RSO 1 – 2 RM: Líder entre el estruendo

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El Madrid vuelve a ser líder de LaLiga y a depender de sí mismo, pero da igual: los que no van primeros hablarán del VAR. Una tarjeta naranja a Casemiro que fue amarilla y no roja; un penalti a Vinicius que fue dudoso de primeras pero claro en las repeticiones; un gol anulado a Januzaj por fuera de juego de Merino; un gol concedido a Benzema por un control entre el hombro y el brazo… Pero más allá de eso, y del estruendo de los que han perdido el liderato o no lo olerán en años, el Madrid estuvo sólido, no concedió y supo aprovechar sus ocasiones, casi todas mientras a Vinicius le duró la gasolina.

Sorprendió Zidane alineando a James de inicio, pero el colombiano decidió dejar mal al entrenador. El parcerito, otrora un jugador sensacional, fue poco menos que un oso panda en el zoo: iba de aquí para allá con una pachorra estupenda y sólo el faltaba comer bambú para redondear el cuadro. Empezó en la derecha, donde su presencia fue nula, y tras el cooling break Zizou le mandó al centro a ver si ahí rascaba algo. Nada. Lo mismo para el próximo día si el Madrid ficha un DJ residente para los intervalos refrescantes impuestos por LaLiga James se anima algo más. Pero es imposible que el club pueda ofrecerle mayor confianza que la que se le ha dado, sin respuesta.

Más allá de eso, Alguacil planteó un partido tipo ante el Madrid. Un delantero altísimo con caída a banda y que protege bien el balón como Isak para apurar a los centrales blancos, mucho orden defensivo y presión en campo rival. Con esa tradicional receta el Madrid, que necesitaba la victoria para recuperar el liderato liguero perdido ante el Betis, se atascó… salvo por el costado de Vinicius. El brasileño es como un aspersor, dispara hacia todos los lados, a veces goterones y otras veces lluvia fina, insistentemente. Tanto va el cántaro a la fuente que termina por calarte hasta los huesos. Es curioso lo que pasa con Vini: de tanto que lo intenta sin éxito le coges cariño, imagino que por su cara de angustia ante la enésima mala definición. El penalti que forzó nada más iniciada la segunda parte, un penalti dudoso que señaló Estrada y ratificó el VAR, también tiene algo que ver, claro. Por insistencia acaba sacando acciones positivas. Y su hambre, voraz, es un regalo para un equipo al que le cuesta media vida motivarse en competiciones domésticas.

El Madrid no chutó a puerta hasta el minuto 34, un remate seco de Benzema, y tampoco hizo mucho más durante el primer acto. Tampoco la Real, que esperaba como una pantera agazapada pero a quien el Madrid, una vez atado Isak, le había puesto las chuletas bien lejos de la portería de Courtois. Todo eso cambió cuando Ramos, con un golpe en la rodilla, tuvo que dejar el campo con el 0-1. El Madrid se resintió en la salida de balón desde atrás, porque Varane y Militao no son excesivamente doctos en la materia, y también la defensa se aculó mucho más cerca de Courtois. Avisó Januzaj, con un gol anulado por el VAR tras un fuera de juego posicional de Mikel Merino, y cuando más achuchaban los locales, Benzema controló un balón con el hombro (o por ahí) en el área realista y fusiló a Remiro para hacer el 0-2, una bocanada de oxígeno para un equipo que pedía aire a gritos.

El tanto pareció ser la puntilla al partido. La Real comenzó a meter canteranos sobre el campo, tirando la toalla, y Zidane decidió darle otro puñado de minutos a Asensio y otros cuantos a Mariano, ambos lo necesitan. Pero de repente, Mikel Merino enganchó un remate en el segundo palo haciendo el 1-2 y volvió a meter a los donostiarras en el partido con ocho minutos más descuento por delante. Tocaba volver a apretar los dientes, y el Madrid lo hizo: volvió a ordenarse, ayudado por los cambios de Zidane, y Courtois volvió a ser un mero espectador del partido. El Madrid es líder y depende de sí mismo. Con o sin VAR o con o sin rivales rabiando.