo. Las alineaciones dieron a entender un ataque de valentía de Simeone, metiendo a Vitolo en principio para ayudar a Joao Felix y a Diego Costa, y otro de cobardía de Zidane, con Valverde en el eje para ayudar en la contención. Pero ni una cosa ni la otra. Vitolo estaba más preocupado en no perder el sitio para impedir las subidas de Carvajal que en atacar y Valverde se situó más arriba de donde se le presuponía porque el Madrid repitió el 4-1-4-1 que tan buen resultado (defensivo) le viene dando desde el revolcón en París.

En medio del maremágnum de tipos vociferando a los compañeros dónde debían situarse en cada paso, en muchos gestos con las manos y en tropecientos melonazos con los pies, porque cada vez que un jugador se veía amenazado soltaba un pelotazo donde fuera para que la pérdida sucediera lo más lejos posible de la portería propia, destacó Thomas Partey, que con un poco más de acompañamiento de sus compañeros podría haber perdido la ‘e’ y haber convertido el partido en la ‘party’ de Thomas.

Porque el ghanés anduvo sobradísimo en el eje. Cortó, distribuyó con criterio y dio muestras de una solidez que muchos no le presuponen jamás. Pero es un buen pelotero. Algo alocado, un estigma que el fútbol africano no consigue quitarse de encima ni siquiera acabando la segunda década del Siglo XXI, pero con cuajo. Lo cual no es poco. En el partido que se desarrolló sobre el campo, Thomas es el rey. O el virrey, como poco.

El Madrid, una vez más, fue orden y trabajo. Si con Vinicius y Rodrygo el comteniano ‘ordem e progresso’, como en la bandera de Brasil, sin ellos es orden y trabajo, porque se pierde su talento y se gana en estojanovismo. Hasta Hazard, otrora fogonero mayor, ahora se dedica a poner masilla entre baldosas para que nada se despegue. Courtois fue de nuevo un espectador, el Madrid si fuera listo vendería banquetas con su nombre estampado. Un filón.

Ninguno quiso perder y los dos quisieron demasiado poco ganar. O al menos, ganar tomando riesgos. El partido es de lo más insípido que se recuerda en muchos años, un tostonazo que, sin la emotividad de un derbi local, hubiera sido digno de un patio de colegio cualquiera. Reparto de puntos y de bostezos. Que lo disfruten. Si es que pueden dejar de correr en algún momento y darle algo de pausa a sus vidas.

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.