RM 2 – 3 SHA: Shakhtar aquí hemos llegado

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Un rival barbilampiño, arrasado por las bajas, asaltó Valdebebas ridiculizando al Real Madrid en la primera parte, en el estreno de la Champions en Valdebebas. Fue 2-3 al final, con orgasmo fingido sobre el pitido final con un gol bien anulado a Valverde. Ahora mismo, hasta los octavos de final parecen una quimera y la Europa League, el objetivo real. Sólo cabe mejorar, pero es que este Real Madrid cada día juega peor. Shakhtar aquí hemos llegado.

La primera parte fue, por no andarnos con rodeos, una auténtica humillación. Un equipo sacudido por el COVID-19, con ocho bajas, de una Liga considerada menor, jugando fuera de casa, le metió un meneo a un Real Madrid sin alma de los que quedan grabados en la historia, aunque en esta ocasión para mal. Los de Zidane fueron un auténtico pelele en manos de los naranjas, que salieron al campo temerosos de la que se podían llevar, vieron que podían soltar las manos, se percataron de que el Madrid no era tan fiero como lo pintaban y en trece minutos, del 29 al 42, le clavó tres goles. Zas, zas, zas. Ya habían desperdiciado antes un par de ocasiones de las que no se perdonan, pero en cuanto embocaron la primera se tiraron a la yugular, disfrutando del momento.

Porque el Shakhtar disfrutaba sobre el césped, mientras el Madrid braceaba en el fango absolutamente groggy, dejando con la cara colorada a varios de sus jugadores. Otrora estrellas, ahora estrellados. Lo de Militao en defensa fue algo absolutamenta dantesco. Marcelo volvió a demostrar que no está ya para la elite. Mendy volvió a ser un agujero. Casemiro y Valverde estuvieron transparentes. Modric, falto de pulmones. Y Rodrygo, Asensio y Jovic, el trío atacante, no es sólo que no existiera, es que un Calippo a su lado es el Vesubio en erupción. Por la temperatura, digo.

El Madrid le puso algo de ganas en el arranque del segundo tiempo, y así Modric atinó a embocar el 1-3 con el Shakhtar embotellado en su área, como incrédulo tras el descanso de lo que estaba viviendo. El tanto del croata sirvió para que los naranjas volvieran a enseñar las uñas y desperdiciaron dos ocasiones clarísimas para sentenciar. Pero Vinicius, a los quince segundos de salir al campo por el inoperante Jovic, hizo el segundo de los blancos, y el partido volvió a ponerse en un puño, con los ucranianos temblando y encomendándose a todos los santos. Courtois tuvo que volver a disfrazarse de salvador sacando un uno contra uno ante Marcos Antonio y el Madrid creía, después de la birria que había perpetrado en el primer acto.

Pero hasta ahí llegó la efervescencia ofensiva del Madrid, con Casemiro desde entonces como delantero centro a ver si pescaba algo. El Shakhtar se encerró alrededor de un Trubin que no sufría a defender los millones de centros laterales del otrora campeón de Europa y el Madrid, enclaustrado en el embudo que su propio sistema provoca, más aún cuando nadie es capaz de prender una mísera chispa, parecía que casi estaba dejando pasar los minutos. Ni siquiera la entrada de Kroos por Modric, para intentar darle más dinamismo a la ofensiva blanca, sirvió para nada: el alemán tuvo uno de esos días y ni rompió a sudar. Khocholava, un central georgiano de 27 años, estaba haciendo el partido de su vida pese a cojear. Dodó, nada que ver con el asistente de El Inspector de la Pantera Rosa, era un cohete, y Korniienko, a sus 21 años, se destapó como un jugador fabuloso desde su lateral izquierdo. Los minutos pasaban y el Madrid no encontraba la llave porque, ay, ni siquiera se planteaba que primero tenía que encontrar el llavero.

Para colmo de males, un fuera de juego posicional de Vinicius, posicionado en los mismos morros del portero ucraniano tras un remate de Valverde desde la frontal, impidió un tanto blanco: el remate del uruguayo acabó en la red pero el brasileño obstaculizaba claramente la visión del meta naranja. Así que encima hubo un orgasmo fingido sobre el pitido final. La noche perfecta, vaya. Olvidémosla ya.