RM 0 – 1 CAD: Choco les dejó fritos

0
-publicidad-

Que te haga un gol el Cádiz por mediación de un tipo al que apodan Choco tiene su gracia. Como si Aceituno te marca con el Jaén, Percebe con el Celta o Cebolleta Requemada con el Barcelona el próximo Clásico. Pero eso le pasó al Madrid, que perdió (0-1) con el equipo amarillo, recién ascendido y primera victoria de su historia fuera de casa contra el Madrid. Un delantero hondureño, otro vallecano, un ex canterano alcalaíno y un explosivo extremo sanluqueño desmadejaron al Real Madrid en ataque, mientras el bloque bajísimo que siempre pone en liza Álvaro Cervera bloqueó casi por completo la ofensiva blanca, esta vez de rosa en casa porque los que mandan son así y con tal de hacer gestitos de cara a la galería son capaces de hacer jugar al equipo con tricornio.

A los 90 minutos de comenzado el partido, Sergio Ramos salvó bajo palos, y milagrosamente, el primer acercamiento del Cádiz tras un error morrocotudo de Kroos. El alemán y Modric han vuelto del parón de selecciones a un nivel paupérrimo, y sin Casemiro ni Valverde sobre el campo el Madrid parecía más que un equipo una excursión de ursulinas: que nadie lo malinterprete, me refiero al ritmo del paseo sobre el verde del Di Stéfano. Si el Real Madrid hubiera pedido una paguita a servicios sociales por sus dificultades con la movilidad, se la habrían dado sin dilación.

El Cádiz tenía clarísimo su plan. Dos líneas de cuatro cerrando todos los caminos a Ledesma y, en cuanto recuperaban el balón (soberbio José Mari en ese aspecto), dos opciones: o desplegar a Negredo y Álex Fernández para jugar con el Choco Lozano de manera directa, o cambiar a la espalda de Ramos y Marcelo para que Salvi (menudo cohete) se plantara por su banda en el área de Courtois como Pedro por su casa. Negredo y la ley del ex (canteranos, ya saben) todo lo que hacía lo hacía bien, y por él pasó el 0-1, pase a Lozano que el hondureño embocó tras error garrafal de Ramos. Era la quinta ocasión clara del Cádiz, recién cumplido el primer cuarto de hora, y no varió su plan ni un ápice. De hecho, hasta el descanso aún tuvo otro par más.

Pero lo preocupante era el Madrid, que tenía menos pulso que un maniquí del Bershka. El uniforme rosa, ante un rival amarillo y un árbitro celeste, les hacía parecer teletubbies. Mucho gesto, cero intensidad, cero fútbol. El primer tiempo dejó muy marcados a algunos jugadores que tienen más pinta de ex futbolistas que de otra cosa: la edad no perdona y los trenes no vuelven cuando se marchan de la estación. Zidane, que hizo un once de esos post parón de selecciones, vio la cosa tan negra que cambió cuatro piezas del tirón en el descanso, pero seguro que hubiera cambiado a varios más. La de Sergio Ramos obligada por un golpe (habrá que ver si llega al estreno Champions intersemanal y al Clásico del próximo sábado); las de Isco, Modric y Lucas, más necesarias que un pincho de tortilla a media mañana. Entraron Militao, Casemiro, Valverde y Asensio.

La cosa en el segundo acto no cambió en su tramo inicial. Vinicius, que cuando se enfrenta a una defensa cerrada es como un abrelatas para zurdos siendo diestro, podría servir pero nadie sabe manejarlo (salvo los zurdos, que me perdonen), tuvo la primera (se le fue alta) y justo después Negrero recordó a Courtois que el Cádiz seguía en el partido. El Madrid, por aquello de que era imposible (y esta vez es literal) hacerlo peor que en el primer tiempo le metió más intensidad, pero los amarillos mostraban las uñas cada vez que podían: Fali estuvo a punto de hacer el 0-2. El chorreo sobre Courtois era menor, pero el Madrid seguía concediendo y sin crear. Aquello era un espanto desde cualquier punto de vista salvo desde La Caleta, desde ahí todo el mundo siempre es maravilloso.

Zidane quemó su último cartucho metiendo a Jovic por un Kroos transparente, mientras que el Cádiz perdía a José Mari, lesionado, y eso era perder la mitad de la cimentación de su centro del campo. El serbio marcó, aunque había fuera de juego previo de Benzema y el tanto no subió al marcador, mientras que el francés se topó con el larguero cuando apenas quedaban diez minutillos de partido. La tradicional hora en que el Madrid aprieta cuando la cosa pinta mal, pero la ansiedad pesaba más que el fútbol. Sobre todo, porque el Cádiz demostró que el fútbol ahora, una vez enterrado el tikitaka y la posesión, es defender bien y verticalidad máxima en ataque. Así subió el Cádiz a Primera la temporada pasada, aunque a algunos, en Valdebebas, les pilló de nuevas.

Compartir
Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.