De siempre han sido unas gafas. 0-0, el segundo consecutivo, en el segundo Clásico consecutivo. Cero a cero ante el Athletic, tras el mismo resultado cosechado en Barcelona. Esta vez en el Bernabéu, ante otro rival histórico. Con tres postes, un par de claras ocasiones desperdiciadas entre Vinicius y Benzema, pero con el equipo incapaz de generar superioridad por dentro y abusando del centro lateral. Así que gafas por Navidad, 0-0.
Zidane decidió rotar algo, pero el equipo acusó fundamentalmente la ausencia de uno que no rotaba, sino que estaba sancionado. Sin Casemiro, el Madrid es otro equipo. No presiona igual, sino quince metros más atrás, y así el rival vive algo más cómodo. La presencia del brasileño, además, permite que Modric y Kroos jueguen más liberados, pero con Valverde no fue así y el alemán y el croata vivieron el partido con la lengua fuera. Tanto esa sí que sus últimos veinte minutos fueron con un abanico en una mano pidiendo aire, porque no les llegaban los pulmones. Y Valverde, claro, no es Casemiro: ni en mando, ni en mala leche, ni en posicionamiento ni en ascendencia sobre sus compañeros. Es más dinámico, tiene más punch, pero no es Casemiro.
El Madrid, pese a todo, no anduvo excesivamente mal, pero fue incapaz de generar ocasiones por dentro. El Athletic se situó en 3-5-2, embotelló el medio y la exasperante lentitud de los centrocampistas blancos hizo el resto. Por ahí no percutió el Madrid jamás. Sólo lo conseguía por banda. Con Rodrygo color plomizo, fue Vinicius el que tomó las riendas, pero Vinicius es como la lotería de Navidad: si te toca la pedrea ya te puedes dar por satisfecho. Horroroso en la definición, otra vez no devolvió lo jugado.
Mientras tanto, Kroos, Nacho y Jovic se estrellaron contra los postes de Unai Simón en las mejores ocasiones de los blancos, dos de ellas tras centro lateral y la del alemán, en una internada lineal en un despiste defensivo terrorífico del Athletic. Pero la táctica de los del Botxo les salió bien: por entro no se jugaba, anulado Benzema, y por fuera Carvajal no tuvo su día y Mendy ofensivamente es muy limitado. Así que tampoco sufrió en exceso e incluso tuvo tres ocasiones clarísimas: un remate de Williams, un gol anulado a Kodro por fuera de juego y un remate de Lekue sobre el silbatazo final que salvó Courtois en la última jugada del partido.
Falta gol, mucho gol. Pero no sólo eso. Falta fútbol por dentro. Y sobre todo, por encima de todas las cosas, faltó Casemiro. Si se junta todo, salen gafas. Gafas de Navidad.