EIB 0 – 4 RM: ¡Que viva el Plantavit!

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En la década de los 80 del pasado Siglo, se popularizó en España un fertilizante gracias a un anuncio que a los chavales (altos) de la época nos provocaba una sonrisita. Un chico de buena planta chapurreaba con otro de escasa estatura y le decía que para seguir creciendo, usara «Plantavit», la marca comercial ya desaparecida de ese abono para plantas. El Madrid, en Ipurua, bajo un intenso chirimiri, pareció haberse regado con unos cuantos frascos de Plantavit, porque cuajó en el primer tiempo los más brillantes momentos de fútbol de los últimos dos años. Los de Zidane golearon al Eibar (0-3) pero en la retina del aficionado quedará grabada la primera media hora de los blancos. Una oda al fútbol vertical, con lo que se echaba de menos eso.

Y todo parte de una premisa, de los dos pilares que Zidane ha asentado para desde ahí construír lo mejor que salga. Casemiro y Valverde, Valverde y Casemiro, son ya insustituibles. El armazón del equipo. La cota de malla que evita que las lanzadas del adversario lleguen a la portería de Courtois, uno con su presión altisima y el otro con el coche escoba en el centro del campo, y el mango de la Tizona que intenta perforar la portería adversaria, el primer escalón del juego ofensivo. Con ellos dos juntos el Madrid juega infinitamente mejor porque los dos ayudan a que los de su alrededor mejoren. Y si encima el Pajarito uruguayo toma responsabilidad y remate, convirtiéndose en un box to box y no en un centrocampista posicional, la cosa todavía mejora más. El partidazo del charrúa lo culminó con un golazo a lo Kroos, remate desde la frontal con mucho efecto, pero con una sobredosis de violencia que se agradece, el sonido de la red es una sinfonía a los oídos de cualquier madridista.

Antes de saber, siquiera de intuir, que Valverde marcaría, Benzema sobrevoló Ipurua dejando ese poso de jugador maduro y enchufado que viene enseñando en muchos partidos desde la temporada pasada, aunque no en todos porque entonces no sería Karim. Desde el arranque del partido, Benzema, que merece un puesto en ACS como Ingeniero de Caminos al gol, se dedicó a desparramar fútbol por todas las zonas de ataque del Madrid. Suyo fueron el 1-0, remate tras centro de Hazard, y el 3-0, de penalti cometido sobre un sorprendentemente titular Lucas Vázquez que sentó a Rodrygo Goes en el banquillo. Antes, Karim Champagne había estrellado un remate en el poste y otro disparo suyo, desde la frontal del área pequeña, se marchó… por la línea de saque de banda. Ahí era Karim Chimpún, pero se le perdonan esas reminiscencias del pasado dado su elevadísimo nivel medio actual.

Marcó también Sergio Ramos, de nuevo de penalti, en un partido en el que la zaga blanca vivió relativamente cómoda, sólo el japonés Inui puso en aprietos reales la movilidad lateral de la defensa, y en el que Courtois acumuló 533 minutos sin encajar goles, la séptima mejor racha de un portero en la historia del Real Madrid. Pero no es solo eso: no le llegan y no tiene que intervenir (un disparo a puerta en todo el partido en Ipurua), lo que es mucho más interesante que tener que ir luciendo condiciones. El otro belga, Hazard, tuvo también 30 minutos a un nivel más que interesante, desbordando por banda izquierda y haciendo de su par, De Blasis, un ovillo, pero la gasolina le duró de nuevo media hora, demasiado poco, y acabó siendo reemplazado por un Vinicius Junior que necesita como pocos recuperar sensaciones, más aún si es en su banda, la izquierda. También Zidane le regaló nueve minutos a un Brahim que merece jugar mucho más.

Y sí, el Madrid gustó durante un buen rato, al fin. Vio la lluvia y, quién sabe si con Plantavit o sin él, decidió pegarse un remojón para crecer a ojos de toda LaLiga y presentar su candidatura al título. Con Casemiro y con Valverde, claro. Ahora será obligatorio ponerle velas a todos los santos para que no le pase nada a ninguno de los dos durante todo el curso. Y para empezar, parón de selecciones. ¡Glups!