RM 2 – 2 CEL: Zidane tuvo un mal día

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Un cubo de hielos, una lluvia de piedras, un apagón eléctrico. El Real Madrid no pudo pasar del empate (2-2) ante el Celta y se dejó un jirón de dos puntos en el liderato, que ahora es de un puntito apenas sobre el Barcelona a dos jornadas del duelo entre ambos equipos del Bernabéu. Kroos y Ramos, de penalti, remontaron el gol inicial del Celta, pero Santi Mina, en un despiste monumental de los centrales blancos con el equipo sesteando tras unos cambios absurdos de Zidane, puso el empate cuando el partido finalizaba. ¡Menudo chasco!

A Zidane le salió todo mal. Y cuando a un entrenador le sale todo mal, lo normal es que su equipo no gane, y encima se llevó hasta una patada involuntaria en la boca. No es que el planteamiento inicial de Zizou fuera malo, porque no lo fue. Pero cuando el Madrid logró darle la vuelta al gol inicial de Smolov, y le costó demasiado tiempo, se desconectó, abatido por unos cambios absurdos y por la habitual desconexión de los veteranos del equipo. Así que el empate no se puede decir que fuera injusto, porque no lo fue.

El Madrid comenzó el encuentro como en El Sadar la semana pasada. A los siete minutos, un despiste global del trivote Valverde-Casemiro-Kroos al alimón permitió a Iago Aspas meter un pase genial a Smolov que sirvió para el 0-1. El Madrid no jugaba mal, pero volvió a adolecer de lo mismo que lleva adoleciendo toda la temporada: de una falta de capacidad rematadora tremenda, y de un abuso excesivo de los centros laterales. Jugó Marcelo, a gran nivel ofensivo y sin sufrir nada en defensa. Jugó Hazard, que tuvo buenos minutos aunque en su línea, mucho lerele y poco larala. Kroos controlaba bien y sólo Casemiro y Valverde parecían estorbarse algo. De Bale mejor no hablar: sólo estuvo para sacudirle una patada atroz a Rafinha cuando su cara delataba ya que estaba desando largarse del partido cuanto antes, la cosa iba ya 2-1.

El Madrid no remató a puerta en la primera parte, pero jugó veloz, aplicado y desbaratando a la defensa celtista, aunque sufrió en un testarazo de Aidoo tras un córner que sacó Courtois en una buena intervención. Tras el descanso, los blancos salieron igual de aplicados, pero esta vez con puntería: primero Kroos, a centro raso y al punto de penalti de Marcelo, le hizo su habitual gol al Celta de todos los años (lleva seis en seis temporadas, uno por curso) y luego Sergio Ramos, que había visto cómo el VAR le anulaba un gol por claro fuera de juego, transformó un penalti cometido por Rubén sobre Hazard en un balón que el belga ya había perdido. 2-1. Cualquier equipo grande, cualquier líder de una Liga, habría sabido dormir el partido. Aquí no se juega más y los tres puntos al zurrón. Pero no el Madrid. Pero no Zidane.

Zidane cambió a Hazard para meter a Vinicius. Cambio hasta cierto punto normal. Quitó a Kroos para meter a Modric, bueno. Y quitó a Bale para meter a Mendy con la finalidad de que viera la amarilla que le podría hacer cumplir ciclo ante el Levante y acudir limpio al partido ante el Barcelona. Pero para meter a Mendy, Marcelo pasó al centro del campo, casi por el centro, y Vinicius se tuvo que cambiar de banda a no se sabe muy bien dónde. El equipo, además, perdió toda la tensión. Y como perdió toda la tensión, Denis Suárez encontró a Santi Mina cuando el partido agonizaba y Varane y Ramos andaban ya pensando si para la cena iban a hacer patatas fritas o asadas para dejar a los blancos con un punto en vez de tres, y el liderato comprometido. El Madrid tuvo que volver a apretar, pero el dibujo era el Ecce Homo de Borja. ¡Qué mal!

 

 

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Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.